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2 CRÓNICAS 20:17-24

2 CRÓNICAS 20:17-24 La Palabra (versión española) (BLP)

Pero no tendréis que luchar esta vez. Deteneos y quedaos quietos y veréis la victoria que os depara el Señor. Judá y Jerusalén, no temáis ni os acobardéis. Salid mañana a su encuentro, que el Señor estará con vosotros. Josafat se arrodilló rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se inclinaron ante el Señor para adorarlo. Los levitas descendientes de Queat y de Coré se levantaron para alabar a voz en grito al Señor, Dios de Israel. Al día siguiente madrugaron para salir al desierto de Tecoa y mientras iban saliendo, Josafat, en pie, les decía: —Escuchadme, Judá y habitantes de Jerusalén: Confiad en el Señor vuestro Dios y estaréis seguros; confiad en sus profetas y venceréis. Tras consultar con el pueblo, designó a algunos para que fuesen delante de la formación vestidos con ornamentos sagrados, cantando y alabando al Señor con el estribillo: «Dad gracias al Señor, porque es eterno su amor». Y en el momento en que comenzaron los cantos y las súplicas, el Señor sembró discordias entre los amonitas, los moabitas y los habitantes de la montaña de Seír que venían contra Judá, y se destruyeron entre sí. Los amonitas y los moabitas atacaron a los habitantes de la montaña de Seír hasta destrozarlos y exterminarlos; y cuando acabaron con los habitantes de Seír se pusieron a destruirse mutuamente. Cuando los de Judá llegaron al promontorio del desierto y miraron hacia la multitud, no vieron más que cadáveres caídos en tierra y ningún superviviente.

2 CRÓNICAS 20:17-24 Reina Valera 2020 (RV2020)

No tendréis que pelear vosotros en esta ocasión; apostaos y quedaos quietos; veréis cómo la salvación del Señor vendrá sobre vosotros. Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque el Señor estará con vosotros». Entonces, Josafat se inclinó rostro a tierra, y también todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron ante el Señor para adorarle. Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré para alabar con gran clamor al Señor, el Dios de Israel. Cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Mientras ellos salían, Josafat, puesto en pie, dijo: —Oídme, Judá y habitantes de Jerusalén. Creed en el Señor, vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas y seréis prosperados. Después de consultar con el pueblo, puso a algunos que, vestidos de ornamentos sagrados, cantaran y alabaran al Señor mientras salía la gente armada, y que dijeran: «Glorificad al Señor, porque su misericordia es para siempre». Cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, el Señor puso emboscadas contra los hijos de Amón, de Moab y de los montes de Seír que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros. Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los de los montes de Seír para matarlos y destruirlos; y cuando acabaron con los del monte de Seír, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero. Luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, pero solo vieron cadáveres tendidos en tierra, pues ninguno había escapado.

2 CRÓNICAS 20:17-24 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

No sois vosotros quienes vais a librar esta batalla. Tomad posiciones, estaos quietos y veréis cómo el Señor os librará. ¡Habitantes de Jerusalén y de todo Judá, no tengáis miedo ni os asustéis; marchad mañana contra ellos, porque el Señor está con vosotros!’ ” Entonces Josafat se arrodilló y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y los habitantes de Judá y Jerusalén se postraron ante el Señor para adorarlo. Y los levitas descendientes de Quehat y los descendientes de Coré empezaron a alabar en voz muy alta al Señor, Dios de Israel. A la mañana siguiente se levantaron temprano para ponerse en camino hacia el desierto de Tecoa. Y en el momento de salir, Josafat se puso en pie para decirles: “Escuchadme, habitantes de Jerusalén y de Judá: confiad en el Señor vuestro Dios, y os sentiréis seguros; confiad en vuestros profetas y todo os saldrá bien.” Después de consultar con el pueblo, nombró algunos cantores para que, vestidos con ropas sagradas y marchando al frente de las tropas, alabaran al Señor con el himno: “Dad gracias al Señor, porque su amor es eterno.” Luego, en el momento en que empezaron a cantar con alegría himnos de alabanza, el Señor creó confusión entre los amonitas, los moabitas y los de la montaña de Seír, que venían a atacar a Judá, y fueron derrotados. Pues los amonitas y los moabitas atacaron a los de la montaña de Seír y los destruyeron por completo; y cuando acabaron con ellos, se destruyeron unos a otros. Cuando los hombres de Judá llegaron al sitio desde donde se ve el desierto, y miraron hacia el ejército enemigo, solo vieron cadáveres tendidos en el suelo. ¡Nadie había logrado escapar!

2 CRÓNICAS 20:17-24 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Pero vosotros no tendréis que intervenir en esta batalla. Simplemente, quedaos quietos en vuestros puestos, para que veáis la salvación que el SEÑOR os dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengáis miedo ni os acobardéis! Salid mañana contra ellos, porque yo, el SEÑOR, estaré con vosotros”». Josafat y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén se postraron rostro en tierra y adoraron al SEÑOR, y los levitas de los hijos de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar al SEÑOR a voz en grito. Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: «Habitantes de Judá y de Jerusalén, escuchadme: ¡Confiad en el SEÑOR, y seréis librados! ¡Confiad en vuestros profetas, y tendréis éxito!» Después de consultar con el pueblo, Josafat designó a los que irían al frente del ejército para cantar al SEÑOR y alabar el esplendor de su santidad con el cántico: «Dad gracias al SEÑOR; su gran amor perdura para siempre». Tan pronto como empezaron a entonar este cántico de alabanza, el SEÑOR puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y los del monte de Seír que habían venido contra Judá, y los derrotó. De hecho, los amonitas y los moabitas atacaron a los habitantes de los montes de Seír y los mataron hasta aniquilarlos. Después de exterminar a los habitantes de Seír, ellos mismos se atacaron y se mataron unos a otros. Cuando los hombres de Judá llegaron a la torre del desierto para ver el gran ejército enemigo, no vieron sino los cadáveres que yacían en tierra. ¡Ninguno había escapado con vida!