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HECHOS 17:1-16

HECHOS 17:1-16 La Palabra (versión española) (BLP)

Pasaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga judía. Siguiendo su costumbre, Pablo asistió a sus reuniones, y durante tres sábados consecutivos departió con ellos, explicándoles y demostrándoles, con base en las Escrituras, que el Mesías había de padecer y resucitar de entre los muertos. Y añadía: —El Mesías no es otro que Jesús, a quien yo os anuncio. Algunos judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, y lo mismo hicieron muchos griegos que rendían culto al verdadero Dios, junto con numerosas damas distinguidas. Pero los judíos, movidos por la envidia, reclutaron unos cuantos maleantes callejeros que alborotaron a la población y provocaron un tumulto en la ciudad. Se aglomeraron ante la casa de Jasón con el propósito de conducir a Pablo y a Silas ante la asamblea popular. Como no los encontraron, llevaron a rastras a Jasón y a algunos otros hermanos ante los magistrados, diciendo a gritos: —¡Esos individuos que han revolucionado el mundo entero, también se han presentado aquí! ¡Jasón los ha hospedado en su casa y no hacen más que desafiar las leyes del emperador y afirman que hay otro rey, Jesús! Estas palabras alarmaron a la gente y a los magistrados; así que exigieron a Jasón y a los demás que depositasen una fianza para dejarlos en libertad. Al caer la noche, sin más dilación, los hermanos encaminaron a Pablo y a Silas hacia Berea. Llegados allí, no tardaron en acudir a la sinagoga judía. En Berea, los judíos eran de mentalidad más abierta que los de Tesalónica, y recibieron el mensaje con gran interés, estudiando asiduamente las Escrituras para comprobar si las cosas eran realmente así. Muchos de ellos creyeron, e incluso entre los no judíos hubo un gran número de señoras distinguidas y de hombres que abrazaron la fe. Pero cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo estaba anunciando el mensaje de Dios en Berea, fueron allá para incitar y alborotar a la plebe. Así que, sin pérdida de tiempo, los hermanos condujeron a Pablo hasta la costa; Silas y Timoteo se quedaron en Berea. Los que acompañaban a Pablo lo escoltaron hasta Atenas y regresaron con el encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen cuanto antes con él. Mientras esperaba en Atenas a Silas y a Timoteo, Pablo se sentía exasperado al ver la ciudad sumida en la idolatría.

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HECHOS 17:1-16 Reina Valera 2020 (RV2020)

Pasaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga judía. Siguiendo su costumbre, Pablo asistió a sus reuniones, y durante tres sábados debatió con ellos. Desde las Escrituras les explicó y les demostró que era necesario que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos. Y añadió: —Jesús, a quien yo os anuncio, es el Cristo. Algunos de ellos creyeron y se unieron a Pablo y a Silas, y lo mismo hicieron un gran número de griegos piadosos y no pocas mujeres nobles. Pero los judíos, movidos por la envidia, reclutaron unos cuantos maleantes callejeros que alborotaron a la población y provocaron un tumulto en la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón con la intención de tomar a Pablo y Silas y ponerlos ante el pueblo. Mas como no los hallaron, tomaron a Jasón y a algunos hermanos y los llevaron ante las autoridades de la ciudad diciendo a voces: Estos son quienes trastornan el mundo entero. Han venido aquí y Jasón los ha recibido. Todos ellos contravienen los decretos de César diciendo que hay otro rey, Jesús. Oyendo esto, el pueblo y las autoridades de la ciudad se alarmaron, pero los soltaron después de haber obtenido una fianza de Jasón y de los demás. Esa misma noche, los hermanos enviaron a Pablo y a Silas a Berea. En cuanto llegaron, entraron en la sinagoga. Los judíos de Berea eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con mucha atención, y todos los días estudiaban las Escrituras para ver si era cierto lo que se les decía. Muchos de ellos creyeron. También lo hicieron distinguidas mujeres griegas y no pocos hombres. Cuando los judíos de Tesalónica supieron que también en Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron allá también y alborotaron a las multitudes. Entonces los hermanos hicieron que Pablo saliera inmediatamente hacia la costa, mientras que Silas y Timoteo se quedaron en Berea. Los que se habían encargado de acompañar a Pablo le llevaron a Atenas, y regresaron con el encargo de que Silas y Timoteo se reunieran con él lo más pronto posible. Y así lo hicieron. Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se exasperaba viendo que la ciudad estaba entregada a la idolatría.

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HECHOS 17:1-16 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

En su viaje, Pablo y Silas pasaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde los judíos tenían una sinagoga. Pablo, conforme a su costumbre, acudió a la sinagoga, y cada sábado, durante tres semanas, discutió con ellos. Basándose en las Escrituras, les explicaba que el Mesías tenía que morir, y que después había de resucitar de entre los muertos. Les decía: –Este mismo Jesús que yo os anuncio, es el Mesías. Algunos de los judíos creyeron y se unieron a Pablo y Silas. También creyeron muchos griegos que adoraban a Dios, y muchas mujeres distinguidas. Pero esto llenó de envidia a los judíos que no creían, quienes, habiendo reunido a unos malvados que andaban ociosos por la calle, alborotaron y perturbaron la ciudad. Llegaron a la casa de Jasón buscando a Pablo y Silas, para sacarlos y entregarlos al pueblo; y como allí no los encontraron, arrastraron a Jasón y a otros hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: –¡Estos hombres, que han trastornado el mundo entero, también han venido aquí! ¡Jasón los ha recibido en su casa! ¡Todos ellos están violando las leyes del césar, porque dicen que hay otro rey, que es Jesús! Al oir estas cosas, la gente y las autoridades se inquietaron. Pero Jasón y los demás dieron una fianza y fueron puestos en libertad. Llegada la noche, los hermanos hicieron salir sin demora a Pablo y Silas hacia Berea. En cuanto llegaron se dirigieron a la sinagoga de los judíos. Estos judíos, que eran de mejores sentimientos que los de Tesalónica, recibieron de buena gana el mensaje, y día tras día estudiaban las Escrituras para comprobar la verdad de lo que oían. Muchos de ellos creyeron, y también creyeron muchos de los griegos, tanto mujeres distinguidas como hombres. Pero cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo estaba anunciando el mensaje de Dios también en Berea, se fueron allá y alborotaron a la gente. En seguida los hermanos hicieron salir a Pablo hacia la costa, en tanto que Silas y Timoteo se quedaban en Berea. Los que acompañaban a Pablo fueron con él hasta la ciudad de Atenas, y luego regresaron con instrucciones de que Silas y Timoteo se reunieran con él lo antes posible. Mientras Pablo esperaba a Silas y Timoteo en Atenas, se sentía muy disgustado al ver que la ciudad estaba llena de ídolos.

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HECHOS 17:1-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Atravesando Anfípolis y Apolonia, Pablo y Silas llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Como era su costumbre, Pablo entró en la sinagoga y tres sábados seguidos discutió con ellos. Basándose en las Escrituras, les explicaba y demostraba que era necesario que el Mesías padeciera y resucitara. Les decía: «Este Jesús que les anuncio es el Mesías». Algunos de los judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, como también lo hicieron un buen número de mujeres prominentes y muchos griegos que adoraban a Dios. Pero los judíos, llenos de envidia, reclutaron a unos maleantes callejeros, con los que armaron una turba y empezaron a alborotar la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón en busca de Pablo y Silas, con el fin de procesarlos públicamente. Pero, como no los encontraron, arrastraron a Jasón y a algunos otros hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: «¡Estos que han trastornado el mundo entero han venido también acá, y Jasón los ha recibido en su casa! Todos ellos actúan en contra de los decretos del emperador, afirmando que hay otro rey, uno que se llama Jesús». Al oír esto, la multitud y las autoridades de la ciudad se alborotaron; entonces estas exigieron fianza a Jasón y a los demás para dejarlos en libertad. Tan pronto como se hizo de noche, los hermanos enviaron a Pablo y a Silas a Berea, quienes al llegar se dirigieron a la sinagoga de los judíos. Estos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba. Muchos de los judíos creyeron, y también un buen número de griegos, incluso mujeres distinguidas y no pocos hombres. Cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que también en Berea estaba Pablo predicando la palabra de Dios, fueron allá para agitar y alborotar a las multitudes. En seguida los hermanos enviaron a Pablo hasta la costa, pero Silas y Timoteo se quedaron en Berea. Los que acompañaban a Pablo lo llevaron hasta Atenas. Luego regresaron con instrucciones de que Silas y Timoteo se reunieran con él tan pronto como les fuera posible. Mientras Pablo los esperaba en Atenas, le dolió en el alma ver que la ciudad estaba llena de ídolos.

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