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DANIEL 2:2-23

DANIEL 2:2-23 Reina Valera 2020 (RV2020)

Hizo llamar a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicaran sus sueños. Vinieron y se presentaron delante del rey. Él les dijo: —He tenido un sueño, y me encuentro muy perturbado, pues quiero conocer su significado. Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: —¡Rey, para siempre vive! Cuenta el sueño a tus siervos, y te daremos la interpretación. Respondió el rey y dijo a los caldeos: —El asunto lo he olvidado; pero si no me contáis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos y vuestras casas serán convertidas en un montón de escombros. Pero si me contáis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones, favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación. Respondieron por segunda vez, y dijeron: —Cuente el rey el sueño a sus siervos, y le daremos la interpretación. El rey respondió y dijo: —Estoy plenamente convencido de que intentáis ganar tiempo, porque veis que ya he decidido lo que haré. Si no me contáis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. No me cabe la más mínima duda de que preparáis una respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Contadme lo que soñé; de ese modo me convenceré de que también sois capaces de interpretarlo. Los caldeos respondieron al rey: —No hay nadie en el mundo que pueda resolver lo que pide su majestad. Además, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo. Porque lo que pide su majestad es difícil, y nadie puede darlo a conocer al rey, salvo los dioses, que no habitan entre los mortales. Por esto el rey, con ira y con gran enojo, mandó que mataran a todos los sabios de Babilonia. Cuando se publicó el edicto que decretaba la muerte de todos sabios, buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos también. Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. Dijo a Arioc, capitán del rey: —¿Por qué este edicto real se ha publicado tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había; y Daniel entró y pidió al rey que le concediera tiempo, pues él daría al rey la interpretación. Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, lo que sucedía y les pidió que imploraran la misericordia del Dios del cielo para poder descifrar aquel misterio. De otro modo, Daniel y sus compañeros morirían junto con los demás sabios de Babilonia. Durante la noche, Daniel recibió en una visión la respuesta al misterio. Entonces alabó al Dios del cielo con estas palabras: Sea bendito el nombre de Dios para siempre jamás, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él cambia los tiempos y las edades, quita reyes y pone reyes; da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido, conoce lo que está en tinieblas y con él mora la luz. A ti, Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos, pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

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DANIEL 2:2-23 La Palabra (versión española) (BLP)

El rey ordenó llamar a los magos, adivinos, hechiceros y astrólogos para que interpretaran sus sueños. Una vez que comparecieron ante su presencia, el rey les dijo: —He tenido un sueño y estoy intrigado por conocer su sentido. Los astrólogos respondieron al rey en arameo: —¡Larga vida al rey! Cuenta el sueño a tus siervos y daremos con su interpretación. El rey les respondió: —He tomado una determinación: como no me contéis el sueño y deis con su interpretación, seréis cortados en pedazos y vuestras casas serán demolidas. Pero, si me contáis el sueño y dais con su interpretación, os colmaré de regalos, obsequios y honores. Os conviene, pues, contarme el sueño y dar con su interpretación. Ellos insistieron: —Que el rey nos cuente su sueño y nosotros daremos con su interpretación. El rey respondió: —Me parece que intentáis ganar tiempo, pues sabéis que he tomado la determinación de haceros reos de una misma sentencia si no sois capaces de contarme el sueño. Seguro que os habéis puesto de acuerdo para mentirme y engañarme, en espera de que cambie la situación. Así que contadme de una vez el sueño; de ese modo me convenceré de que también sois capaces de interpretarlo. Los astrólogos respondieron al rey: —No hay nadie en el mundo que pueda responder a lo que pide su majestad. Y tampoco ha existido un rey, por muy grande y poderoso que haya sido, que haya preguntado cosa semejante a ningún mago, adivino o astrólogo. Lo que pide su majestad es algo muy difícil. Nadie puede darlo a conocer al rey, excepto los dioses, que no habitan entre los mortales. Entonces el rey se enfureció sobremanera y mandó acabar con todos los sabios de Babilonia. Una vez hecha pública la orden de matar a los sabios, se buscó a Daniel y a sus compañeros, pues también a ellos les afectaba la orden real. Pero cuando Arioc, jefe de la guardia real, iba a cumplir la orden de matar a los sabios de Babilonia, Daniel hizo gala de su prudencia y sensatez, y le preguntó: —¿Por qué ha promulgado el rey una orden tan severa? Cuando Arioc le puso al corriente de la situación, Daniel pidió audiencia y propuso al rey que le concediese un plazo para dar con la interpretación del sueño. Cuando volvió a casa, Daniel informó del asunto a sus compañeros Ananías, Misael y Azarías, y les pidió que imploraran la misericordia del Dios del cielo para poder descifrar aquel misterio. De otro modo, Daniel y sus compañeros morirían junto con los demás sabios de Babilonia. El misterio le fue revelado a Daniel en una visión nocturna. Entonces bendijo al Dios del cielo con estas palabras: Sea el nombre de Dios bendito por siempre; suyos son sabiduría y poder. Él hace que se alternen años y estaciones; él entroniza reyes y él mismo los destrona. Concede sabiduría a los sabios y ciencia a los perspicaces. Revela lo profundo y lo secreto, conoce lo que ocultan las sombras y la luz mora junto a él. Te alabo y te doy gracias, Dios de mis antepasados, pues me das sabiduría y poder, me revelas lo que habíamos pedido y me manifiestas el asunto del rey.

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DANIEL 2:2-23 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

En cierta ocasión hizo llamar a magos, adivinos, hechiceros y sabios, para que le explicaran aquellos sueños. Ellos fueron y se presentaron ante el rey, que les dijo: –He tenido un sueño, y estoy muy preocupado tratando de comprenderlo. Los sabios dijeron al rey, en arameo: –¡Viva Su Majestad para siempre! Cuente Su Majestad a estos sus servidores lo que ha soñado, y nosotros le explicaremos lo que significa. –Esta es mi decisión –contestó el rey–: Si no me decís qué es lo que soñé y lo que significa, seréis hechos pedazos y vuestras casas serán convertidas en un montón de escombros. Pero si me decís lo que soñé y lo que mi sueño significa, recibiréis regalos de mi parte, y favores y grandes honores. Así pues, decidme cuál fue mi sueño y explicadme su significado. Los sabios respondieron por segunda vez: –Cuéntenos Su Majestad lo que ha soñado y nosotros le explicaremos el significado. –Sé muy bien –contestó el rey– que vosotros tratáis de ganar tiempo, porque habéis oído mi decisión. Por tanto, si no me decís lo que he soñado sufriréis todos la misma condena, pues os habéis puesto de acuerdo para darme como respuesta mentiras y falsedades en espera de que cambie la situación. Decidme, pues, el sueño, y así sabré que también podéis explicarme su significado. –No hay en el mundo –respondieron los sabios– quien pueda decir lo que Su Majestad desea saber. Por otra parte, ningún rey, por grande y poderoso que haya sido, ha pedido jamás semejante cosa a ningún mago, adivino o sabio. Lo que Su Majestad pide es tan difícil, que nadie podrá decírselo, a no ser los dioses. ¡Pero ellos no viven entre los hombres! Al oir esto, el rey se puso furioso y ordenó matar a todos los sabios de Babilonia. Una vez publicada la orden, buscaron también a Daniel y a sus compañeros para quitarles la vida. Entonces Daniel habló de manera discreta y sensata con Arioc, el jefe de la guardia real, que ya se disponía a matar a los sabios. Le preguntó: –¿Por qué ha dado el rey esa orden tan terminante? Arioc le explicó el motivo. Entonces Daniel fue a ver al rey y le suplicó que le concediera algún tiempo para poder explicarle el sueño y su significado. Luego se fue a su casa e informó de todo a sus compañeros Ananías, Misael y Azarías, para que pidieran la ayuda del Dios del cielo sobre aquel misterio, a fin de que no los mataran junto con los otros sabios de Babilonia. Aquella noche el misterio le fue revelado a Daniel en una visión, por lo cual Daniel bendijo al Dios del cielo con estas palabras: “Bendito sea por siempre el nombre de Dios, porque suyos son la sabiduría y el poder. Él cambia los tiempos y las épocas; quita y pone reyes, y da sabiduría a los sabios e inteligencia a los inteligentes. Él revela las cosas profundas y secretas, y conoce lo que está en la oscuridad, pues la luz está con él. A ti, Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo porque me has hecho sabio y fuerte, y ahora me has hecho saber lo que te pedimos: nos has dado a conocer lo que preocupaba al rey.”

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DANIEL 2:2-23 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Mandó entonces que se reunieran los magos, hechiceros, adivinos y astrólogos de su reino para que le dijeran lo que había soñado. Una vez reunidos, y ya en presencia del rey, este les dijo: ―Tuve un sueño que me tiene preocupado, y quiero saber lo que significa. Los astrólogos le respondieron: ―¡Que viva el rey para siempre! Estamos a tu servicio. Cuéntanos el sueño, y nosotros te diremos lo que significa. Pero el rey les advirtió: ―Mi decisión ya está tomada: Si no me decís lo que soñé, ni me dais su interpretación, ordenaré que os corten en pedazos y que vuestras casas sean reducidas a cenizas. Pero, si me decís lo que soñé y me explicáis su significado, yo os daré regalos, recompensas y grandes honores. Así que comenzad por decirme lo que soñé, y luego explicadme su significado. Los astrólogos insistieron: ―Si el rey les cuenta a estos siervos suyos lo que soñó, nosotros le diremos lo que significa. Pero el rey les contestó: ―Mi decisión ya está tomada. Eso bien lo sabéis, y por eso queréis ganar tiempo. Si no me decís lo que soñé, ya sabéis lo que os espera. Os habéis puesto de acuerdo para venir ante mí con cuestiones engañosas y mal intencionadas, esperando que cambie yo de parecer. Decidme lo que soñé, y así sabré que sois capaces de darme su interpretación. Entonces los astrólogos le respondieron: ―¡No hay nadie en la tierra capaz de hacer lo que el rey nos pide! ¡Jamás a ningún rey se le ha ocurrido pedirle tal cosa a ningún mago, hechicero o astrólogo! Lo que el rey nos pide raya en lo imposible, y nadie podrá revelárselo, a no ser los dioses. ¡Pero ellos no viven entre nosotros! Tanto enfureció al rey la respuesta de los astrólogos que mandó ejecutar a todos los sabios de Babilonia. Se publicó entonces un edicto que decretaba la muerte de todos los sabios, de modo que se ordenó la búsqueda de Daniel y de sus compañeros para que fueran ejecutados. Cuando el comandante de la guardia real, que se llamaba Arioc, salió para ejecutar a los sabios babilonios, Daniel le habló con mucho tacto e inteligencia. Le dijo: «¿Por qué ha emitido el rey un edicto tan violento?» Y, una vez que Arioc le explicó cuál era el problema, Daniel fue a ver al rey y le pidió tiempo para poder interpretarle su sueño. Después volvió a su casa y les contó a sus amigos Ananías, Misael y Azarías cómo se presentaba la situación. Al mismo tiempo, les pidió que imploraran la misericordia del Dios del cielo en cuanto a ese sueño misterioso para que ni él ni sus amigos fueran ejecutados con el resto de los sabios babilonios. Durante la noche, Daniel recibió en una visión la respuesta al misterio. Entonces alabó al Dios del cielo y dijo: «¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios! Suyos son la sabiduría y el poder. Él cambia los tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría, y a los inteligentes, discernimiento. Él revela lo profundo y lo escondido, y sabe lo que se oculta en las sombras. ¡En él habita la luz! A ti, Dios de mis padres, te alabo y te doy gracias. Me has dado sabiduría y poder, me has dado a conocer lo que te pedimos, ¡me has dado a conocer el sueño del rey!»

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