Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

DANIEL 6:10-23

DANIEL 6:10-23 Reina Valera 2020 (RV2020)

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa; abrió las ventanas de su habitación que daban a Jerusalén, y tres veces al día se arrodillaba y oraba a su Dios, dándole gracias como solía hacerlo antes. Se juntaron entonces aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios. Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: —¿No has confirmado un edicto con la orden de que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, nuestro rey, sea echado al foso de los leones? Respondió el rey: —Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, que no puede ser abrogada. Entonces respondieron delante del rey: —Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, nuestro rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición. Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarlo. Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: —Sabes, rey nuestro, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado. Entonces el rey ordenó que trajeran a Daniel, y lo echaron al foso de los leones. El rey dijo a Daniel: —El Dios a quien tú continuamente sirves, él te libre. Trajeron una piedra y la pusieron sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se cambiara. Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó sin comer. Tampoco permitió que tocaran para él instrumentos de música, y no pudo conciliar el sueño. El rey se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones. Se acercó al foso y llamó a gritos a Daniel con voz triste: —Daniel, siervo del Dios viviente, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido Dios librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: —¡Rey, vive para siempre! Mi Dios ha enviado su ángel, que ha cerrado la boca de los leones para que no me hagan daño. Él sabe que soy inocente y que no he hecho nada malo. Se alegró mucho el rey y mandó sacar a Daniel del foso. Y cuando lo sacaron, salió ileso porque había confiado en su Dios.

Compartir
Lee DANIEL 6

DANIEL 6:10-23 La Palabra (versión española) (BLP)

El rey Darío firmó la prohibición. Cuando Daniel se enteró de la firma de aquel decreto, se retiró a su casa. La habitación superior de la vivienda tenía las ventanas orientadas hacia Jerusalén. Daniel se recluía en ella tres veces al día y, puesto de rodillas, oraba y alababa a su Dios. Siempre lo había hecho así. Los hombres antes mencionados se presentaron en la casa y encontraron a Daniel orando y suplicando a su Dios. Acudieron de inmediato al rey y le recordaron el real decreto: —¿No has firmado un decreto ordenando que, durante treinta días, nadie rece a cualquier otro dios o ser humano, salvo a ti, majestad, so pena de ser arrojado al foso de los leones? El rey respondió: —Así es, y se trata de un decreto irrevocable, según la ley de los medos y de los persas. Entonces dijeron al rey: —Pues Daniel, uno de los deportados de Judá, no te obedece, majestad, pues pasa por alto el decreto que firmaste. Ora tres veces al día. Al oírlo, el rey se entristeció y se propuso salvar a Daniel; lo estuvo intentando hasta la puesta de sol. Pero aquellos hombres acudieron en masa al rey y le dijeron: —Ya sabes, majestad, que, según la ley de los medos y de los persas, todo real decreto es irrevocable una vez promulgado. El rey acabó cediendo y mandó que trajeran a Daniel y lo arrojaran al foso de los leones. Antes le dijo: —Tu Dios, a quien tan fielmente das culto, te salvará. Una vez dentro, trajeron una piedra para cerrar la boca del foso, y el rey la selló con su anillo y el de sus dignatarios para que, conforme a la sentencia, nadie pudiese hacer nada por Daniel. El rey regresó a palacio y pasó la noche ayunando, sin la compañía de las concubinas y sin poder conciliar el sueño. Se levantó al rayar el alba y fue a toda prisa al foso de los leones. Cuando estaba ya cerca, llamó a Daniel con voz angustiada: —Daniel, siervo del Dios vivo, ¿te ha podido salvar de los leones el Dios al que das culto diariamente? Daniel respondió: —¡Larga vida al rey! Mi Dios ha enviado a su ángel a cerrar la boca de los leones, y no me han hecho daño alguno. Él sabe que soy inocente y que no he cometido nada irregular contra ti, majestad.

Compartir
Lee DANIEL 6

DANIEL 6:10-23 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día. Cuando aquellos hombres llegaron y encontraron a Daniel orando e implorando la ayuda de Dios, fueron a hablar con el rey respecto al decreto real: ―¿No es verdad que el rey publicó un decreto? Según entendemos, todo el que en los próximos treinta días adore a otro dios u hombre que no sea el rey será arrojado al foso de los leones. ―El decreto sigue en pie —contestó el rey—. Según la ley de los medos y los persas, no puede ser derogado. Ellos respondieron: —¡Pues Daniel, que es uno de los exiliados de Judá, no tiene en cuenta al rey ni el decreto que ha promulgado! ¡Todavía sigue orando a su Dios tres veces al día! Cuando el rey escuchó esto, se deprimió mucho y se propuso salvar a Daniel, así que durante todo el día buscó la forma de salvarlo. Pero aquellos hombres fueron a ver al rey y lo presionaron: ―No olvide el rey que, según la ley de los medos y los persas, ningún decreto ni edicto emitido por el rey puede ser derogado. El rey dio entonces la orden, y Daniel fue arrojado al foso de los leones. Allí, el rey animaba a Daniel: ―¡Que tu Dios, a quien siempre sirves, se digne salvarte! Trajeron entonces una piedra, y con ella taparon la boca del foso. El rey la selló con su propio anillo y con el de sus nobles para que la sentencia contra Daniel no pudiera ser cambiada. Luego volvió a su palacio y pasó la noche sin comer y sin divertirse, y hasta el sueño se le fue. Tan pronto como amaneció, se levantó y fue al foso de los leones. Ya cerca, lleno de ansiedad gritó: ―Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien siempre sirves, salvarte de los leones? ―¡Que viva el rey para siempre! —contestó Daniel desde el foso—. Mi Dios envió a su ángel y cerró la boca a los leones. No me han hecho ningún daño, porque Dios bien sabe que soy inocente. ¡Tampoco he cometido nada malo contra ti! Sin ocultar su alegría, el rey ordenó que sacaran del foso a Daniel. Cuando lo sacaron, no se le halló un solo rasguño, pues Daniel confiaba en su Dios.

Compartir
Lee DANIEL 6

DANIEL 6:10-23 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Cuando Daniel supo que el decreto había sido firmado, se fue a su casa, abrió las ventanas de su dormitorio, que estaba orientado hacia Jerusalén, y se arrodilló para orar y alabar a Dios. Esto lo hacía tres veces al día, tal como siempre lo había hecho. Entonces aquellos hombres entraron juntos en la casa de Daniel, y lo encontraron orando y alabando a su Dios. En seguida fueron a ver al rey para hablarle del decreto. Le dijeron: –Su Majestad ha publicado un decreto, según el cual todo aquel que durante estos treinta días dirija una súplica a cualquier dios u hombre que no sea Su Majestad, será arrojado al foso de los leones, ¿no es verdad? –Así es –respondió el rey–. Y el decreto debe cumplirse conforme a la ley de los medos y los persas, que no puede ser derogada. Entonces ellos siguieron diciendo: –Pues Daniel, uno de esos judíos desterrados, no muestra ningún respeto por Su Majestad ni por el decreto publicado, ya que le hemos visto hacer su oración tres veces al día. Al oir esto, el rey se puso muy triste, y trató de hallar una manera de salvar a Daniel. Hasta la hora de ponerse el sol estuvo haciendo todo lo posible por salvarle, pero aquellos hombres se presentaron de nuevo al rey y le dijeron: –Su Majestad sabe bien que, según la ley de los medos y los persas, ninguna prohibición o decreto firmado por el rey puede ser derogado. Entonces el rey ordenó que trajeran a Daniel y lo arrojaran al foso de los leones. Pero antes que se cumpliera la sentencia, el rey le dijo a Daniel: –¡Que tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, te salve! Cuando ya Daniel estaba en el foso, trajeron una piedra y la pusieron sobre la boca del mismo, y el rey la selló con su sello real y con el sello de las altas personalidades de su gobierno, para que también en el caso de Daniel se cumpliera estrictamente lo establecido por la ley. Después el rey se fue a su palacio, y se acostó sin cenar y sin entregarse a sus distracciones habituales. Pero no pudo dormir en toda la noche. Tan pronto como amaneció, se levantó y se dirigió a toda prisa al foso de los leones. Cuando ya estaba cerca, el rey llamó con voz triste a Daniel, diciendo: –Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, librarte de los leones? Daniel le respondió –¡Viva Su Majestad para siempre! Mi Dios envió a su ángel a cerrar la boca de los leones para que no me hicieran ningún daño, pues Dios sabe que soy inocente y que no he hecho nada malo contra Su Majestad. Entonces el rey se alegró mucho y ordenó que sacaran del foso a Daniel. Cuando lo sacaron no le encontraron ninguna herida, porque tuvo confianza en su Dios.

Compartir
Lee DANIEL 6