DEUTERONOMIO 9:26-29
DEUTERONOMIO 9:26-29 Reina Valera 2020 (RV2020)
Y oré al Señor: Señor, no destruyas a tu pueblo, a la heredad que has redimido con tu grandeza y que sacaste de Egipto con mano poderosa. Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob; no mires la dureza de este pueblo, su impiedad ni su pecado, no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: «Por cuanto no pudo el Señor introducirlos en la tierra que les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el desierto». Ellos son tu pueblo, la heredad que sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido.
DEUTERONOMIO 9:26-29 La Palabra (versión española) (BLP)
Entonces intercedí ante el Señor diciendo: Señor mi Dios, no aniquiles a tu heredad, a tu propio pueblo que con tu grandeza liberaste y sacaste de Egipto con gran poder. Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob. No tengas en cuenta la terquedad de este pueblo, su maldad ni su pecado, no sea que allí, en el país de donde nos sacaste, digan: «El Señor fue incapaz de hacerlos entrar en la tierra que les había prometido, o los sacó por odio para hacerlos perecer en el desierto». Son tu pueblo y tu propia heredad, los que tú sacaste de Egipto con gran poder y destreza sin igual.
DEUTERONOMIO 9:26-29 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Oré al SEÑOR y le dije: “SEÑOR y Dios, ¡no destruyas tu propia heredad, el pueblo que por tu grandeza redimiste y sacaste de Egipto con gran despliegue de fuerza! ¡Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob! Pasa por alto la terquedad de este pueblo, y su maldad y su pecado, no sea que allí, en el país de donde nos sacaste, digan: ‘El SEÑOR no pudo llevarlos a la tierra que les había prometido. Y, como los aborrecía, los sacó para que murieran en el desierto’. Después de todo, ellos son tu propia heredad; son el pueblo que sacaste con gran despliegue de fuerza y de poder”.
DEUTERONOMIO 9:26-29 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
y con ruegos le dije: ‘Señor, no destruyas a este pueblo, que es tuyo, que tú liberaste con tu grandeza y sacaste de Egipto con gran poder. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob. No tengas en cuenta la terquedad de este pueblo, ni su maldad y pecado, para que no se diga en el país del que nos sacaste: El Señor no pudo hacerlos entrar en el país que les había prometido y, como los odiaba, los hizo salir de aquí para hacerlos morir en el desierto. Pero ellos son tu pueblo, son tuyos; tú los sacaste de Egipto con gran despliegue de poder.’