HECHOS 18:1-11
HECHOS 18:1-11 Reina Valera 2020 (RV2020)
Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Allí halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto. Hacía poco que había venido de Italia, junto con Priscila, su mujer, porque Claudio había ordenado que todos los judíos salieran de Roma. Pablo fue a verlos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, trabajando juntos haciendo tiendas de campaña. Todos los sábados debatía en la sinagoga y lograba persuadir a judíos y a griegos. Cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra dando testimonio solemne ante los judíos de que Jesús era el Cristo. Pero como ellos no dejaban de llevarle la contraria y de insultarlo, sacudió su vestido como acción de repulsa, y les dijo: —Sea vuestra sangre sobre vuestra propia cabeza. Mi conciencia está limpia de culpa; a partir de ahora, me dedicaré a los gentiles. Salió de allí y se fue a la casa de un hombre llamado Ticio Justo, temeroso de Dios, que vivía junto a la sinagoga. Crispo, alto dirigente de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa. También creyeron y se bautizaron muchos corintios que escucharon el mensaje. Una noche el Señor le dijo a Pablo en una visión: —No temas. Habla y no calles. Yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo un pueblo numeroso en esta ciudad. Pablo permaneció allí un año y seis meses enseñándoles la palabra de Dios.
HECHOS 18:1-11 La Palabra (versión española) (BLP)
A raíz de esto, Pablo partió de Atenas y se dirigió a Corinto. Encontró allí a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, y a su esposa Priscila. Habían llegado de Italia cuando el emperador Claudio ordenó salir de Roma a todos los judíos. Pablo entró en contacto con ellos y, como era de su mismo oficio, se alojó en su casa, y trabajaron asociados. Su oficio era fabricar tiendas de campaña. Todos los sábados, intervenía Pablo en la sinagoga e intentaba convencer tanto a judíos como a no judíos. Al llegar Silas y Timoteo de Macedonia, Pablo se dedicó totalmente al anuncio del mensaje, dando testimonio ante los judíos de que no había más Mesías que Jesús. Pero como los judíos no dejaban de llevarle la contraria y de insultarlo, sacudió su capa ante ellos en señal de protesta y les advirtió: —Vosotros sois los responsables de cuanto os suceda. Mi conciencia está limpia de culpa; a partir de ahora, me dedicaré a los no judíos. Dicho esto, se retiró de allí y entró en casa de uno de los que, sin ser judíos, rendían culto al verdadero Dios, un tal Ticio Justo, que vivía junto a la sinagoga. Por entonces, Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor junto con toda su familia. También creyeron y se bautizaron muchos corintios que escucharon el mensaje. Cierta noche, dijo el Señor a Pablo en una visión: —No tengas ningún temor. Sigue anunciando la buena nueva sin que nada te haga callar. Yo estoy contigo, y nadie te atacará ni te causará daño; además, hay muchos en esta ciudad que están destinados a formar parte de mi pueblo. Así que Pablo se quedó allí un año y medio exponiéndoles el mensaje de Dios.
HECHOS 18:1-11 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Después de esto, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un judío llamado Áquila, natural de la región del Ponto. Poco antes, Áquila y su esposa Priscila habían llegado de Italia, de donde tuvieron que salir porque el emperador Claudio había ordenado que todos los judíos salieran de Roma. Pablo fue a visitarlos, y como tenía el mismo oficio que ellos, que era hacer tiendas de campaña, se quedó a su lado para trabajar juntos. Todos los sábados iba Pablo a la sinagoga, y trataba de convencer lo mismo a los judíos que a los no judíos. Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó a anunciar el mensaje y a probar a los judíos que Jesús era el Mesías. Pero ellos se pusieron en contra suya, y le insultaron, por lo que Pablo se sacudió las ropas en señal de protesta y les dijo: –Vosotros tenéis la culpa de vuestra propia perdición. Yo no me hago responsable. De hoy en adelante me dirigiré a los que no son judíos. Salió de allí y entró en casa de uno llamado Ticio Justo, que adoraba a Dios y vivía al lado de la sinagoga. Crispo, jefe de la sinagoga, junto con toda su familia, creyó en el Señor; y también muchos de Corinto, al oir el mensaje, creyeron y fueron bautizados. Una noche, el Señor dijo a Pablo en una visión: “No tengas miedo. Sigue anunciando el mensaje y no calles, porque yo estoy contigo y nadie podrá hacerte daño, pues muchos de esta ciudad pertenecen a mi pueblo.” Así que Pablo permaneció un año y medio en Corinto, enseñando entre ellos el mensaje de Dios.
HECHOS 18:1-11 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Después de esto, Pablo se marchó de Atenas y se fue a Corinto. Allí se encontró con un judío llamado Aquila, natural del Ponto, y con su esposa Priscila. Hacía poco habían llegado de Italia, porque Claudio había mandado que todos los judíos fueran expulsados de Roma. Pablo fue a verlos y, como hacía tiendas de campaña al igual que ellos, se quedó para trabajar juntos. Todos los sábados discutía en la sinagoga, tratando de persuadir a judíos y a griegos. Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó exclusivamente a la predicación, testificando a los judíos que Jesús era el Mesías. Pero, cuando los judíos se opusieron a Pablo y lo insultaron, este se sacudió la ropa en señal de protesta y les dijo: «¡Caiga vuestra sangre sobre vuestra propia cabeza! Estoy libre de responsabilidad. De ahora en adelante me dirigiré a los gentiles». Entonces Pablo salió de la sinagoga y se fue a la casa de un tal Ticio Justo, que adoraba a Dios y que vivía al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia. También creyeron y fueron bautizados muchos de los corintios que oyeron a Pablo. Una noche el Señor le dijo a Pablo en una visión: «No tengas miedo; sigue hablando y no te calles, pues estoy contigo. Aunque te ataquen, no voy a dejar que nadie te haga daño, porque tengo mucha gente en esta ciudad». Así que Pablo se quedó allí un año y medio, enseñando entre el pueblo la palabra de Dios.