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DEUTERONOMIO 5:23-33

DEUTERONOMIO 5:23-33 Reina Valera 2020 (RV2020)

Cuando oísteis la voz que salía de en medio de las tinieblas y visteis el monte que ardía en llamas, vinisteis a mí todos vosotros, príncipes de las tribus y ancianos, y dijisteis: «El Señor, nuestro Dios, nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz, que sale de en medio del fuego. Hoy hemos visto que el Señor habla al hombre, y este aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? —porque este gran fuego nos consumirá—; si seguimos oyendo la voz del Señor, nuestro Dios, moriremos. Pues, ¿qué es el hombre para que oiga la voz del Dios viviente que habla desde el fuego, como nosotros la oímos, y aún viva? Acércate tú, y oye todas las cosas que diga el Señor, nuestro Dios. Tú nos dirás todo lo que el Señor, nuestro Dios, te diga, y nosotros oiremos y obedeceremos». El Señor oyó vuestras palabras cuando me hablabais, y me dijo: «He oído las palabras de este pueblo, lo que ellos te han dicho; bien está todo lo que han dicho. ¡Cómo quisiera yo que tuvieran tal corazón, que me temieran y cumplieran siempre todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuera bien para siempre! Ve y diles: Volveos a vuestras tiendas. Y tú quédate aquí conmigo; yo te diré todos los mandamientos, estatutos y decretos que les enseñarás, para que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy en posesión». Mirad, pues, que hagáis como el Señor, vuestro Dios, os ha mandado. No os apartéis a la derecha ni a la izquierda. Andad en todo el camino que el Señor, vuestro Dios, os ha mandado, para que viváis, os vaya bien y prolonguéis vuestros días en la tierra que habéis de poseer.

DEUTERONOMIO 5:23-33 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Pero cuando oísteis aquella voz que salía de entre las tinieblas, y visteis el monte en llamas, todos vosotros, los jefes de las tribus y los ancianos, vinisteis a hablar conmigo y me dijisteis: ‘Verdaderamente el Señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su poder, y hemos oído su voz, que salía de en medio del fuego. Hoy hemos comprobado que Dios puede hablar con los hombres sin que ellos mueran. Sin embargo, ¿para qué exponernos a morir consumidos por este terrible fuego? Si volvemos a escuchar la voz del Señor nuestro Dios, moriremos; pues, ¿qué hombre hay que pueda escuchar la voz del Dios viviente hablando de en medio del fuego, como la hemos oído nosotros, sin que le cueste la vida? Mejor es que tú te acerques y escuches todo lo que el Señor nuestro Dios te diga, y luego ya nos dirás lo que te haya comunicado, y nosotros cumpliremos lo que se nos diga.’ “Mientras vosotros me hablabais, el Señor estaba escuchando lo que decíais, y entonces me dijo: ‘He oído todo lo que ha dicho este pueblo, y me ha parecido muy bien. ¡Ojalá piensen siempre de la misma manera, y me honren y cumplan mis mandamientos todos los días, para que tanto ellos como sus hijos tengan siempre una vida dichosa! Ve y diles que regresen a sus tiendas de campaña; pero tú quédate aquí conmigo, porque te voy a decir todos los mandamientos, leyes y decretos que les has de enseñar, para que los pongan en práctica en el país que les voy a dar en propiedad.’ Así que poned en práctica todo lo que el Señor vuestro Dios os ha ordenado, sin desviaros de ello para nada. Seguid el camino que el Señor vuestro Dios os ha señalado, para que os vaya bien y viváis muchos años en la tierra que él os va a dar en propiedad.

DEUTERONOMIO 5:23-33 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

»Cuando oisteis la voz que salía de la oscuridad, mientras la montaña ardía en llamas, todos los jefes de vuestras tribus y vuestros ancianos vinieron a mí y me dijeron: “El SEÑOR nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su majestad, y hemos oído su voz que salía del fuego. Hoy hemos visto que un simple mortal puede seguir con vida aunque Dios hable con él. Pero ¿por qué tenemos que morir? Este gran fuego nos consumirá, y moriremos, si seguimos oyendo la voz del SEÑOR nuestro Dios. Pues ¿qué mortal ha oído jamás la voz del Dios viviente hablarle desde el fuego, como la hemos oído nosotros, y ha vivido para contarlo? Acércate tú al SEÑOR nuestro Dios, y escucha todo lo que él te diga. Repítenos luego todo lo que te comunique, y nosotros escucharemos y obedeceremos”. »El SEÑOR escuchó cuando me hablabais, y me dijo: “He oído lo que este pueblo te dijo. Todo lo que dijeron está bien. ¡Ojalá su corazón esté siempre dispuesto a temerme y a cumplir todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos siempre les vaya bien! »”Ve y diles que vuelvan a sus tiendas. Pero tú quédate aquí conmigo, que voy a darte todos los mandamientos, preceptos y normas que has de enseñarles, para que los pongan en práctica en la tierra que les daré como herencia”. »Tened, pues, cuidado de hacer lo que el SEÑOR vuestro Dios os ha mandado; no os desviéis ni a la derecha ni a la izquierda. Seguid por el camino que el SEÑOR vuestro Dios os ha trazado, para que viváis, prosperéis y disfrutéis de larga vida en la tierra que vais a poseer.

DEUTERONOMIO 5:23-33 La Palabra (versión española) (BLP)

Al oír la voz que salía de las tinieblas, mientras la montaña ardía envuelta en llamas, todos vosotros, jefes de tribu y ancianos, vinisteis a hablar conmigo, para decirme: «El Señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz que salía del fuego. Hoy hemos visto que un simple mortal puede hablar con Dios y continuar con vida. Pero ¿por qué tenemos que arriesgarnos de nuevo a morir devorados por este terrible fuego? Si seguimos oyendo la voz del Señor nuestro Dios, moriremos. Pues ¿qué mortal existe, que habiendo oído la voz del Dios vivo hablándole desde el fuego, como la hemos oído nosotros, haya vivido para contarlo? Por eso, acércate tú al Señor nuestro Dios, escucha todo lo que él te diga, y luego tú nos lo transmites. Nosotros lo escucharemos y lo obedeceremos». El Señor os escuchó cuando me hablabais, y me dijo: He oído lo que te decía este pueblo, y me parece muy bien todo lo que han dicho. ¡Ojalá conserven siempre esa actitud, respetándome y cumpliendo mis mandamientos todos los días, para que tanto ellos como sus hijos tengan siempre una vida dichosa! Ahora ve a decirles que regresen a sus tiendas. Pero tú quédate aquí conmigo, y te daré a conocer todos los estatutos, normas y decretos que deberás enseñarles, para que los observen en la tierra que les voy a dar en herencia. Tened, pues, cuidado de hacer lo que el Señor vuestro Dios os ha mandado, sin desviaros a derecha ni a izquierda. Id por el camino que el Señor vuestro Dios os ha trazado: así seréis dichosos y tendréis larga vida en la tierra de la que vais a tomar posesión.