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2 SAMUEL 14:1-13

2 SAMUEL 14:1-13 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Joab, hijo de Seruiá, sabía que el rey echaba mucho de menos a Absalón, así que mandó traer de Tecoa a una mujer muy astuta que allí vivía. Le dijo: “Finge que estás de duelo y vístete de luto; y no te pongas perfume, pues debes parecer una mujer que durante mucho tiempo ha estado de luto por algún muerto. Luego preséntate ante el rey y repite exactamente lo que te voy a decir.” Luego que Joab le dijo lo que tenía que repetir, aquella mujer de Tecoa fue ante el rey, e inclinándose hasta tocar el suelo con la frente en señal de reverencia, le dijo: –¡Dígnese Su Majestad ayudarme! –¿Qué te pasa? –le preguntó el rey. Ella respondió: –Yo soy viuda, mi marido ha muerto, y dos hijos que tenía esta servidora de Su Majestad tuvieron una pelea en el campo; y como no hubo quien los separara, uno de ellos hirió al otro y lo mató. Y ahora todos mis parientes se han puesto en contra mía y quieren que yo les entregue al que mató a su hermano, para vengar la muerte del que fue asesinado y al mismo tiempo quitar de en medio al único heredero. Así van a apagar la única brasa que me ha quedado, y van a dejar a mi marido sin ningún descendiente que lleve su nombre en la tierra. Entonces el rey respondió a la mujer: –Vete a tu casa, que yo voy a dar órdenes en favor tuyo. La mujer le contestó: –Mi rey y señor, si alguien ha de cargar con la culpa, que seamos yo y mi familia paterna, pero no Su Majestad ni su gobierno. El rey contestó: –Al que te amenace, tráemelo, y no volverá a molestarte más. Pero ella insistió: –¡Ruego a Su Majestad que invoque al Señor su Dios, para que el pariente que quiera vengar la muerte de mi hijo no aumente la destrucción matándome también al otro! El rey afirmó: –¡Te juro por el Señor que no caerá al suelo ni un pelo de la cabeza de tu hijo! Pero la mujer siguió diciendo: –Permita Su Majestad que esta servidora suya diga tan solo una palabra más. –Habla –dijo el rey. Entonces la mujer preguntó: –¿Por qué, pues, piensa Su Majestad hacer esto mismo contra el pueblo de Dios? Según lo que Su Majestad ha dicho, resulta culpable por no dejar que regrese su hijo desterrado.

2 SAMUEL 14:1-13 Reina Valera 2020 (RV2020)

Joab hijo de Sarvia supo que el corazón del rey se inclinaba por Absalón, por lo que mandó traer una mujer astuta de Tecoa, y le dijo: —Te ruego que finjas estar de duelo y te vistas ropas de luto; no te unjas con óleo, sino preséntate como una mujer que hace mucho tiempo está de duelo por algún muerto. Luego te presentarás delante del rey y le dirás todo lo que te voy a decir. Y le explicó Joab lo que debía decir. Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y se postró sobre su rostro en tierra para hacer una reverencia, y dijo: —¡Socórreme, oh rey! —¿Qué tienes? —le dijo el rey. Ella respondió: —Yo a la verdad soy una mujer viuda; mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos. Los dos riñeron en el campo, y como no había quien los separara, uno hirió al otro y lo mató. Y ahora toda la familia se ha levantado contra tu sierva, y dicen: «Entrega al asesino de su hermano, para que lo hagamos morir por la vida del hermano a quien él mató, y matemos también al heredero». Así apagarán el ascua que me ha quedado, y dejarán a mi marido sin nombre ni descendencia sobre la tierra. Entonces el rey dijo a la mujer: —Vete a tu casa, y yo daré órdenes con respecto a ti. La mujer de Tecoa dijo al rey: —¡Rey y señor mío, que caiga la culpa sobre mí y sobre la casa de mi padre!, pero que el rey y su trono queden sin culpa. El rey respondió: —Al que hable contra ti, tráelo ante mí, y no te tocará más. Dijo ella entonces: —Te ruego, oh rey, que te acuerdes del Señor, tu Dios, para que el vengador del delito de sangre no aumente el daño y no destruya a mi hijo. Él respondió: —¡Vive el Señor, que no caerá en tierra ni un cabello de la cabeza de tu hijo! La mujer prosiguió: —Te ruego que permitas a tu sierva decir algo más a mi señor, el rey. —Habla —respondió el rey. La mujer añadió: —¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque al decir el rey estas cosas, se confiesa culpable él mismo, por cuanto el rey no deja volver a su desterrado.

2 SAMUEL 14:1-13 La Palabra (versión española) (BLP)

Joab, hijo de Seruyá, se dio cuenta de que el rey echaba de menos a Absalón. Entonces mandó que le trajeran de Tecoa una mujer astuta que vivía allí. Joab le dijo: —Finge que estás de luto, ponte ropa de luto y no te eches perfume, para que parezcas una mujer que desde hace tiempo guarda luto por un difunto. Preséntate al rey y dile lo que te voy a decir. Y Joab sugirió a la mujer lo que tenía que decir. La mujer de Tecoa se presentó ante el rey, inclinó su rostro e hizo una reverencia. Luego le dijo: —Socórreme, majestad. El rey le preguntó: —¿Qué te pasa? Ella respondió: —Que soy una mujer viuda, pues mi marido murió. Tu servidora tenía dos hijos: tuvieron una pelea en el campo y, sin nadie que los separara, uno golpeó al otro y lo mató. Y ahora toda la familia se me ha enfrentado, exigiendo que les entregue al fratricida, para darle muerte, vengar a su hermano asesinado y acabar también con el único heredero. Así apagarán el rescoldo que me queda y dejarán a mi marido sin apellido ni descendencia sobre la tierra. El rey le dijo a la mujer: —Vete a casa, que yo solucionaré tu problema. La mujer de Tecoa insistió: —Majestad, yo y mi familia somos los responsables; el rey y su trono no tienen culpa. El rey le dijo: —Si alguien te dice algo, me lo traes, que no te volverá a molestar. Ella le dijo: —Su majestad pida a Dios que el defensor de la sangre no aumente las desgracias, acabando con mi hijo. Él afirmó: —¡Vive Dios, que nadie tocará ni un pelo de tu hijo! La mujer insistió: —Permita su majestad que su servidora añada algo más. El rey le dijo: —Habla. La mujer dijo: —¿Por qué, entonces, proyectas hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Tus mismas palabras te acusan, majestad, por no dejar volver a tu desterrado.

2 SAMUEL 14:1-13 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Joab hijo de Sarvia se dio cuenta de que el rey echaba mucho de menos a Absalón. Por eso mandó traer a una mujer muy astuta, la cual vivía en Tecoa, y le dijo: ―Quiero que te vistas de luto, y que no te eches perfume, sino que finjas estar de duelo, como si llevaras mucho tiempo llorando la muerte de alguien. Luego Joab le ordenó presentarse ante el rey, explicándole antes lo que tenía que decirle. Cuando aquella mujer de Tecoa se presentó ante el rey, le hizo una reverencia y se postró rostro en tierra. ―¡Ayúdame, oh rey! —exclamó. ―¿Qué te pasa? —le preguntó el rey. ―Soy una pobre viuda —respondió ella—; mi esposo ha muerto. Esta tu sierva tenía dos hijos, los cuales se pusieron a pelear en el campo. Como no había nadie que los separara, uno de ellos le asestó un golpe al otro y lo mató. Pero ahora resulta que toda la familia se ha puesto en contra de esta tu sierva. Me exigen que entregue al asesino para que lo maten, y así vengar la muerte de su hermano, aunque al hacerlo eliminen al heredero. La verdad es que de esa manera apagarían la última luz de esperanza que me queda, y dejarían a mi esposo sin nombre ni descendencia sobre la tierra. ―Regresa a tu casa, que yo me encargaré de este asunto —respondió el rey. Pero la mujer de Tecoa replicó: ―Oh rey, mi señor, que la culpa caiga sobre mí y sobre mi familia, y no sobre el rey ni su trono. ―Si alguien te amenaza —insistió el rey—, tráemelo para que no vuelva a molestarte. Entonces ella le suplicó: ―¡Ruego a mi rey invocar al SEÑOR tu Dios, para que quien deba vengar la muerte de mi hijo no aumente mi desgracia matando a mi otro hijo! ―¡Tan cierto como que el SEÑOR vive —respondió el rey—, juro que tu hijo no perderá ni un solo cabello! Pero la mujer siguió diciendo: ―Permite mi señor y rey a esta tu sierva decir algo más. ―Habla. ―¿Cómo es que intentas hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Al prometerme el rey estas cosas, se declara culpable, pues no deja regresar a su hijo desterrado.