DEUTERONOMIO 9:4-12
DEUTERONOMIO 9:4-12 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando el Señor, tu Dios, los haya echado de delante de ti, no digas en tu corazón: «Por mi justicia me ha traído el Señor a poseer esta tierra», pues por la impiedad de estas naciones el Señor las arroja de delante de ti. No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones el Señor, tu Dios, las arroja de tu presencia, y para confirmar la palabra que él había jurado a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob. Por tanto, has de saber que el Señor, tu Dios, no te da en posesión esta buena tierra por tu justicia, porque eres un pueblo terco. Acuérdate, y nunca olvides, que en el desierto provocaste la ira del Señor, tu Dios, y desde el día en que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes al Señor. En el Horeb provocasteis la ira al Señor, y él se enojó contra vosotros para destruiros. Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que el Señor hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. El Señor me dio las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios, y en ellas estaban consignadas todas las palabras que os habló el Señor en el monte, en medio del fuego, el día de la asamblea. Al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches, el Señor me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto, y me dijo: «Levántate, desciende pronto de aquí, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido. Bien pronto se han apartado del camino que yo les mandé y se han hecho un ídolo de metal fundido».
DEUTERONOMIO 9:4-12 La Palabra (versión española) (BLP)
Y cuando el Señor tu Dios los haya expulsado ante tus ojos, no vayas a pensar: «El Señor me ha permitido tomar posesión de esta tierra porque soy justo». Si el Señor los expulsó delante de ti, es porque ellos son culpables. Si vas a tomar posesión de esta tierra no es por tus méritos ni porque seas mejor, sino que el Señor los expulsará delante de ti a causa de la propia maldad de ellos y para cumplir la alianza que juró a tus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob. No te quepa duda de que, si el Señor te da esta fértil tierra, no es por tus méritos ni porque seas mejor, pues tú también eres un pueblo terco. Recuerda esto y nunca olvides cómo encendiste la ira del Señor tu Dios en el desierto. Desde el día en que saliste de Egipto hasta que llegaste a este lugar no habéis dejado de rebelaros contra el Señor. Hasta tal punto irritasteis al Señor en Horeb y tanto se enojó contra vosotros, que a punto estuvo de destruiros. Cuando subí al monte Horeb para recibir las tablas de piedra, las tablas de la alianza que el Señor sellaba con vosotros, yo permanecí arriba, en el monte, cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber. Allí el Señor me dio dos tablas de piedra en las que él mismo había escrito con su dedo todas las palabras que os dijo en el monte, en medio del fuego, el día de la asamblea. Pasados aquellos cuarenta días y cuarenta noches, el Señor me dio las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza, y me dijo: Desciende enseguida del monte, porque tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto, se ha pervertido; muy pronto se ha apartado del camino que yo les había indicado, y se ha fabricado un ídolo de metal fundido.
DEUTERONOMIO 9:4-12 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Cuando el Señor vuestro Dios los haya arrojado de vuestra presencia, no os digáis a vosotros mismos: ‘Gracias a nuestros méritos, el Señor nos ha dado posesión de este país’, porque si el Señor los expulsa, es a causa de la maldad de ellos. No es, pues, por vuestros méritos ni por vuestra bondad por lo que vais a tomar posesión de su país; el Señor los arroja de vuestra presencia a causa de la propia maldad de ellos y para cumplir la promesa que hizo a Abraham, Isaac y Jacob, antepasados vuestros. Habéis de saber que no es debido a vuestros méritos el que el Señor vuestro Dios os dé la posesión de esa buena tierra, pues vosotros sois un pueblo muy terco. “Nunca debéis olvidar que habéis contrariado al Señor vuestro Dios en el desierto. Desde que salisteis de Egipto y hasta que llegasteis a este lugar, siempre le habéis sido rebeldes. Ya en el monte Horeb provocasteis la ira del Señor, y tanto se enojó contra vosotros, que a punto estuvo de destruiros. Yo subí al monte para recoger las tablas de piedra, las tablas del pacto que el Señor había hecho con vosotros, y me quedé allí cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. El Señor me dio entonces las dos tablas de piedra, escritas por él mismo, que contenían todas las palabras que él os había dicho en el monte, de en medio del fuego, el día en que todos nos reunimos. Pasados aquellos cuarenta días y cuarenta noches, el Señor me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto, y me dijo: ‘Anda, baja pronto de ahí, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha descarriado. Muy pronto han dejado de cumplir lo que yo les ordené, y se han hecho un ídolo de metal fundido.’
DEUTERONOMIO 9:4-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»Cuando el SEÑOR tu Dios los haya arrojado lejos de ti, no vayas a pensar: “El SEÑOR me ha traído hasta aquí, por mi propia justicia, para tomar posesión de esta tierra”. ¡No! El SEÑOR expulsará a esas naciones por la maldad que las caracteriza. De modo que no es por tu justicia ni por tu rectitud por lo que vas a tomar posesión de su tierra. ¡No! La propia maldad de esas naciones hará que el SEÑOR tu Dios las arroje lejos de ti. Así cumplirá lo que juró a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Entiende bien que eres un pueblo terco, y que tu justicia y tu rectitud no tienen nada que ver con que el SEÑOR tu Dios te dé en posesión esta buena tierra. »Recuerda esto, y nunca olvides cómo provocaste la ira del SEÑOR tu Dios en el desierto. Desde el día en que saliste de Egipto hasta tu llegada aquí, has sido rebelde contra el SEÑOR. Hasta tal punto provocaste su enojo en Horeb que estuvo a punto de destruirte. Cuando subí a la montaña para recibir las tablas de piedra, es decir, las tablas del pacto que el SEÑOR había hecho contigo, me quedé en la montaña cuarenta días y cuarenta noches, y no comí pan ni bebí agua. Allí el SEÑOR me dio dos tablas de piedra, en las que él mismo escribió todas las palabras que proclamó desde la montaña, de en medio del fuego, el día de la asamblea. »Pasados los cuarenta días y las cuarenta noches, el SEÑOR me dio las dos tablas de piedra, es decir, las tablas del pacto, y me dijo: “Levántate y baja de aquí en seguida, porque ese pueblo tuyo, que sacaste de Egipto, se ha descarriado. Bien pronto se han apartado del camino que les mandé seguir, y se han fabricado un ídolo de metal fundido”.