2 PEDRO 3:8-14
2 PEDRO 3:8-14 Reina Valera 2020 (RV2020)
De cualquier modo, amados, no ignoréis una cosa, y es que para el Señor un día es como mil años y mil años son como un día. El Señor no retarda su promesa, tal como algunos piensan, sino que es paciente con nosotros, pues no quiere que ninguno perezca, sino que todos se arrepientan. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. En ese día los cielos desaparecerán en medio de un gran estruendo, los elementos del mundo arderán y serán reducidos a cenizas, y la tierra, junto con todo lo que hay en ella, será quemada. Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas, conviene que vuestra manera de vivir sea santa y piadosa, mientras esperáis con ansias la venida del día de Dios. Ese día, los cielos arderán y serán destruidos, y los elementos se derretirán por el calor del fuego. Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales habita la justicia. Por eso, amados, mientras esperáis que estas cosas sucedan, haced todo lo posible para ser hallados en paz, intachables e irreprensibles.
2 PEDRO 3:8-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Pero no olvidéis, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años, como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada. Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberíais vivir como Dios manda, siguiendo una conducta intachable y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia. Por eso, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, esforzaos para que Dios os halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él.
2 PEDRO 3:8-14 La Palabra (versión española) (BLP)
De cualquier modo, queridos, no debéis olvidar que, para el Señor, un día es como mil años, y mil años como un día. No es que el Señor se retrase en cumplir lo prometido, como algunos piensan; es que tiene paciencia con vosotros y no quiere que nadie se pierda, sino que todos se conviertan. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. Entonces los cielos se derrumbarán con estrépito, los elementos del mundo quedarán pulverizados por el fuego y desaparecerá la tierra con cuanto hay en ella. Si, pues, todo esto ha de ser aniquilado, ¡qué vida tan entregada a Dios y tan fiel debe ser la vuestra, mientras esperáis y aceleráis la venida del día de Dios! Ese día, en que los cielos arderán y se desintegrarán y en que los elementos del mundo se derretirán consumidos por el fuego. Nosotros, sin embargo, confiados en la promesa de Dios, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva que sean morada de rectitud. Por tanto, queridos, en espera de tales acontecimientos, esforzaos por vivir en paz con Dios, limpios e intachables.
2 PEDRO 3:8-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Además, queridos hermanos, no olvidéis que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. No es que el Señor se demore en cumplir su promesa, como algunos suponen. Lo que sucede es que tiene paciencia con vosotros, pues no quiere que nadie muera, sino que todos se vuelvan a Dios. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. Entonces los cielos se desharán con un ruido espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, quedará sometida al juicio de Dios. Puesto que todo va a ser destruido de esa manera, ¡con cuánta santidad y devoción debéis vivir! Esperad la llegada del día de Dios, y haced lo posible por apresurarla. Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán entre las llamas; pero nosotros esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido, en los que todo será justo y bueno. Por eso, queridos hermanos, mientras esperáis estas cosas, haced todo lo posible para que Dios os encuentre en paz, sin mancha ni culpa.