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2 CRÓNICAS 20:1-12

2 CRÓNICAS 20:1-12 La Palabra (versión española) (BLP)

Algún tiempo después los moabitas y amonitas, acompañados por meunitas, se movilizaron para atacar a Josafat. Sus informadores le dijeron: —Una gran multitud procedente de Edom, al otro lado del mar, viene contra ti y ya está en Jasesón Tamar, o sea, en Enguedí. Josafat se asustó y recurrió al Señor, proclamando un ayuno para todo Judá. Gente procedente de todas las ciudades de Judá se reunió para consultar al Señor. Josafat se puso en pie en medio de la asamblea de Judá y Jerusalén, que se encontraba reunida ante el atrio nuevo del Templo del Señor, y exclamó: —Señor, Dios de nuestros antepasados: tú eres el Dios de los cielos, tú gobiernas todos los reinos de las naciones y tienes el poder y la fuerza, sin que nadie pueda resistirte. Tú, Dios nuestro, expulsaste a los habitantes de esta tierra ante tu pueblo Israel y se la entregaste a perpetuidad a la descendencia de tu amigo Abrahán. Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, pensando: «Si nos sobreviene alguna desgracia (guerra, castigo, epidemia o hambre), nos presentaremos ante ti en este Templo, donde reside tu nombre, te invocaremos en nuestra angustia, y tú nos escucharás y nos salvarás». Ahí tienes a los amonitas, moabitas y habitantes de la montaña de Seír: tú no permitiste a Israel atravesar su territorio cuando venía de Egipto, sino que los evitaron para no tener que destruirlos. Y ahora nos lo pagan viniendo a expulsarnos de la propiedad que nos diste en herencia. Dios nuestro, dales su merecido, pues nosotros nos sentimos indefensos ante esta enorme multitud que nos ataca y no sabemos qué hacer, si no es poner en ti nuestra mirada.

2 CRÓNICAS 20:1-12 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Algún tiempo después, los moabitas y los amonitas, aliados con los meunitas, atacaron a Josafat; entonces fueron algunos a decirle: “¡De Edom, del otro lado del Mar Muerto, viene un gran ejército contra ti! ¡Ya están en Hasesón-tamar!” (Hasesón-tamar es lo mismo que En-gadi.) Josafat sintió miedo, y decidió acudir al Señor. Así que anunció un ayuno en todo Judá, y la gente de Judá se reunió para pedir ayuda al Señor. De todas las ciudades de Judá llegó gente. Josafat se puso en pie en medio del pueblo de Judá que se había reunido en Jerusalén frente al atrio nuevo del templo del Señor, y exclamó: “Señor, Dios de nuestros antepasados, ¡tú eres el Dios del cielo, tú gobiernas a todas las naciones! ¡En tus manos están la fuerza y el poder: nadie puede oponerte resistencia! Dios nuestro, tú arrojaste de la presencia de tu pueblo Israel a los habitantes de este territorio, y se lo diste para siempre a los descendientes de Abraham, tu amigo. Después de haberse establecido aquí, construyeron un templo para ti y dijeron: ‘Si nos viene algún mal como castigo, sea la guerra, la peste o el hambre, nos presentaremos delante de este templo, porque tú estás en este templo, y en nuestras angustias te pediremos ayuda, y tú nos escucharás y nos salvarás.’ Pues ahora, aquí están los amonitas, los moabitas y los de la montaña de Seír, en cuyos territorios no quisiste que entraran los israelitas cuando venían de Egipto, sino que se apartaron de ellos y no los destruyeron. En pago de eso, ahora nos atacan para arrojarnos de tu propiedad, de la tierra que nos diste en propiedad. Dios nuestro, ¿no vas a castigarlos? Pues nosotros no tenemos fuerza suficiente para hacer frente a ese gran ejército que nos ataca. ¡No sabemos qué hacer; por eso tenemos los ojos puestos en ti!”

2 CRÓNICAS 20:1-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Después de esto, los moabitas, los amonitas y algunos de los meunitas le declararon la guerra a Josafat, y alguien fue a informarle: «Del otro lado del Mar Muerto y de Edom viene contra ti una gran multitud. Ahora están en Jazezón Tamar, es decir, en Engadi». Atemorizado, Josafat decidió consultar al SEÑOR y proclamó un ayuno en todo Judá. Los habitantes de todas las ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del SEÑOR. En el templo del SEÑOR, frente al atrio nuevo, Josafat se puso de pie ante la asamblea de Judá y de Jerusalén, y dijo: «SEÑOR, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna sobre todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte! ¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham? Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, diciendo: “Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás”. »Cuando Israel salió de Egipto, tú no le permitiste que invadiera a los amonitas, ni a los moabitas ni a los del monte de Seír, sino que lo enviaste por otro camino para que no destruyera a esas naciones. ¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia! Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!»