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2 REYES 21:1-9

2 REYES 21:1-9 Reina Valera 2020 (RV2020)

Doce años tenía Manasés cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. El nombre de su madre era Hepsiba. Pero hizo lo malo ante los ojos del Señor, pues imitó las abominaciones de las naciones que el Señor había expulsado de delante de los hijos de Israel. Reedificó los lugares altos que su padre Ezequías había derribado, levantó altares a Baal e hizo una imagen de Asera, como había hecho Acab, rey de Israel. Adoró además a todo el ejército de los cielos y rindió culto a aquellas cosas. Asimismo, edificó altares en la casa del Señor, de la que el Señor había dicho: «En Jerusalén pondré mi nombre». Y edificó altares para todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa del Señor. Además, sacrificio en el fuego a su hijo, y practicó la magia y la hechicería, y consultó a nigromantes y a espiritistas, con lo que multiplicó la maldad de sus hechos ante los ojos del Señor, provocando así su ira. También puso una imagen de Asera, hecha por él, en la casa de la cual el Señor había dicho a David y a Salomón, su hijo: «Pondré mi nombre para siempre en esta casa y en Jerusalén, a la cual escogí de entre todas las tribus de Israel. No volveré a hacer que Israel ande errante, lejos de la tierra que di a sus padres, con tal que cumplan todas las cosas que yo les he mandado y las guarden, conforme a toda la ley que mi siervo Moisés les mandó». Pero ellos no escucharon, y Manasés los indujo a que obraran peor que las naciones que el Señor había destruido delante de los hijos de Israel.

2 REYES 21:1-9 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Hepsiba. Pero sus hechos fueron malos a los ojos del Señor, pues practicó las mismas infamias de las naciones que el Señor había arrojado de delante de los israelitas: reconstruyó los santuarios paganos que Ezequías, su padre, había destruido; levantó altares a Baal e hizo una imagen de Asera, como había hecho Ahab, rey de Israel; además adoró y rindió culto a todos los astros del cielo, y construyó altares en el templo del Señor, acerca del cual el Señor había dicho que sería la residencia de su nombre en Jerusalén. Levantó otros altares en los dos atrios del templo del Señor y los dedicó a todos los astros del cielo. Además hizo quemar a sus hijos en sacrificio, practicó la invocación de espíritus y la adivinación, y estableció el espiritismo y la hechicería. Tan malos fueron sus hechos a los ojos del Señor, que acabó por provocar su indignación. También colocó en el templo del Señor una imagen de Asera; en el templo acerca del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: “Este templo de Jerusalén, que he escogido entre todas las tribus de Israel, será para siempre la residencia de mi nombre. No volveré a arrojar a los israelitas de la tierra que di a sus antepasados, con tal de que cumplan y practiquen todo lo que les he ordenado y todas las enseñanzas que les dio mi siervo Moisés.” Pero ellos no hicieron caso. Por el contrario, Manasés los llevó a actuar con más perversidad que las naciones que el Señor había aniquilado delante de los israelitas.

2 REYES 21:1-9 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Manasés tenía doce años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre era Hepsiba. Manasés hizo lo que ofende al SEÑOR, pues practicaba las repugnantes ceremonias de las naciones que el SEÑOR había expulsado delante de los israelitas. Reconstruyó los altares paganos que su padre Ezequías había destruido; además, erigió otros altares en honor de Baal e hizo una imagen de la diosa Aserá, como había hecho Acab, rey de Israel. Se postró ante todos los astros del cielo y los adoró. Construyó altares en el templo del SEÑOR, lugar del cual el SEÑOR había dicho: «Jerusalén será el lugar donde yo habite». En ambos atrios del templo del SEÑOR construyó altares en honor de los astros del cielo. Sacrificó en el fuego a su propio hijo, practicó la magia y la hechicería, y consultó a nigromantes y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al SEÑOR, provocando así su ira. Tomó la imagen de la diosa Aserá que él había hecho y la puso en el templo, lugar del cual el SEÑOR había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, he decidido habitar para siempre. Nunca más dejaré que los israelitas anden perdidos fuera de la tierra que les di a sus antepasados, siempre y cuando tengan cuidado de cumplir todo lo que yo les he ordenado, es decir, toda la ley que les dio mi siervo Moisés». Pero no hicieron caso; Manasés los descarrió, de modo que se condujeron peor que las naciones que el SEÑOR destruyó delante de ellos.