DEUTERONOMIO 5:1-33
DEUTERONOMIO 5:1-33 Reina Valera 2020 (RV2020)
Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: —Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos. Aprendedlos y guardadlos, para ponerlos por obra. El Señor, nuestro Dios, hizo un pacto con nosotros en el Horeb. No con nuestros padres hizo el Señor este pacto, sino con nosotros, todos los que estamos aquí hoy vivos. Cara a cara habló el Señor con vosotros en el monte, desde el fuego. Yo estaba entonces entre el Señor y vosotros para comunicaros la palabra del Señor, porque vosotros tuvisteis temor del fuego y no subisteis al monte. Él dijo: —Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de esclavitud. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No harás para ti escultura ni imagen alguna de nada que esté arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las servirás, porque yo soy el Señor, tu Dios, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres que me aborrecen, en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano, porque el Señor no considerará inocente al que tome su nombre en vano. Guardarás el día del sábado para santificarlo, como el Señor, tu Dios, te ha mandado. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para el Señor, tu Dios. Ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que vive dentro de tus ciudades, para que tu esclavo y tu esclava puedan descansar como tú. Acuérdate de que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, y que el Señor, tu Dios, te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido, por lo cual el Señor, tu Dios, te ha mandado que guardes el día del sábado. Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor, tu Dios, te ha mandado, para que sean prolongados tus días y para que te vaya bien sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te da. No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No dirás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. Estas palabras las pronunció el Señor con potente voz ante toda vuestra congregación, en el monte, desde el fuego, la nube y la oscuridad, y no añadió más. Luego las escribió en dos tablas de piedra, que me entregó a mí. Cuando oísteis la voz que salía de en medio de las tinieblas y visteis el monte que ardía en llamas, vinisteis a mí todos vosotros, príncipes de las tribus y ancianos, y dijisteis: «El Señor, nuestro Dios, nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz, que sale de en medio del fuego. Hoy hemos visto que el Señor habla al hombre, y este aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? —porque este gran fuego nos consumirá—; si seguimos oyendo la voz del Señor, nuestro Dios, moriremos. Pues, ¿qué es el hombre para que oiga la voz del Dios viviente que habla desde el fuego, como nosotros la oímos, y aún viva? Acércate tú, y oye todas las cosas que diga el Señor, nuestro Dios. Tú nos dirás todo lo que el Señor, nuestro Dios, te diga, y nosotros oiremos y obedeceremos». El Señor oyó vuestras palabras cuando me hablabais, y me dijo: «He oído las palabras de este pueblo, lo que ellos te han dicho; bien está todo lo que han dicho. ¡Cómo quisiera yo que tuvieran tal corazón, que me temieran y cumplieran siempre todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuera bien para siempre! Ve y diles: Volveos a vuestras tiendas. Y tú quédate aquí conmigo; yo te diré todos los mandamientos, estatutos y decretos que les enseñarás, para que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy en posesión». Mirad, pues, que hagáis como el Señor, vuestro Dios, os ha mandado. No os apartéis a la derecha ni a la izquierda. Andad en todo el camino que el Señor, vuestro Dios, os ha mandado, para que viváis, os vaya bien y prolonguéis vuestros días en la tierra que habéis de poseer.
DEUTERONOMIO 5:1-33 La Palabra (versión española) (BLP)
Moisés convocó a todo Israel y les dijo: —Escucha, Israel, las normas y preceptos que yo os promulgo hoy. Aprendedlos y poned atención en cumplirlos. El Señor nuestro Dios hizo con nosotros una alianza en Horeb. No la hizo solamente con nuestros antepasados, sino también con todos nosotros que hoy estamos vivos. Allí, en el monte, el Señor os habló cara a cara, desde el fuego. Y yo hice de intermediario entre vosotros y el Señor para transmitiros sus palabras, porque vosotros, aterrorizados por aquel fuego, no subisteis al monte. Fue entonces cuando dijo el Señor: —Yo soy el Señor, tu Dios, el que te libró de la esclavitud de Egipto. No tendrás otros dioses aparte de mí. No te harás escultura alguna o imagen de nada de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres que me aborrecen, en sus hijos, nietos y biznietos; pero con los que me aman y cumplen mis mandamientos, soy misericordioso por mil generaciones. No pronunciarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque el Señor no dejará sin castigo al que tal haga. Observa el sábado, para consagrarlo como el Señor tu Dios te ha mandado. Durante seis días trabajarás y harás en ellos todas tus tareas, pero el séptimo es día de descanso consagrado al Señor tu Dios. En ese día no realizarás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni el inmigrante que viva en tus ciudades, para que tu esclavo y tu esclava descansen igual que tú. Recuerda que tú también fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con gran poder y destreza sin igual. Por eso tu Dios te ordena observar el sábado. Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha mandado, para que vivas muchos años y seas dichoso en la tierra que el Señor tu Dios te da. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso en perjuicio de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada de lo suyo. Estos son los mandamientos que el Señor promulgó con potente voz, desde el fuego y la densa oscuridad, ante toda vuestra asamblea, en la montaña. No añadió nada más. Los escribió en dos tablas de piedra y me las entregó. Al oír la voz que salía de las tinieblas, mientras la montaña ardía envuelta en llamas, todos vosotros, jefes de tribu y ancianos, vinisteis a hablar conmigo, para decirme: «El Señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz que salía del fuego. Hoy hemos visto que un simple mortal puede hablar con Dios y continuar con vida. Pero ¿por qué tenemos que arriesgarnos de nuevo a morir devorados por este terrible fuego? Si seguimos oyendo la voz del Señor nuestro Dios, moriremos. Pues ¿qué mortal existe, que habiendo oído la voz del Dios vivo hablándole desde el fuego, como la hemos oído nosotros, haya vivido para contarlo? Por eso, acércate tú al Señor nuestro Dios, escucha todo lo que él te diga, y luego tú nos lo transmites. Nosotros lo escucharemos y lo obedeceremos». El Señor os escuchó cuando me hablabais, y me dijo: He oído lo que te decía este pueblo, y me parece muy bien todo lo que han dicho. ¡Ojalá conserven siempre esa actitud, respetándome y cumpliendo mis mandamientos todos los días, para que tanto ellos como sus hijos tengan siempre una vida dichosa! Ahora ve a decirles que regresen a sus tiendas. Pero tú quédate aquí conmigo, y te daré a conocer todos los estatutos, normas y decretos que deberás enseñarles, para que los observen en la tierra que les voy a dar en herencia. Tened, pues, cuidado de hacer lo que el Señor vuestro Dios os ha mandado, sin desviaros a derecha ni a izquierda. Id por el camino que el Señor vuestro Dios os ha trazado: así seréis dichosos y tendréis larga vida en la tierra de la que vais a tomar posesión.
DEUTERONOMIO 5:1-33 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Moisés reunió a todo el pueblo de Israel y les dijo: “Escuchad, israelitas, las leyes y decretos que hoy voy a comunicaros. Aprendedlos bien y ponedlos en práctica. “El Señor nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en el monte Horeb. No lo hizo solamente con nuestros antepasados, sino también con todos nosotros, los que hoy estamos aquí reunidos. El Señor habló con vosotros en el monte, cara a cara, de en medio del fuego. Yo estaba entonces entre el Señor y vosotros, para comunicaros la palabra del Señor, ya que teníais miedo del fuego y no subisteis al monte. Y el Señor dijo: ‘Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo. ‘No tengas otros dioses aparte de mí. ‘No te hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en el mar debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni les rindas culto, porque yo soy el Señor tu Dios, Dios celoso que castiga la maldad de los padres que me odian, en sus hijos, nietos y bisnietos, pero que trato con amor por mil generaciones a los que me aman y cumplen mis mandamientos. ‘No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues el Señor no dejará sin castigo al que use mal su nombre. ‘Ten presente el sábado, para consagrárselo al Señor, tal como el Señor tu Dios te lo ha ordenado. Trabaja seis días y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el séptimo día es de reposo consagrado al Señor tu Dios. No hagas trabajo alguno en ese día, ni tampoco tu hijo o tu hija, ni tu esclavo o tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni el extranjero que vive en tus ciudades, para que tu esclavo y tu esclava descansen igual que tú. Recuerda que también tú fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí desplegando gran poder. Por eso el Señor tu Dios te ordena cumplir con el día de reposo. ‘Honra a tu padre y a tu madre, tal como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que vivas una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios. ‘No mates. ‘No cometas adulterio. ‘No robes. ‘No digas mentiras en perjuicio de tu prójimo. ‘No codicies la mujer de tu prójimo. No desees la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su esclavo o su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca.’ “Estas son las palabras que el Señor pronunció en voz alta, de en medio del fuego y de una nube espesa, cuando todos estaban reunidos al pie del monte. Después ya no dijo más, y escribió estas palabras en dos tablas de piedra, y me las entregó. Pero cuando oísteis aquella voz que salía de entre las tinieblas, y visteis el monte en llamas, todos vosotros, los jefes de las tribus y los ancianos, vinisteis a hablar conmigo y me dijisteis: ‘Verdaderamente el Señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su poder, y hemos oído su voz, que salía de en medio del fuego. Hoy hemos comprobado que Dios puede hablar con los hombres sin que ellos mueran. Sin embargo, ¿para qué exponernos a morir consumidos por este terrible fuego? Si volvemos a escuchar la voz del Señor nuestro Dios, moriremos; pues, ¿qué hombre hay que pueda escuchar la voz del Dios viviente hablando de en medio del fuego, como la hemos oído nosotros, sin que le cueste la vida? Mejor es que tú te acerques y escuches todo lo que el Señor nuestro Dios te diga, y luego ya nos dirás lo que te haya comunicado, y nosotros cumpliremos lo que se nos diga.’ “Mientras vosotros me hablabais, el Señor estaba escuchando lo que decíais, y entonces me dijo: ‘He oído todo lo que ha dicho este pueblo, y me ha parecido muy bien. ¡Ojalá piensen siempre de la misma manera, y me honren y cumplan mis mandamientos todos los días, para que tanto ellos como sus hijos tengan siempre una vida dichosa! Ve y diles que regresen a sus tiendas de campaña; pero tú quédate aquí conmigo, porque te voy a decir todos los mandamientos, leyes y decretos que les has de enseñar, para que los pongan en práctica en el país que les voy a dar en propiedad.’ Así que poned en práctica todo lo que el Señor vuestro Dios os ha ordenado, sin desviaros de ello para nada. Seguid el camino que el Señor vuestro Dios os ha señalado, para que os vaya bien y viváis muchos años en la tierra que él os va a dar en propiedad.
DEUTERONOMIO 5:1-33 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Moisés convocó a todo Israel y dijo: «Escuchad, israelitas, los preceptos y las normas que yo os comunico hoy. Aprendéoslos y procurad ponerlos en práctica. El SEÑOR nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en el monte Horeb. No fue con nuestros padres con quienes el SEÑOR hizo ese pacto, sino con nosotros, con todos los que hoy estamos vivos aquí. Desde el fuego el SEÑOR os habló cara a cara en la montaña. En aquel tiempo yo actué como intermediario entre el SEÑOR y vosotros, para declararos la palabra del SEÑOR, porque vosotros teníais miedo del fuego y no subisteis a la montaña. El SEÑOR dijo: »Yo soy el SEÑOR tu Dios. Yo te saqué de Egipto, país donde eras esclavo. »No tengas otros dioses además de mí. »No hagas ningún ídolo ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el SEÑOR tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones. »No uses el nombre del SEÑOR tu Dios en falso. Yo, el SEÑOR, no tendré por inocente a quien se atreva a usar mi nombre en falso. »Observa el sábado, y conságraselo al SEÑOR tu Dios, tal como él te ha ordenado. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero observa el séptimo día como día de reposo para honrar al SEÑOR tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. De ese modo podrán descansar tu esclavo y tu esclava, lo mismo que tú. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el SEÑOR tu Dios te sacó de allí con gran despliegue de fuerza y de poder. Por eso el SEÑOR tu Dios te manda observar el sábado. »Honra a tu padre y a tu madre, como el SEÑOR tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el SEÑOR tu Dios. »No mates. No cometas adulterio. No robes. No des falso testimonio en contra de tu prójimo. No codicies la mujer de tu prójimo, ni desees su casa, ni su tierra, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca. »Estas son las palabras que el SEÑOR pronunció con voz fuerte desde el fuego, la nube y la densa oscuridad, cuando vosotros estabais reunidos al pie de la montaña. No añadió nada más. Luego las escribió en dos tablas de piedra, y me las entregó. »Cuando oisteis la voz que salía de la oscuridad, mientras la montaña ardía en llamas, todos los jefes de vuestras tribus y vuestros ancianos vinieron a mí y me dijeron: “El SEÑOR nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su majestad, y hemos oído su voz que salía del fuego. Hoy hemos visto que un simple mortal puede seguir con vida aunque Dios hable con él. Pero ¿por qué tenemos que morir? Este gran fuego nos consumirá, y moriremos, si seguimos oyendo la voz del SEÑOR nuestro Dios. Pues ¿qué mortal ha oído jamás la voz del Dios viviente hablarle desde el fuego, como la hemos oído nosotros, y ha vivido para contarlo? Acércate tú al SEÑOR nuestro Dios, y escucha todo lo que él te diga. Repítenos luego todo lo que te comunique, y nosotros escucharemos y obedeceremos”. »El SEÑOR escuchó cuando me hablabais, y me dijo: “He oído lo que este pueblo te dijo. Todo lo que dijeron está bien. ¡Ojalá su corazón esté siempre dispuesto a temerme y a cumplir todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos siempre les vaya bien! »”Ve y diles que vuelvan a sus tiendas. Pero tú quédate aquí conmigo, que voy a darte todos los mandamientos, preceptos y normas que has de enseñarles, para que los pongan en práctica en la tierra que les daré como herencia”. »Tened, pues, cuidado de hacer lo que el SEÑOR vuestro Dios os ha mandado; no os desviéis ni a la derecha ni a la izquierda. Seguid por el camino que el SEÑOR vuestro Dios os ha trazado, para que viváis, prosperéis y disfrutéis de larga vida en la tierra que vais a poseer.