2 REYES 17:5-23
2 REYES 17:5-23 Reina Valera 2020 (RV2020)
Luego, el rey de Asiria invadió todo el país y sitió a Samaria, y estuvo sobre ella tres años. En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria y llevó a Israel cautivo a Asiria. Los estableció en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos. Esto sucedió porque los hijos de Israel pecaron contra el Señor, su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, de bajo la mano de Faraón, rey de Egipto. Adoraron a dioses ajenos y anduvieron en los estatutos de las naciones que el Señor había expulsado de delante de ellos, así como en los estatutos que hicieron los reyes de Israel. Los hijos de Israel hicieron secretamente cosas impropias contra el Señor, su Dios: se edificaron lugares altos en todas las ciudades, desde las torres de vigilancia hasta las ciudades fortificadas, y levantaron estatuas e imágenes de Asera en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso. Quemaron incienso en todos los lugares altos, a la manera de las naciones que el Señor había expulsado de su presencia, e hicieron cosas muy malas para provocar a ira al Señor. Servían además a los ídolos, acerca de los cuales el Señor les había dicho: «Vosotros no habéis de hacer tal cosa». El Señor amonestó entonces a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y de todos los videntes, que les decían: «Volveos de vuestros malos caminos y cumplid mis mandamientos y mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que yo prescribí a vuestros padres y que os he enviado por medio de mis siervos los profetas». Pero ellos no obedecieron, sino que se obstinaron tanto como sus padres, los cuales no creyeron en el Señor, su Dios. Desecharon sus estatutos, el pacto que él había hecho con sus padres y los testimonios que él les había prescrito, pues siguieron la vanidades y se hicieron vanos ellos mismos, por imitar a las naciones que estaban alrededor de ellos, aunque el Señor les había mandado que no obraran como ellas. Dejaron todos los mandamientos del Señor, su Dios; se hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también imágenes de Asera; adoraron a todo el ejército de los cielos y sirvieron a Baal; e incluso llegaron a quemar a sus hijos e hijas en sacrificio, practicaron la adivinación y la hechicería, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos del Señor, con lo que provocaron su ira. Por todo ello, el Señor se enfureció tanto contra Israel, que los quitó de delante de su rostro, y solo quedó la tribu de Judá. Pero ni aun Judá guardó los mandamientos del Señor, su Dios, sino que anduvieron en las costumbres que Israel había establecido. Entonces desechó el Señor a toda la descendencia de Israel, los afligió y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia. Cuando separó a Israel de la casa de David y ellos hicieron rey a Jeroboam hijo de Nabat, Jeroboam apartó a Israel del camino del Señor y les hizo cometer un gran pecado. Los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados que cometió Jeroboam y no se apartaron de ellos, hasta que el Señor apartó a Israel de su presencia, como lo había anunciado por medio de todos los profetas, sus siervos. Así Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta el día de hoy.
2 REYES 17:5-23 La Palabra (versión española) (BLP)
Luego el rey de Asiria invadió el país, atacó a Samaría y la asedió durante tres años. Finalmente, el año noveno de Oseas, tomó Samaría y deportó a los israelitas a Asiria, estableciéndolos en Jalaj, en las riberas del Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de Media. Esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, que los sacó del país de Egipto y del poder de su rey, el faraón. Habían adorado a otros dioses, imitando las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas y las costumbres que los reyes de Israel habían introducido. Los israelitas hicieron cosas inadmisibles ante el Señor, su Dios: se hicieron santuarios en los montes de todas sus ciudades, desde las torres de vigía hasta las plazas fuertes y erigieron columnas y postes sagrados en cualquier colina alta y bajo cualquier árbol frondoso, quemando en ellos incienso como las naciones que el Señor había deportado ante ellos y cometiendo maldades que provocaron la indignación del Señor. Sirvieron a los ídolos, aunque el Señor les había prohibido hacer tal cosa. El Señor había advertido a Israel y a Judá, por medio de todos sus profetas y videntes: «Apartaos de vuestro mal camino y guardad mis mandatos y preceptos, de acuerdo con la ley que di a vuestros antepasados y que os transmití por medio de mis siervos, los profetas». Pero ellos no hicieron caso, se obstinaron tanto como sus antepasados que no habían confiado en el Señor su Dios, y despreciaron sus decretos, la alianza que había hecho con sus antepasados y las advertencias que les había hecho. Siguieron al vacío y se quedaron vacíos; siguieron a las naciones de su alrededor, aunque el Señor les había prohibido imitarlas. Abandonaron los mandamientos del Señor, su Dios: se fabricaron dos becerros de metal fundido y una representación de Astarté y adoraron a todas las fuerzas astrales y a Baal. Incluso llegaron a quemar a sus hijos e hijas en sacrificio, practicaron la adivinación y la brujería y se dedicaron a ofender al Señor y a provocar su indignación. Por todo ello el Señor se enfureció contra Israel, los expulsó de su presencia, y solo quedó la tribu de Judá. Pero tampoco Judá guardó los mandamientos del Señor, su Dios, sino que imitó las costumbres introducidas por Israel. El Señor rechazó a toda la estirpe de Israel y la humilló, entregándola en poder de saqueadores, hasta que los expulsó de su presencia. Cuando Israel se separó de la dinastía de David y eligieron rey a Jeroboán, el hijo de Nabat, Jeroboán apartó a Israel de su Señor y le hizo cometer un pecado grave. En efecto, los israelitas imitaron todos los pecados de Jeroboán, sin apartarse de ellos, hasta que el Señor terminó por expulsar a Israel de su presencia, como había anunciado por medio de sus siervos, los profetas, e Israel fue deportado desde su tierra a Asiria, donde permanecen hasta el presente.
2 REYES 17:5-23 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
luego invadió el país entero y sitió a Samaria, manteniendo el sitio durante tres años. Finalmente, en el año nueve del reinado de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y a los israelitas los llevó cautivos a Asiria y los estableció en Halah, en la región del Habor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos. Esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, que los hizo salir de Egipto y los libró del dominio del faraón, rey de Egipto, pues adoraron a otros dioses y siguieron las prácticas de las naciones que el Señor había arrojado de la presencia de ellos, así como las establecidas por los reyes de Israel. Además, los israelitas pronunciaron palabras impropias contra el Señor su Dios y construyeron santuarios paganos en todas sus ciudades, lo mismo en las torres de vigilancia que en las ciudades fortificadas. También levantaron piedras sagradas y representaciones de Asera en cada colina y bajo todo árbol frondoso, y, conforme a las prácticas de las naciones que el Señor había desterrado de la presencia de ellos, quemaron incienso y cometieron acciones malvadas, provocando así la ira del Señor. Adoraron ídolos, cosa que el Señor les había prohibido expresamente. Por medio de todos los profetas y videntes, ya el Señor había advertido a los israelitas que se convirtieran de sus malos caminos y que cumplieran los mandamientos y leyes de toda la enseñanza que él había dado a sus antepasados por medio de sus siervos los profetas. Pero ellos no hicieron caso, sino que fueron tan tercos como sus antepasados, los cuales no confiaron en el Señor su Dios, y despreciaron sus leyes, y el pacto que había hecho con sus antepasados, y los mandatos que les había dado. Además siguieron a dioses que nada valían, con lo que también ellos perdieron su valor, e imitaron a las naciones que había a su alrededor, cosa que el Señor les había prohibido. Dejaron todos los mandamientos del Señor su Dios y se hicieron dos becerros de bronce fundido y una representación de Asera, y además adoraron a todos los astros del cielo y a Baal. También hicieron quemar a sus hijos e hijas, practicaron la adivinación y los augurios y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos del Señor, provocando así su ira. Por lo tanto, el Señor se enfureció contra Israel y lo arrojó de su presencia, y no dejó más que a la tribu de Judá. Pero tampoco Judá cumplió los mandamientos del Señor su Dios, sino que siguió las prácticas que los de Israel habían establecido. Entonces el Señor rechazó a todos los descendientes de los israelitas, y los humilló entregándolos en manos de salteadores hasta arrojarlos de su presencia. Separó de la dinastía de David a Israel, y los de Israel hicieron rey a Jeroboam, hijo de Nabat, quien hizo que los israelitas se apartaran del Señor y pecaran gravemente. Así los de Israel cometieron los mismos pecados que había cometido Jeroboam, y no los abandonaron. Finalmente, el Señor apartó de su presencia a Israel, como lo había anunciado por medio de todos los profetas, sus siervos, y así los de Israel fueron llevados cautivos a Asiria, donde siguen hasta el día de hoy.
2 REYES 17:5-23 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Después invadió el país entero, marchó contra Samaria y sitió la ciudad durante tres años. En el año noveno del reinado de Oseas, el rey de Asiria, después de conquistar Samaria, deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, en Gozán (que está junto al río Jabor) y en las ciudades de los medos. Todo esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el SEÑOR su Dios, que los había sacado de Egipto, librándolos del poder del faraón, rey de Egipto. Adoraron a otros dioses y siguieron las costumbres de las naciones que el SEÑOR había expulsado delante de ellos, como también las prácticas que introdujeron los reyes de Israel. Además blasfemaron contra el SEÑOR su Dios, y dondequiera que habitaban se construían altares paganos. Desde las torres de vigilancia hasta las ciudades fortificadas, y en cada colina y bajo todo árbol frondoso, erigieron piedras sagradas e imágenes de la diosa Aserá; y en todos los altares paganos quemaron incienso, siguiendo el ejemplo de las naciones que el SEÑOR había desterrado delante de ellos. Fueron tantas las maldades que cometieron que provocaron la ira del SEÑOR. Rindieron culto a los ídolos, aunque el SEÑOR se lo había prohibido categóricamente. Por eso el SEÑOR les dio esta advertencia a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes: «¡Volveos de vuestros malos caminos! Cumplid mis mandamientos y decretos, y obedeced todas las leyes que ordené a vuestros antepasados, y que os di a conocer a vosotros por medio de mis siervos los profetas». Con todo, no hicieron caso, sino que fueron tan tercos como lo habían sido sus antepasados, que no confiaron en el SEÑOR su Dios. Rechazaron los decretos y las advertencias del SEÑOR y el pacto que él había hecho con sus antepasados. Se fueron tras ídolos inútiles, de modo que se volvieron inútiles ellos mismos; y, aunque el SEÑOR lo había prohibido, siguieron las costumbres de las naciones vecinas. Abandonaron todos los mandamientos del SEÑOR su Dios, y se hicieron dos ídolos fundidos en forma de becerro y una imagen de la diosa Aserá. Se postraron ante todos los astros del cielo y adoraron a Baal; sacrificaron en el fuego a sus hijos e hijas; practicaron la adivinación y la hechicería; en fin, se entregaron a hacer lo que ofende al SEÑOR, provocando así su ira. Por lo tanto, el SEÑOR se enojó mucho contra Israel y lo arrojó de su presencia. Solo quedó la tribu de Judá. Pero aun Judá dejó de cumplir los mandatos del SEÑOR su Dios y siguió las costumbres que introdujo Israel. Por eso el SEÑOR rechazó a todos los israelitas: los afligió y los entregó en manos de invasores, y acabó por arrojarlos de su presencia. Cuando él arrancó de la familia de David a los israelitas, estos hicieron rey a Jeroboán hijo de Nabat. Jeroboán, por su parte, los alejó del camino del SEÑOR y los hizo cometer un gran pecado. De hecho, los israelitas imitaron todos los pecados de Jeroboán y no se apartaron de ellos. Finalmente, el SEÑOR arrojó a Israel de su presencia, tal como lo había anunciado por medio de sus siervos los profetas. Así pues, fueron desterrados y llevados cautivos a Asiria, donde hasta el día de hoy se han quedado.