DEUTERONOMIO 7:1-26
DEUTERONOMIO 7:1-26 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando el Señor, tu Dios, te haya introducido en la tierra de la que vas a tomar posesión, y haya expulsado de delante de ti a muchas naciones: al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo; siete naciones mayores y más poderosas que tú, y el Señor, tu Dios, te las haya entregado y las hayas derrotado, las destruirás del todo. No harás con ellas alianza ni tendrás de ellas misericordia. No emparentarás con ellas, no darás tu hija a su hijo ni tomarás a su hija para tu hijo. Porque apartará de mí a tu hijo, que serviría a dioses ajenos. Entonces el furor del Señor se encenderá contra vosotros y os destruirá bien pronto. Pero así habéis de hacer con ellos: destruiréis sus altares, quebraréis sus estatuas, destruiréis sus imágenes de Asera y quemaréis sus esculturas en el fuego. Porque tú eres pueblo santo para el Señor, tu Dios; el Señor, tu Dios, te ha escogido para que le seas un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros el más numeroso de todos los pueblos os ha querido el Señor y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos, sino porque el Señor os amó y quiso cumplir el juramento que había hecho a vuestros padres; por eso os ha sacado el Señor con mano poderosa, y os ha rescatado de la esclavitud, de manos de Faraón, rey de Egipto. Conoce, pues, que el Señor, tu Dios, es Dios, Dios fiel, que cumple el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta por mil generaciones, pero que da su merecido, en su propia carne, al que le aborrece, y lo destruye; a quien le odia, no se demora en darle en su propia carne el pago. Cumple, por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas. Por haber oído estos decretos, haberlos cumplido y puesto por obra, el Señor, tu Dios, cumplirá contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Te amará, te bendecirá y te multiplicará, bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti hombre ni mujer estéril, ni en tus ganados. Apartará el Señor de ti toda enfermedad, y ninguna de las malas plagas de Egipto que tú conoces hará caer sobre ti, sino que las hará caer sobre todos los que te aborrezcan. Destruirás a todos los pueblos que el Señor, tu Dios, te entrega. No tendrás piedad de ellos ni servirás a sus dioses, porque serán para ti un tropiezo. Si dices en tu corazón: «Estas naciones son mucho más numerosas que yo; ¿cómo las podré exterminar?», no les tengas temor. Acuérdate bien de lo que hizo el Señor, tu Dios, con Faraón y con todo Egipto, de las grandes pruebas que vieron tus ojos, de las señales y milagros, de la mano poderosa y el brazo extendido con que el Señor, tu Dios, te sacó. Así hará el Señor, tu Dios, con todos los pueblos en cuya presencia tú temes. También enviará el Señor, tu Dios, avispas contra ellos, hasta que perezcan los que queden y los que se hayan escondido de tu presencia. No desmayes delante de ellos, porque el Señor, tu Dios, está en medio de ti, Dios grande y temible. El Señor, tu Dios, irá expulsando a estas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás acabar con ellas de una sola vez, no sea que las fieras salvajes se multipliquen en perjuicio tuyo. Pero el Señor, tu Dios, las entregará delante de ti, y les causará grandes destrozos hasta que sean destruidas. Él entregará sus reyes en tus manos, y tú borrarás sus nombres de debajo del cielo. Nadie te podrá resistir, hasta que los destruyas. Quemarás las esculturas de sus dioses en el fuego; no codiciarás la plata ni el oro que las recubren, ni te quedarás con ellas, para que no se conviertan en un tropiezo para ti, pues es una abominación para el Señor, tu Dios. No llevarás ninguna cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema. Del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema.
DEUTERONOMIO 7:1-26 La Palabra (versión española) (BLP)
El Señor tu Dios te va a introducir en la tierra de la que vas a tomar posesión, y va a expulsar delante de ti a pueblos más grandes que tú: hititas, guirgaseos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos, siete pueblos más numerosos y fuertes que tú. Cuando el Señor tu Dios te los haya entregado y tú los hayas derrotado, los consagrarás sin remisión al exterminio. No harás alianza con ellos, ni tendrás compasión de ellos. Tampoco establecerás vínculos de parentesco con esos pueblos permitiendo que vuestros hijos e hijas se casen con los de ellos, porque harán que vuestros hijos se aparten de mí y adoren a otros dioses; y entonces la ira del Señor se encenderá contra vosotros y no tardaréis en ser aniquilados. Lo que tenéis que hacer es derribar sus altares, hacer pedazos sus piedras votivas, talar sus árboles sagrados y quemar sus ídolos. Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor tu Dios, y a ti te ha elegido el Señor tu Dios, entre todos los pueblos de la tierra, para que seas el pueblo de su propiedad. Si el Señor se prendó de vosotros y os eligió no fue por ser vosotros el pueblo más numeroso de todos —porque sois el más insignificante—, sino por el amor que os tiene y para mantener el juramento que había hecho con vuestros antepasados. Por eso os rescató del poder del faraón, rey de Egipto, y os liberó de la esclavitud con grandes manifestaciones de poder. Reconoce, entonces, que el Señor tu Dios es realmente Dios. Él es Dios fiel, que a lo largo de mil generaciones mantiene su alianza y tiene misericordia de aquellos que lo aman y cumplen sus mandamientos, pero que castiga y hace perecer a aquellos que lo aborrecen. No tarda en darles su merecido. Cumple, pues, los estatutos, normas y preceptos que hoy te prescribo. Si prestáis atención a estas normas, las cumplís y las ponéis en práctica, entonces el Señor tu Dios mantendrá la alianza y la fidelidad que prometió a tus antepasados. Te amará, te bendecirá y te multiplicará. Bendecirá el fruto de tus entrañas y el fruto de tu tierra —tu trigo, tu vino y tu aceite— y las crías de tus vacas y tus ovejas, en la tierra que te dará como juró a tus antepasados. Serás bendito, más que cualquier otro pueblo; no habrá entre tu gente ni entre tus ganados macho o hembra estéril. El Señor mantendrá alejada de ti toda enfermedad; no te hará sufrir las funestas plagas que tú ya conociste en Egipto. Las tendrá reservadas, en cambio, para los que te aborrezcan. Tú deberás aniquilar a todos los pueblos que el Señor tu Dios entregue en tus manos. No te apiades de ellos, ni rindas culto a sus dioses, porque eso sería tu perdición. Es posible que te preguntes: «¿Cómo voy a expulsar a esos pueblos siendo ellos más numerosos que yo?». ¡No les tengas miedo! Tú recuerda lo que hizo el Señor tu Dios con el faraón y con todos los egipcios. Acuérdate de las terribles pruebas que viste con tus propios ojos, los milagros y prodigios, y el gran poder y destreza sin igual con las que el Señor tu Dios te sacó de allí. Lo mismo hará el Señor tu Dios con todos los pueblos a quienes ahora temes. Y los que escapen y huyan a esconderse, el Señor tu Dios hará que también perezcan a causa del pánico. No les tengas miedo, porque está contigo el Señor tu Dios, Dios grande y terrible. Poco a poco el Señor tu Dios irá expulsando a los pueblos que encuentres a tu paso. No deberás aniquilarlos de un golpe, no sea que las fieras salvajes se multipliquen en perjuicio tuyo. Pero el Señor tu Dios te los entregará y hará que el pánico cunda entre ellos hasta destruirlos. Entregará a sus reyes en tu poder, y tú harás que nadie los recuerde nunca más. Ante tu ataque, nadie podrá ofrecer resistencia. Quemarás las imágenes de sus dioses, pero no intentarás quedarte con el oro o la plata que las recubre; eso sería tu perdición, pues es algo abominable para el Señor tu Dios. No metas en tu casa nada de lo que el Señor detesta, para que no seas tú también consagrado al exterminio lo mismo que aquello. Aborrece todo eso y detéstalo, porque está consagrado al exterminio.
DEUTERONOMIO 7:1-26 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»El SEÑOR tu Dios te hará entrar en la tierra que vas a poseer, y expulsará de tu presencia a siete naciones más grandes y fuertes que tú, que son los hititas, los gergeseos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. Cuando el SEÑOR tu Dios te las haya entregado y tú las hayas derrotado, deberás destruirlas por completo. No harás ningún pacto con ellas, ni les tendrás compasión. Tampoco te unirás en matrimonio con ninguna de esas naciones; no darás tus hijas a sus hijos ni tomarás sus hijas para tus hijos, porque ellas los apartarán del Señor y los harán servir a otros dioses. Entonces la ira del SEÑOR se encenderá contra ti y te destruirá de inmediato. »Esto es lo que harás con esas naciones: Destruirás sus altares, romperás sus piedras sagradas, derribarás sus imágenes de la diosa Aserá y les prenderás fuego a sus ídolos. Porque para el SEÑOR tu Dios tú eres un pueblo santo; él te eligió para que fueras su posesión exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. »El SEÑOR se encariñó contigo y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso, sino el más insignificante de todos. Lo hizo porque te ama y quería cumplir su juramento a tus antepasados; por eso te rescató del poder del faraón, el rey de Egipto, y te sacó de la esclavitud con gran despliegue de fuerza. »Reconoce, por tanto, que el SEÑOR tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos, pero que destruye a quienes lo odian y no se tarda en darles su merecido. Por eso debes obedecer los mandamientos, los preceptos y las normas que hoy te mando que cumplas. »Si prestas atención a estas normas, y las cumples y las obedeces, entonces el SEÑOR tu Dios cumplirá el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados, y te mostrará su amor fiel. Te amará, te multiplicará y bendecirá el fruto de tu vientre, y también el fruto de la tierra que juró a tus antepasados que les daría. Es decir, bendecirá el trigo, el vino y el aceite, y las crías de tus ganados y los corderos de tus rebaños. Bendito serás, más que cualquier otro pueblo; no habrá entre los tuyos hombre ni mujer estéril, ni habrá un solo animal de tus ganados que se quede sin cría. El SEÑOR te mantendrá libre de toda enfermedad y alejará de ti las horribles enfermedades que conociste en Egipto; en cambio, las reservará para tus enemigos. Destruye a todos los pueblos que el SEÑOR tu Dios entregue en tus manos. No te apiades de ellos ni sirvas a sus dioses, para que no te sean una trampa mortal. »Tal vez te preguntes: “¿Cómo podré expulsar a estas naciones, si son más numerosas que yo?” Pero no les temas; recuerda bien lo que el SEÑOR tu Dios hizo contra el faraón y contra todo Egipto. Con tus propios ojos viste las grandes pruebas, señales y prodigios milagrosos que con gran despliegue de fuerza y de poder realizó el SEÑOR tu Dios para sacarte de Egipto, y lo mismo hará contra todos los pueblos a quienes ahora temes. Además, el SEÑOR tu Dios enviará contra ellos avispas, hasta que hayan perecido todos los sobrevivientes y aun los que intenten esconderse de ti. No te asustes ante ellos, pues el SEÑOR tu Dios, el Dios grande y temible, está contigo. El SEÑOR tu Dios expulsará a las naciones que te salgan al paso, pero lo hará poco a poco. No las eliminarás a todas de una sola vez, para que los animales salvajes no se multipliquen ni invadan tu territorio. El SEÑOR tu Dios las entregará en tus manos, y las llenará de gran confusión hasta destruirlas. Pondrá a sus reyes bajo tu poder, y de sus nombres tú borrarás hasta el recuerdo. Ninguna de esas naciones podrá resistir tu presencia, porque tú las destruirás. Pero tú deberás quemar en el fuego las esculturas de sus dioses. No codicies la plata y el oro que las recubren, ni caigas en la trampa de quedarte con ellas, pues eso es algo que aborrece el SEÑOR tu Dios. No metas en tu casa nada que sea abominable. Todo eso debe ser destruido. Recházalo y detéstalo por completo, para que no seas destruido tú también.
DEUTERONOMIO 7:1-26 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
“El Señor, el Dios vuestro, os va a hacer entrar en el país del cual habéis de tomar posesión, y echará de vuestra presencia a siete naciones más grandes y poderosas que vosotros: los hititas, los gergeseos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. Cuando el Señor vuestro Dios haya hecho caer a estas naciones en vuestro poder, y vosotros las hayáis derrotado, las destinaréis a la destrucción y no haréis con ellas ningún pacto ni les tendréis compasión. Tampoco emparentaréis con ellas, ni casaréis a vuestros hijos e hijas con las jóvenes y los muchachos de esas gentes, porque ellos harán que vuestros hijos se aparten del Señor y adoren a otros dioses; entonces la ira del Señor se encenderá contra vosotros y os destruirá en un abrir y cerrar de ojos. Lo que tenéis que hacer es derribar los altares paganos de ellos, destruir por completo las piedras y los troncos a los que rinden culto, y quemar sus ídolos. Porque vosotros sois un pueblo apartado especialmente para el Señor vuestro Dios; el Señor os ha elegido de entre todos los pueblos de la tierra para que le seáis un pueblo especial. “Si el Señor os ha preferido y elegido a vosotros, no es porque seáis la más grande de las naciones, ya que en realidad sois la más pequeña de todas ellas. El Señor os sacó de Egipto, donde erais esclavos, y con gran poder os libró del dominio del faraón, porque os ama y quiso cumplir la promesa que había hecho a vuestros antepasados. Reconoced, pues, que el Señor vuestro Dios es el Dios verdadero, que cumple fielmente su pacto generación tras generación con los que le aman y cumplen sus mandamientos, pero que destruye a aquellos que le odian, dándoles su merecido. ¡Sin tardanza da su merecido a los que le odian! Cumplid, pues, los mandamientos, leyes y decretos que en este día os ordeno que pongáis en práctica. “Si después de haber escuchado estos decretos, los cumplís y los ponéis en práctica, entonces el Señor vuestro Dios cumplirá fielmente su pacto y la promesa que hizo a vuestros antepasados. Os amará, os bendecirá y os hará crecer en número; bendecirá a vuestros hijos, y vuestras cosechas, vuestro trigo, vuestro vino y vuestro aceite, y las crías de vuestro vacas y ovejas, en el país que a vuestros antepasados juró que os daría. Seréis bendecidos más que todos los pueblos; no habrá entre vosotros mujer que no pueda concebir hijos ni hombre que no pueda engendrarlos, ni tampoco entre vuestros ganados habrá machos ni hembras estériles. El Señor alejará de vosotros toda enfermedad y todas las terribles plagas que, como bien sabéis, envió sobre Egipto; en cambio, hará sufrir con ellas a todos vuestros enemigos. Pero vosotros debéis exterminar a todos los pueblos que el Señor vuestro Dios ponga en vuestras manos; no les tengáis compasión ni adoréis a sus dioses, porque eso sería vuestra perdición. “Tal vez lleguéis a pensar: ‘Estas naciones son más numerosas que nosotros; ¿cómo podremos desalojarlas?’ ¡Pues no les tengáis miedo! Acordaos de lo que hizo el Señor vuestro Dios con el faraón y con todos los egipcios; pensad en las grandes pruebas de las que fuisteis testigos, y en las señales y prodigios, y en el gran poder que desplegó el Señor vuestro Dios cuando os sacó de Egipto. Eso mismo hará el Señor con todos los pueblos a los cuales teméis. Además, el Señor enviará un pánico tremendo entre ellos, que acabará con los que hayan quedado con vida o se hayan escondido. Así que no tembléis ante ellos, porque el Señor vuestro Dios, el Dios grande y terrible, está con vosotros. Poco a poco, el Señor irá expulsando de delante de vosotros a estas naciones; vosotros no podríais acabar con ellas de una sola vez, porque el número de bestias salvajes aumentaría a vuestro alrededor y os atacarían. Pero el Señor vuestro Dios pondrá estas naciones en vuestras manos e irá acabando con ellas hasta que sean destruidas. A sus reyes los someterá a vuestro poder, y haréis que nadie en el mundo vuelva a acordarse de ellos. Ninguno de ellos podrá resistir vuestro ataque, así que vosotros los exterminaréis a todos. Quemaréis las imágenes de sus dioses, pero no intentéis quedaros con el oro y la plata que las recubren; no caigáis en esa tentación, pues cometeríais una acción despreciable ante el Señor. Por lo tanto, no llevéis a vuestras casas nada que sea despreciable, para que no seáis también destruidos. Eso está destinado a la destrucción, así que debéis considerarlo como algo despreciable.