2 CRÓNICAS 32:1-8
2 CRÓNICAS 32:1-8 Reina Valera 2020 (RV2020)
Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib, rey de los asirios, invadió Judá y acampó contra las ciudades fortificadas con la intención de conquistarlas. Al ver Ezequías que Senaquerib había llegado con la intención de combatir a Jerusalén, consultó con sus príncipes y sus hombres valientes y les propuso cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad; y ellos lo apoyaron. Entonces, se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes y el arroyo que corría a través del territorio, pues dijeron: —¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vengan? Con ánimo resuelto edificó luego Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres y otro muro por fuera; fortificó además a Milo, en la Ciudad de David, y también hizo muchas espadas y escudos. Puso capitanes de guerra sobre el pueblo, los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y les habló al corazón: —Esforzaos y animaos; no temáis ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él está el brazo de carne, pero con nosotros está el Señor, nuestro Dios, para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías, rey de Judá.
2 CRÓNICAS 32:1-8 La Palabra (versión española) (BLP)
Después de estas muestras de fidelidad, Senaquerib, el rey de Asiria, invadió Judá, puso cerco a las ciudades fortificadas y ordenó conquistarlas. Cuando Ezequías advirtió que Senaquerib venía con intención de atacar a Jerusalén, propuso a sus jefes y oficiales cegar las fuentes de agua que había fuera de la ciudad y ellos lo apoyaron. Se reunió mucha gente que cegó todos los manantiales y el arroyo subterráneo, diciendo: —¡Cuando lleguen los reyes de Asiria no van a encontrar mucha agua! Ezequías se armó de valor y reconstruyó todas las partes derruidas de la muralla, levantó torres y una segunda muralla exterior, fortificó el terraplén de la ciudad de David y mandó fabricar gran cantidad de lanzas y escudos. Puso también jefes militares al frente del pueblo y luego reunió a todo el mundo en la plaza principal de la ciudad y los arengó con estas palabras: —¡Valor y coraje! No temáis ni os asustéis del rey de Asiria y de la multitud que lo acompaña, pues contamos con algo más que él: él cuenta con fuerzas humanas, pero nosotros contamos con el Señor nuestro Dios que está dispuesto a ayudarnos y a combatir con nosotros. Y la gente quedó reconfortada con las palabras de Ezequías, rey de Judá.
2 CRÓNICAS 32:1-8 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Después de estas cosas y de esta muestra de fidelidad, llegó Senaquerib, rey de Asiria, invadió Judá y puso cerco a las ciudades fortificadas, con intención de conquistarlas. Al ver Ezequías que Senaquerib había llegado resuelto a atacar a Jerusalén, consultó a sus jefes civiles y militares y les propuso cegar los manantiales que había fuera de la ciudad, y ellos estuvieron de acuerdo. Entonces se reunió mucha gente y cegaron todos los manantiales, así como el canal subterráneo, para que cuando llegaran los reyes de Asiria no encontraran agua abundante. Ezequías se armó de ánimo y reconstruyó la muralla, y también construyó torres sobre ella, y una muralla exterior. Fortificó además el terraplén de la Ciudad de David y fabricó buena cantidad de lanzas y escudos. Luego puso oficiales al mando de la gente, los reunió en la explanada de la puerta de la ciudad y les dio ánimo, diciéndoles: “¡Sed fuertes y valientes! No tengáis miedo ni os desaniméis ante el rey de Asiria y todo el numeroso ejército que le acompaña, porque nosotros tenemos más que él. Él cuenta con la fuerza de los hombres, pero con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos a pelear nuestras batallas.” Al oir las palabras del rey Ezequías, el pueblo se sintió animado.
2 CRÓNICAS 32:1-8 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Después de semejante muestra de fidelidad por parte de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, marchó contra Judá y sitió las ciudades fortificadas, dispuesto a conquistarlas. Cuando Ezequías se enteró de que Senaquerib se dirigía también hacia Jerusalén con el propósito de atacarla, se reunió con sus jefes civiles y militares y les propuso cegar los manantiales que había fuera de la ciudad, y ellos lo apoyaron. Entonces se juntó mucha gente, y entre todos cegaron los manantiales y el arroyo que atravesaba la región, pues no querían que al llegar los reyes de Asiria encontraran agua en abundancia. Armándose de valor, Ezequías reconstruyó toda la muralla que había sido derribada y levantó torres sobre ella; también construyó un muro exterior, fortificó los terraplenes de la Ciudad de David y mandó fabricar muchas lanzas y escudos. Luego puso jefes militares al frente del ejército y, después de reunirlos en la plaza frente a la puerta de la ciudad, los arengó con estas palabras: «¡Cobrad ánimo y armaos de valor! No os asustéis ni os acobardéis ante el rey de Asiria y su numeroso ejército, porque nosotros contamos con alguien que es más poderoso. Él se apoya en la fuerza humana, mientras que nosotros contamos con el SEÑOR nuestro Dios, quien nos brinda su ayuda y pelea nuestras batallas». Al oír las palabras de Ezequías, rey de Judá, el pueblo se tranquilizó.