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2 CRÓNICAS 20:1-15

2 CRÓNICAS 20:1-15 Reina Valera 2020 (RV2020)

Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, marcharon contra Josafat para atacarlo. Y fueron algunos a darle aviso a Josafat: —Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar y de Siria; ya están en Hazezon-tamar, que es En-gadi. Josafat tuvo miedo y humilló su rostro para consultar al Señor, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Se congregaron los de Judá para pedir socorro al Señor; también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda al Señor. Entonces Josafat, puesto en pie en medio de la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa del Señor, delante del atrio nuevo, dijo: —Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y dominas sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder que no hay quien te resista? Dios nuestro, ¿no expulsaste tú a los habitantes de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de tu amigo Abrahán para siempre? Ellos la han habitado, y han edificado en ella santuario a tu nombre, por lo que han dicho: «Si mal viene sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta Casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta Casa); clamaremos a ti a causa de nuestras tribulaciones, y tú nos oirás y salvarás». Ahora, pues, aquí están los hijos de Amón y de Moab, y los de los montes de Seír, a cuya tierra no quisiste que pasara Israel cuando venía del país de Egipto, sino que se apartara de ellos y no los destruyera. Ahora ellos nos lo pagan al venir a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión. ¡Dios nuestro!, ¿no los juzgarás tú? Pues nosotros no tenemos fuerza con que enfrentar a la multitud tan grande que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos. Todo Judá estaba en pie delante del Señor, con sus niños, sus mujeres y sus hijos. Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el espíritu del Señor en medio de la reunión, y dijo: —Oíd, todo Judá, y vosotros habitantes de Jerusalén, y tú, rey Josafat. El Señor os dice así: «No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.

2 CRÓNICAS 20:1-15 La Palabra (versión española) (BLP)

Algún tiempo después los moabitas y amonitas, acompañados por meunitas, se movilizaron para atacar a Josafat. Sus informadores le dijeron: —Una gran multitud procedente de Edom, al otro lado del mar, viene contra ti y ya está en Jasesón Tamar, o sea, en Enguedí. Josafat se asustó y recurrió al Señor, proclamando un ayuno para todo Judá. Gente procedente de todas las ciudades de Judá se reunió para consultar al Señor. Josafat se puso en pie en medio de la asamblea de Judá y Jerusalén, que se encontraba reunida ante el atrio nuevo del Templo del Señor, y exclamó: —Señor, Dios de nuestros antepasados: tú eres el Dios de los cielos, tú gobiernas todos los reinos de las naciones y tienes el poder y la fuerza, sin que nadie pueda resistirte. Tú, Dios nuestro, expulsaste a los habitantes de esta tierra ante tu pueblo Israel y se la entregaste a perpetuidad a la descendencia de tu amigo Abrahán. Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, pensando: «Si nos sobreviene alguna desgracia (guerra, castigo, epidemia o hambre), nos presentaremos ante ti en este Templo, donde reside tu nombre, te invocaremos en nuestra angustia, y tú nos escucharás y nos salvarás». Ahí tienes a los amonitas, moabitas y habitantes de la montaña de Seír: tú no permitiste a Israel atravesar su territorio cuando venía de Egipto, sino que los evitaron para no tener que destruirlos. Y ahora nos lo pagan viniendo a expulsarnos de la propiedad que nos diste en herencia. Dios nuestro, dales su merecido, pues nosotros nos sentimos indefensos ante esta enorme multitud que nos ataca y no sabemos qué hacer, si no es poner en ti nuestra mirada. Todos los judíos estaban en pie ante el Señor con sus chiquillos, sus mujeres y sus hijos. El espíritu del Señor inspiró entonces en medio de la asamblea a Jajaziel, hijo de Zacarías y descendiente de Benaías, Jeiel y Matanías, levita del clan de Asaf, que dijo: —Prestad todos atención, pueblo de Judá, habitantes de Jerusalén y rey Josafat. Esto os dice el Señor: No temáis ni os acobardéis ante esa gran multitud, porque la batalla no va con vosotros sino con Dios.

2 CRÓNICAS 20:1-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Algún tiempo después, los moabitas y los amonitas, aliados con los meunitas, atacaron a Josafat; entonces fueron algunos a decirle: “¡De Edom, del otro lado del Mar Muerto, viene un gran ejército contra ti! ¡Ya están en Hasesón-tamar!” (Hasesón-tamar es lo mismo que En-gadi.) Josafat sintió miedo, y decidió acudir al Señor. Así que anunció un ayuno en todo Judá, y la gente de Judá se reunió para pedir ayuda al Señor. De todas las ciudades de Judá llegó gente. Josafat se puso en pie en medio del pueblo de Judá que se había reunido en Jerusalén frente al atrio nuevo del templo del Señor, y exclamó: “Señor, Dios de nuestros antepasados, ¡tú eres el Dios del cielo, tú gobiernas a todas las naciones! ¡En tus manos están la fuerza y el poder: nadie puede oponerte resistencia! Dios nuestro, tú arrojaste de la presencia de tu pueblo Israel a los habitantes de este territorio, y se lo diste para siempre a los descendientes de Abraham, tu amigo. Después de haberse establecido aquí, construyeron un templo para ti y dijeron: ‘Si nos viene algún mal como castigo, sea la guerra, la peste o el hambre, nos presentaremos delante de este templo, porque tú estás en este templo, y en nuestras angustias te pediremos ayuda, y tú nos escucharás y nos salvarás.’ Pues ahora, aquí están los amonitas, los moabitas y los de la montaña de Seír, en cuyos territorios no quisiste que entraran los israelitas cuando venían de Egipto, sino que se apartaron de ellos y no los destruyeron. En pago de eso, ahora nos atacan para arrojarnos de tu propiedad, de la tierra que nos diste en propiedad. Dios nuestro, ¿no vas a castigarlos? Pues nosotros no tenemos fuerza suficiente para hacer frente a ese gran ejército que nos ataca. ¡No sabemos qué hacer; por eso tenemos los ojos puestos en ti!” Todo Judá estaba de pie delante del Señor, incluyendo a las mujeres y a sus hijos, aun los niños más pequeños. Y estando todo el pueblo reunido, Jahaziel, hijo de Zacarías y nieto de Benaías, que era hijo de Jeiel y nieto de Matanías, un levita descendiente de Asaf, fue poseído por el espíritu del Señor y dijo: “Poned atención, habitantes de Judá y de Jerusalén, y tú, rey Josafat. El Señor os dice: ‘No tengáis miedo ni os asustéis ante ese gran ejército, porque esta guerra no es vuestra, sino de Dios.

2 CRÓNICAS 20:1-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Después de esto, los moabitas, los amonitas y algunos de los meunitas le declararon la guerra a Josafat, y alguien fue a informarle: «Del otro lado del Mar Muerto y de Edom viene contra ti una gran multitud. Ahora están en Jazezón Tamar, es decir, en Engadi». Atemorizado, Josafat decidió consultar al SEÑOR y proclamó un ayuno en todo Judá. Los habitantes de todas las ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del SEÑOR. En el templo del SEÑOR, frente al atrio nuevo, Josafat se puso de pie ante la asamblea de Judá y de Jerusalén, y dijo: «SEÑOR, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna sobre todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte! ¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham? Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, diciendo: “Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás”. »Cuando Israel salió de Egipto, tú no le permitiste que invadiera a los amonitas, ni a los moabitas ni a los del monte de Seír, sino que lo enviaste por otro camino para que no destruyera a esas naciones. ¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia! Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!» Todos los hombres de Judá estaban de pie delante del SEÑOR, junto con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños. Entonces el Espíritu del SEÑOR vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías. Este último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba en la asamblea. Y dijo Jahaziel: «Escuchad, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escucha también tú, oh rey Josafat. Así dice el SEÑOR: “No tengáis miedo ni os acobardéis cuando veáis ese gran ejército, porque la batalla no es vuestra, sino mía.