HECHOS 11:1-18
HECHOS 11:1-18 Reina Valera 2020 (RV2020)
Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Por eso, cuando Pedro subió a Jerusalén, los creyentes provenientes del judaísmo discutían con él diciendo: —¿Por qué has entrado en casa de gente no judía y has comido con ellos? Comenzó entonces a relatarles ordenadamente todo lo ocurrido. Les dijo: —Estaba yo orando en la ciudad de Jope, y de pronto caí en éxtasis y tuve una visión: algo semejante a un gran lienzo suspendido por las cuatro puntas que descendía del cielo y llegaba hasta mí. Me fijé bien en él y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y aves del cielo. Y oí una voz que me decía: «¡Venga, Pedro, mata y come!». Yo repliqué: «Señor, no, ninguna cosa profana o impura entró jamás en mi boca». Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: «Lo que Dios limpió, no lo llames tú impuro». Esto sucedió tres veces y después volvió todo a ser elevado al cielo. En aquel instante llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba. Venían a buscarme desde Cesarea, y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudarlo. Conmigo fueron también estos seis hermanos y entramos en casa de un hombre que nos contó cómo había visto en su casa a un ángel que, puesto en pie, le dijo: «Envía a alguien a Jope y haz venir a Simón, a quien también se conoce como Pedro. Él te dirá cómo tú y todos los de tu casa podéis ser salvos». Cuando comencé a hablar, descendió el Espíritu Santo sobre ellos, como también lo hizo sobre nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor: «Juan ciertamente bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo». Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios? Los creyentes provenientes del judaísmo, oídas estas cosas, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: —¡De manera que Dios también les ha concedido a los gentiles la oportunidad de arrepentirse para que tengan vida!
HECHOS 11:1-18 La Palabra (versión española) (BLP)
Los apóstoles y los fieles de origen judío se enteraron de que los no judíos habían recibido también el mensaje de Dios. Así que, cuando Pedro subió a Jerusalén, les faltó tiempo a los partidarios de la circuncisión para echarle en cara en tono acusador: —¡Has entrado en casa de incircuncisos y hasta has comido con ellos! Pedro comenzó entonces a relatarles detalladamente y desde el principio lo ocurrido. —Estaba yo orando en Jope —les dijo— cuando caí en éxtasis y tuve una visión. Vi algo así como un enorme lienzo que descendía del cielo colgado de sus cuatro puntas y que llegaba hasta mí. Al mirarlo con detenimiento, comprobé que contenía cuadrúpedos, fieras, reptiles y aves. En esto oí una voz que me decía: «¡Anda, Pedro, mata y come!». «¡De ninguna manera, Señor —respondí—, pues jamás entró en mi boca nada profano o impuro!». La voz replicó por segunda vez desde el cielo: «No consideres tú profano lo que Dios ha purificado». Esto ocurrió por tres veces, y después todo volvió al cielo. En ese mismo momento llegaron tres hombres a la casa donde me encontraba. Venían a buscarme desde Cesarea, y el Espíritu me había dicho que los acompañara sin ningún reparo. Mis seis acompañantes, aquí presentes, entraron conmigo en casa de aquel hombre, que nos refirió cómo en su propia casa se le había aparecido un ángel para decirle: «Envía a alguien a Jope y haz venir a Simón, a quien también se conoce como Pedro. Él te hablará de algo que puede ser tu salvación y la de tu familia». Apenas comencé a hablarles, descendió sobre ellos el Espíritu Santo, como lo hizo sobre nosotros al principio. Recordé entonces que el Señor había dicho: «Juan bautizaba con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo». Por consiguiente, si Dios les concedió el mismo don que a nosotros que hemos creído en Jesucristo, el Señor, ¿quién era yo para oponerme a Dios? Estas razones hicieron callar a los oyentes, que alabaron a Dios y comentaron: —¡Así que Dios ha concedido también a los no judíos la oportunidad de convertirse para alcanzar la vida eterna!
HECHOS 11:1-18 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea recibieron noticias de que también los no judíos habían aceptado el mensaje de Dios. Pero cuando Pedro volvió a Jerusalén, algunos creyentes procedentes del judaísmo le reprocharon diciendo: –¿Por qué fuiste a visitar a los que no son judíos y a comer con ellos? Pedro les contó desde el principio lo que había sucedido. Les dijo: –Estaba yo en la ciudad de Jope, y mientras oraba tuve una visión. Vi algo semejante a un gran lienzo atado por sus cuatro puntas que bajaba del cielo hasta donde yo me encontraba. Miré atentamente lo que había dentro, y vi cuadrúpedos y fieras, reptiles y aves. Y oí una voz que me decía: ‘Levántate, Pedro; mata y come.’ Contesté: ‘No, Señor, porque nunca ha entrado en mi boca nada profano ni impuro.’ Entonces la voz del cielo me habló de nuevo diciendo: ‘Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.’ Esto sucedió tres veces y luego todo volvió a subir al cielo. En aquel momento, tres hombres enviados desde Cesarea a buscarme llegaron a la casa donde estábamos. El Espíritu me mandó que, sin dudarlo, fuera con ellos. Y también fueron conmigo estos seis hermanos. Todos entramos en casa de cierto hombre que nos contó cómo en su casa había visto a un ángel que, puesto en pie, le había dicho: ‘Manda a alguien a la ciudad de Jope para hacer venir a Simón, a quien también se conoce como Pedro. Él te dirá cómo puedes salvarte tú y toda tu familia.’ Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo vino sobre ellos, de igual manera que al principio había venido sobre nosotros. Entonces me acordé de lo que había dicho el Señor: ‘Es cierto que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.’ Pues bien, si Dios les da también a ellos el mismo don que nos ha dado a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para oponerme a Dios? Cuando los hermanos de Jerusalén oyeron estas cosas, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: –¡De manera que también a los que no son judíos les ha dado Dios la oportunidad de volverse a él y alcanzar la vida eterna!
HECHOS 11:1-18 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Los apóstoles y los hermanos de toda Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Así que, cuando Pedro subió a Jerusalén, los defensores de la circuncisión lo criticaron diciendo: ―Entraste en casa de hombres incircuncisos y comiste con ellos. Entonces Pedro comenzó a explicarles paso a paso lo que había sucedido: ―Yo estaba orando en la ciudad de Jope y tuve en éxtasis una visión. Vi que del cielo descendía algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, bajaba hasta donde yo estaba. Me fijé en lo que había en ella, y vi cuadrúpedos, fieras, reptiles y aves. Luego oí una voz que me decía: “Levántate, Pedro; mata y come”. Repliqué: “¡De ninguna manera, Señor! Jamás ha entrado en mi boca nada impuro o inmundo”. Por segunda vez insistió la voz del cielo: “Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro”. Esto sucedió tres veces, y luego todo volvió a ser llevado al cielo. »En aquel momento se presentaron en la casa donde yo estaba tres hombres que desde Cesarea habían sido enviados a verme. El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. También fueron conmigo estos seis hermanos, y entramos en la casa de aquel hombre. Él nos contó cómo en su casa se le había aparecido un ángel que le dijo: “Manda a alguien a Jope para hacer venir a Simón, apodado Pedro. Él te traerá un mensaje mediante el cual seréis salvos tú y toda tu familia”. »Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como al principio descendió sobre nosotros. Entonces recordé lo que había dicho el Señor: “Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo”. Por tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios?» Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo: ―¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!