2 CRÓNICAS 20:6-12
2 CRÓNICAS 20:6-12 Reina Valera 2020 (RV2020)
dijo: —Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y dominas sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder que no hay quien te resista? Dios nuestro, ¿no expulsaste tú a los habitantes de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de tu amigo Abrahán para siempre? Ellos la han habitado, y han edificado en ella santuario a tu nombre, por lo que han dicho: «Si mal viene sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta Casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta Casa); clamaremos a ti a causa de nuestras tribulaciones, y tú nos oirás y salvarás». Ahora, pues, aquí están los hijos de Amón y de Moab, y los de los montes de Seír, a cuya tierra no quisiste que pasara Israel cuando venía del país de Egipto, sino que se apartara de ellos y no los destruyera. Ahora ellos nos lo pagan al venir a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión. ¡Dios nuestro!, ¿no los juzgarás tú? Pues nosotros no tenemos fuerza con que enfrentar a la multitud tan grande que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.
2 CRÓNICAS 20:6-12 La Palabra (versión española) (BLP)
y exclamó: —Señor, Dios de nuestros antepasados: tú eres el Dios de los cielos, tú gobiernas todos los reinos de las naciones y tienes el poder y la fuerza, sin que nadie pueda resistirte. Tú, Dios nuestro, expulsaste a los habitantes de esta tierra ante tu pueblo Israel y se la entregaste a perpetuidad a la descendencia de tu amigo Abrahán. Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, pensando: «Si nos sobreviene alguna desgracia (guerra, castigo, epidemia o hambre), nos presentaremos ante ti en este Templo, donde reside tu nombre, te invocaremos en nuestra angustia, y tú nos escucharás y nos salvarás». Ahí tienes a los amonitas, moabitas y habitantes de la montaña de Seír: tú no permitiste a Israel atravesar su territorio cuando venía de Egipto, sino que los evitaron para no tener que destruirlos. Y ahora nos lo pagan viniendo a expulsarnos de la propiedad que nos diste en herencia. Dios nuestro, dales su merecido, pues nosotros nos sentimos indefensos ante esta enorme multitud que nos ataca y no sabemos qué hacer, si no es poner en ti nuestra mirada.
2 CRÓNICAS 20:6-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
y dijo: «SEÑOR, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna sobre todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte! ¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham? Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, diciendo: “Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás”. »Cuando Israel salió de Egipto, tú no le permitiste que invadiera a los amonitas, ni a los moabitas ni a los del monte de Seír, sino que lo enviaste por otro camino para que no destruyera a esas naciones. ¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia! Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!»
2 CRÓNICAS 20:6-12 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
y exclamó: “Señor, Dios de nuestros antepasados, ¡tú eres el Dios del cielo, tú gobiernas a todas las naciones! ¡En tus manos están la fuerza y el poder: nadie puede oponerte resistencia! Dios nuestro, tú arrojaste de la presencia de tu pueblo Israel a los habitantes de este territorio, y se lo diste para siempre a los descendientes de Abraham, tu amigo. Después de haberse establecido aquí, construyeron un templo para ti y dijeron: ‘Si nos viene algún mal como castigo, sea la guerra, la peste o el hambre, nos presentaremos delante de este templo, porque tú estás en este templo, y en nuestras angustias te pediremos ayuda, y tú nos escucharás y nos salvarás.’ Pues ahora, aquí están los amonitas, los moabitas y los de la montaña de Seír, en cuyos territorios no quisiste que entraran los israelitas cuando venían de Egipto, sino que se apartaron de ellos y no los destruyeron. En pago de eso, ahora nos atacan para arrojarnos de tu propiedad, de la tierra que nos diste en propiedad. Dios nuestro, ¿no vas a castigarlos? Pues nosotros no tenemos fuerza suficiente para hacer frente a ese gran ejército que nos ataca. ¡No sabemos qué hacer; por eso tenemos los ojos puestos en ti!”