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EFESIOS 3:1-21

EFESIOS 3:1-21 La Palabra (versión española) (BLP)

Por todo lo cual yo, Pablo, soy prisionero de Cristo Jesús por amor a vosotros, los de origen pagano. Sin duda estáis enterados de la misión que Dios, en su benevolencia, ha tenido a bien confiarme con respecto a vosotros. Fue una revelación de Dios la que me dio a conocer el plan secreto del que os he escrito más arriba brevemente. Leyéndolo podréis comprobar cuál es mi conocimiento de ese plan secreto realizado en Cristo. Se trata del plan que Dios tuvo escondido para las generaciones pasadas, y que ahora, en cambio, ha dado a conocer, por medio del Espíritu, a sus santos apóstoles y profetas. Un plan que consiste en que los paganos comparten la misma herencia, son miembros del mismo cuerpo y participan de la misma promesa que ha hecho Cristo Jesús por medio del evangelio, del que la gracia y el gran poder de Dios me han constituido servidor. A mí, que soy el más insignificante de todos los creyentes, se me ha concedido este privilegio: anunciar a los paganos la incalculable riqueza de Cristo y mostrar a todos cómo va cumpliéndose el plan secreto, que desde el principio de los siglos se hallaba escondido en Dios, creador de todas las cosas. Así, por medio de la Iglesia, los principados y potestades de los cielos tienen ahora conocimiento de la multiforme sabiduría divina, según el proyecto que desde la eternidad quiso Dios realizar en Cristo Jesús, Señor nuestro; gracias a él y mediante la fe, podemos acercarnos a Dios libre y confiadamente. No os sintáis, pues, acongojados, si me veis sufrir por vosotros; consideradlo, más bien, como motivo de gloria. Por todo lo cual me pongo de rodillas ante el Padre, origen de toda paternidad tanto en el cielo como en la tierra, y le pido que, conforme a la riqueza de su gloria, su Espíritu os llene de fuerza y energía hasta lo más íntimo de vuestro ser. Que Cristo habite, por medio de la fe, en el centro de vuestra vida y que el amor os sirva de cimiento y de raíz. Seréis así capaces de entender, en unión con todos los creyentes, cuán largo y ancho, cuán alto y profundo es el amor de Cristo; un amor que desborda toda ciencia humana y os colma de la plenitud misma de Dios. A Dios que, desplegando su poder sobre nosotros, es capaz de realizar todas las cosas incomparablemente mejor de cuanto pensamos o pedimos, a él sea la gloria en Cristo y en la Iglesia, de edad en edad y por generaciones sin término. Amén.

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EFESIOS 3:1-21 Reina Valera 2020 (RV2020)

Por eso yo, Pablo, estoy preso por causa de Cristo Jesús para bien de vosotros, los gentiles. Seguramente habéis oído de la misión que Dios, por su gracia, me encomendó a favor de vosotros. Me refiero al misterio que me fue declarado por revelación, como ya os lo había escrito brevemente. Al leerlo podéis comprobar que conozco el misterio de Cristo, misterio que no se dio a conocer en otros tiempos a la humanidad, tal y como ahora ha sido revelado, por medio del Espíritu, a sus santos apóstoles y profetas. Ahora sabemos que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio. De este evangelio yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la acción de su poder. A mí, que soy el más insignificante de todos los creyentes, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las insondables riquezas de Cristo, y de hacer entender a todos cómo se va cumpliendo el misterio escondido desde siempre en Dios, el creador de todas las cosas. Así, por medio de la iglesia, los principados y potestades que están en los cielos, ahora pueden conocer la multiforme sabiduría de Dios, conforme al propósito eterno que llevó a cabo por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor. En él, mediante la fe, tenemos libertad para acercarnos a Dios con toda confianza. Por eso, pido que no os desaniméis a causa de mis sufrimientos por vosotros. Más bien consideradlos como un motivo de orgullo. Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien recibe su nombre toda la familia en los cielos y en la tierra. Pido que, por su Espíritu, y conforme a las riquezas de su gloria, os dé el ser fortalecidos con poder en lo más íntimo de vuestro ser; para que por la fe Cristo habite en vuestros corazones, y para que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender, con todos los creyentes, cuán ancho, largo, profundo y alto es el amor de Cristo. Pido que conozcáis ese amor, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la Iglesia en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.

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EFESIOS 3:1-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Por esta razón, yo, Pablo, estoy preso por causa de Cristo Jesús para bien de los que no sois judíos. Pues sin duda ya sabéis que Dios, en su bondad, me ha confiado esta tarea en vuestro favor. Dios me reveló su designio secreto: me lo dio a conocer, como ya os he escrito brevemente. Leyendo mi carta podréis daros cuenta de que conozco el designio secreto de Cristo, designio que no fue dado a conocer a nadie en otros tiempos, pero que ahora Dios ha revelado a sus santos apóstoles y profetas por medio de su Espíritu. Tal designio secreto consiste en que los no judíos reciben mediante el evangelio la misma herencia que los judíos, pues son miembros del mismo cuerpo y tienen parte en la misma promesa que Dios hizo en Cristo Jesús. Yo, sin merecerlo, he sido puesto al servicio de este mensaje por la acción poderosa de Dios. Yo soy menos que el más pequeño de todos los que pertenecen al pueblo santo, pero él me ha concedido este privilegio de anunciar a los no judíos la buena noticia de las incontables riquezas de Cristo. Me ha encargado que haga ver a todos cuál es ese designio que Dios, creador de todas las cosas, mantuvo siempre en secreto. Lo cual fue así para que ahora, por medio de la iglesia, todos los poderes y autoridades del cielo lleguen a conocer la sabiduría de Dios en todas sus formas. Dios hizo esto de acuerdo con el propósito eterno que llevó a cabo en Cristo Jesús, nuestro Señor, en quien tenemos libertad para acercarnos a Dios con la confianza que nos da nuestra fe en él. Por eso os ruego que no os desaniméis por lo que estoy sufriendo por vosotros, porque esto, para vosotros, es más bien un honor. Por esta razón me pongo de rodillas delante del Padre, de quien recibe su nombre toda familia, tanto en el cielo como en la tierra. Y le pido que de su gloriosa riqueza os dé interiormente poder y fuerza por medio del Espíritu de Dios, y que Cristo viva en vuestro corazón por la fe. Así, firmes y profundamente enraizados en el amor, podréis comprender con todos los creyentes cuán ancho, largo, profundo y alto es el amor de Cristo. Le pido, pues, que os dé a conocer ese amor, el cual es mucho más grande que cuanto podemos conocer. Así estaréis totalmente llenos de Dios. Y ahora, gloria sea a Dios, que tiene poder para hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, por medio de su poder que actúa en nosotros. ¡Gloria a Dios en la iglesia y en Cristo Jesús, por todos los siglos y para siempre! Amén.

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EFESIOS 3:1-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Por esta razón yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por el bien de vosotros los gentiles, me arrodillo en oración. Sin duda os habéis enterado del plan de la gracia de Dios que él me encomendó para vosotros, es decir, el misterio que me dio a conocer por revelación, como ya os escribí brevemente. Al leer esto, podréis daros cuenta de que comprendo el misterio de Cristo. Ese misterio, que en otras generaciones no se dio a conocer a los seres humanos, ahora se ha revelado por el Espíritu a los santos apóstoles y profetas de Dios; es decir, que los gentiles son, junto con Israel, beneficiarios de la misma herencia, miembros de un mismo cuerpo y participantes igualmente de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio. De este evangelio llegué a ser servidor. Este fue el regalo que Dios me dio por su gracia, conforme a su poder eficaz. Aunque soy el más insignificante de todos los santos, recibí esta gracia de predicar a las naciones las incalculables riquezas de Cristo, y de hacer entender a todos la realización del plan de Dios, el misterio que desde los tiempos eternos se mantuvo oculto en Dios, creador de todas las cosas. El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad, se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales, conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor. En él, mediante la fe, disfrutamos de libertad y confianza para acercarnos a Dios. Así que os pido que no os desaniméis a causa de lo que sufro por vosotros, ya que estos sufrimientos míos son para vosotros un honor. Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, os fortalezca en lo íntimo de vuestro ser, para que por fe Cristo habite en vuestros corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, podáis comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcáis ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que seáis llenos de la plenitud de Dios. Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.

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