HECHOS 27:1-4
HECHOS 27:1-4 La Palabra (versión española) (BLP)
Cuando se decidió que debíamos embarcar para Italia, entregaron a Pablo, con algunos otros prisioneros, a la custodia de un oficial llamado Julio, que era capitán de la compañía denominada «Augusta». Subimos a bordo de un barco de Adramitio que partía rumbo a las costas de la provincia de Asia, y nos hicimos a la mar. Nos acompañaba Aristarco, un macedonio de Tesalónica. Al día siguiente hicimos escala en Sidón, y Julio, que trataba a Pablo con amabilidad, le permitió visitar a sus amigos y recibir sus atenciones. Zarpamos de Sidón y, como los vientos nos eran contrarios, navegamos al abrigo de la costa chipriota.
HECHOS 27:1-4 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando se decidió que debíamos embarcar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. Subimos a bordo de una nave de Adramitio que partía rumbo a las costas de la provincia de Asia. Con nosotros estaba Aristarco, macedonio de Tesalónica. Al día siguiente llegamos a Sidón. Julio trataba con dignidad a Pablo, por eso le permitió visitar a sus amigos y recibir sus atenciones. Zarpamos de allí y, como los vientos nos eran contrarios, navegamos a sotavento de Chipre.
HECHOS 27:1-4 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Cuando decidieron enviarnos a Italia, Pablo y los otros presos fueron entregados a un centurión que se llamaba Julio, del batallón llamado del Emperador. Nos embarcamos, pues, en un barco del puerto de Adramitio que estaba a punto de partir para los puertos de la provincia de Asia. Se encontraba también con nosotros Aristarco, de Tesalónica, ciudad de Macedonia. Al día siguiente llegamos al puerto de Sidón, donde Julio trató a Pablo con mucha consideración, dejándole visitar a sus amigos y ser atendido por ellos. Salimos de Sidón y navegamos protegidos del viento por la isla de Chipre, porque teníamos el viento en contra.
HECHOS 27:1-4 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Cuando se decidió que navegáramos rumbo a Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, que pertenecía al batallón imperial. Subimos a bordo de un barco de Adramitio, que estaba a punto de zarpar hacia los puertos de la provincia de Asia, y nos hicimos a la mar. Nos acompañaba Aristarco, un macedonio de Tesalónica. Al día siguiente hicimos escala en Sidón; y Julio, con mucha amabilidad, le permitió a Pablo visitar a sus amigos para que lo atendieran. Desde Sidón zarpamos y navegamos al abrigo de Chipre, porque los vientos nos eran contrarios.