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2 CRÓNICAS 2:1-9

2 CRÓNICAS 2:1-9 Reina Valera 2020 (RV2020)

Determinó, pues, Salomón edificar Casa al nombre del Señor, y casa para su reino. Y designó Salomón a setenta mil cargadores, ochenta mil canteros y tres mil seiscientos capataces que los vigilaran. Después envió Salomón a decir a Hiram, rey de Tiro: —Haz conmigo como hiciste con mi padre David, cuando le enviaste cedros para que se construyera una casa en que habitar. Mira, yo tengo que edificar una Casa al nombre del Señor, mi Dios, para consagrársela, para quemar incienso aromático delante de él, para la colocación continua de los panes de la proposición, para los holocaustos de la mañana y de la tarde, los sábados, nuevas lunas, y festividades del Señor, nuestro Dios; lo cual ha de ser perpetuo en Israel. Y la Casa que tengo que edificar ha de ser grande, porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses. Pero, ¿quién será capaz de edificarle Casa, dado que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerlo? ¿Quién, pues, soy yo, para que le edifique Casa, aunque solo sea para quemar incienso delante de él? Envíame, pues, ahora un hombre hábil que sepa trabajar en oro, en plata, en bronce, en hierro, en púrpura, en grana y en azul, y que sepa esculpir, para que trabaje con los maestros que están conmigo en Judá y en Jerusalén, los cuales contrató mi padre. Envíame también madera del Líbano: cedro, ciprés y sándalo; porque yo sé que tus siervos saben cortar madera en el Líbano. Mis siervos irán con los tuyos para que me preparen mucha madera, porque la Casa que tengo que edificar ha de ser grande y portentosa.

2 CRÓNICAS 2:1-9 La Palabra (versión española) (BLP)

Salomón reclutó setenta mil cargadores y ochenta mil canteros, a las órdenes de tres mil seiscientos capataces. Salomón envió a Jirán, el rey de Tiro, esta embajada: —Mantén conmigo el mismo tratado que hiciste con mi padre David, cuando le mandaste madera de cedro para la construcción de su palacio de residencia. Mira, yo voy a construir un Templo en honor del Señor mi Dios, para consagrarlo a él y quemarle incienso perfumado, colocar los panes de la ofrenda y ofrecerle los holocaustos matutinos y vespertinos, los de los sábados, los de primeros de mes y los de las demás fiestas del Señor nuestro Dios, como es costumbre inmemorial en Israel. El Templo que quiero construir ha de ser grande, porque nuestro Dios es el más grande de todos los dioses. Pero ¿quién sería capaz de construirle un Templo cuando los cielos y todo el universo son incapaces de contenerlo? ¿Y quién soy yo para construirle un Templo, aunque solo sea para quemarle incienso en él? Mándame, pues, un especialista en trabajos de oro, plata, bronce y hierro; que domine las tintas púrpura, carmesí y azul, y que sepa grabar, para que se una a los expertos que preparó mi padre David y que están conmigo en Judá y Jerusalén. Envíame también madera de cedro, ciprés y sándalo del Líbano, pues bien sé que tus súbditos son expertos taladores de árboles del Líbano y podrán trabajar con mis súbditos, para prepararme madera en cantidad, pues el Templo que quiero construir ha de ser grandioso y admirable. Yo, por mi parte, aportaré para sustento de tus súbditos, los taladores de árboles, cuatro mil cuatrocientas toneladas de trigo, otras tantas de cebada, cuatro mil cuatrocientos hectólitros de vino y otros tantos de aceite.

2 CRÓNICAS 2:1-9 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Salomón decidió construir un templo al Señor, y también su propio palacio real. Para ello designó setenta mil cargadores y ochenta mil canteros que trabajaran en la montaña, y tres mil seiscientos capataces que los dirigieran. Después Salomón mandó a decir a Hiram, rey de Tiro: “Haz conmigo lo que hiciste con David, mi padre, a quien enviaste madera de cedro para que se construyera un palacio donde vivir. Mira, yo voy a construir un templo al Señor mi Dios, para consagrárselo, quemar perfumes en su honor, presentarle siempre el pan consagrado y ordenado en hileras, y ofrecerle holocaustos por la mañana y por la tarde, y los sábados, y en las fiestas de la luna nueva, y en todas las que en honor del Señor nuestro Dios se celebran siempre en Israel. Pero el templo que voy a construir debe ser grande, porque nuestro Dios es mayor que todos los dioses. Sin embargo, ¿quién será capaz de construirle un templo, si el cielo, con toda su inmensidad, no puede contenerlo? ¿Y quién soy yo para construirle un templo, aunque solo sea para quemar incienso en su honor? Envíame, por tanto, un experto en trabajos en oro, plata, bronce y hierro, y en tela púrpura, tela roja y tela morada. Que sepa también hacer grabados en colaboración con los maestros que están a mi servicio en Judá y en Jerusalén, y que contrató David mi padre. Mándame también del Líbano madera de cedro, ciprés y sándalo, porque sé que tus súbditos saben cortar madera del Líbano. Mis servidores ayudarán a los tuyos a prepararme gran cantidad de madera, ya que el templo que voy a construir tiene que ser grande y maravilloso.

2 CRÓNICAS 2:1-9 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Salomón decidió construir su palacio real y un templo en honor del SEÑOR. Con este fin reclutó a setenta mil cargadores y ochenta mil canteros, para que trabajaran en la montaña. Al frente de ellos puso a tres mil seiscientos capataces. Luego le envió este mensaje a Hiram, rey de Tiro: «Envíame madera de cedro, tal como lo hiciste con mi padre David cuando se la enviaste para que se construyera un palacio. Voy a construir un templo en honor del SEÑOR mi Dios. Lo consagraré a él, para quemar incienso aromático en su presencia, colocar siempre el pan consagrado y ofrecer allí los holocaustos de la mañana y de la tarde, los sacrificios de los sábados y de luna nueva, así como los de las otras fiestas del SEÑOR nuestro Dios. Esto se hará en Israel siempre. »Voy a edificar un templo majestuoso, pues nuestro Dios es el más grande de todos los dioses. Pero ¿cómo edificarle un templo, si ni los cielos más altos pueden contenerlo? ¿Y quién soy yo para construirle un templo, aunque solo sea para quemar incienso para él? »Envíame un experto para trabajar el oro y la plata, el bronce y el hierro, el carmesí, la escarlata y la púrpura, y que sepa hacer grabados, para que trabaje junto con los expertos que yo tengo en Judá y en Jerusalén, los cuales contrató mi padre David. »Envíame también del Líbano madera de cedro, de ciprés y de sándalo, pues yo sé que tus obreros son expertos en cortar estos árboles. Mis obreros trabajarán con los tuyos para prepararme mucha madera, porque el templo que voy a edificar será grande y maravilloso.