HECHOS 8:14-24
HECHOS 8:14-24 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan. Y al llegar oraron por los samaritanos para que recibieran el Espíritu Santo, pues aún no había descendido sobre ninguno de ellos; solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se otorgaba el Espíritu Santo, les ofreció dinero diciendo: —Dadme a mí también este poder, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo. Pedro le respondió: —Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. Tú no tienes parte ni suerte en este asunto. Tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete del mal que has hecho y pide al Señor que, si es posible, te perdone el haber abrigado tal pensamiento. Por lo que veo, en tu interior solo hay amargura y estas encadenado a la maldad. Simón respondió: —Rogad vosotros por mí al Señor para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.
HECHOS 8:14-24 La Palabra (versión española) (BLP)
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que Samaría había acogido favorablemente el mensaje de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan. Llegaron estos y oraron por los samaritanos para que recibieran el Espíritu Santo, pues aún no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús, el Señor. Les impusieron, pues, las manos y recibieron el Espíritu Santo. Al ver Simón que cuando los apóstoles imponían las manos se impartía el Espíritu, les ofreció dinero, diciendo: —Concededme también a mí el poder de que, cuando imponga las manos a alguno, reciba el Espíritu Santo. —¡Al infierno tú y tu dinero! —le contestó Pedro—. ¿Cómo has podido imaginar que el don de Dios es un objeto de compraventa? No es posible que recibas ni tengas parte en este don, pues Dios ve que tus intenciones son torcidas. Arrepiéntete del mal que has hecho y pide al Señor que, si es posible, te perdone el haber abrigado tal pensamiento. Veo que la envidia te corroe y la maldad te tiene encadenado. Simón respondió: —Orad por mí al Señor para que nada de lo que habéis dicho me suceda.
HECHOS 8:14-24 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que los samaritanos habían aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, porque el Espíritu aún no había descendido sobre ninguno de ellos; solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y ellos recibieron el Espíritu Santo. Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero y les pidió: ―Dadme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo. ―¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero! No tienes arte ni parte en este asunto, porque no eres íntegro delante de Dios. Por eso, arrepiéntete de tu maldad y ruega al Señor. Tal vez te perdone el haber tenido esa mala intención. Veo que vas camino a la amargura y a la esclavitud del pecado. ―Rogad al Señor por mí —respondió Simón—, para que no me suceda nada de lo que habéis dicho.
HECHOS 8:14-24 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén supieron que los de Samaria habían aceptado el mensaje de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan. Al llegar oraron por los creyentes de Samaria, para que recibiesen el Espíritu Santo. Porque todavía no había venido el Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús. Pedro y Juan les impusieron entonces las manos, y recibieron el Espíritu Santo. Simón, al ver que el Espíritu Santo venía cuando los apóstoles imponían las manos a la gente, les ofreció dinero y les dijo: –Dadme también a mí ese poder, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba igualmente el Espíritu Santo. Pedro le contestó: –¡Que tu dinero se condene contigo, que has pensado comprar con dinero lo que es un don de Dios! Tú no tienes derecho alguno a recibirlo, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Abandona esta maldad tuya, y ruega a Dios, que tal vez te perdonará el haber pensado así. Porque veo que estás lleno de amargura y que la maldad te tiene prisionero. Simón contestó: –Orad por mí al Señor, para que no me suceda nada de lo que habéis dicho.