ESTER 1:1-12
ESTER 1:1-12 Reina Valera 2020 (RV2020)
Esto aconteció en los días de Asuero, aquel que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias. En aquellos días fue afirmado el rey Asuero sobre el trono de su reino, el cual estaba en Susa, la capital. En el tercer año de su reinado, ofreció un banquete a todos sus príncipes y cortesanos; invitó también a los más poderosos de Persia y de Media, gobernadores y príncipes de provincias, para mostrarles el esplendor de la gloria de su reino y el brillo y la magnificencia de su poder durante ciento ochenta días, lo cual es mucho tiempo. Cumplidos estos días, ofreció el rey otro banquete durante siete días en el patio del huerto del palacio real a todo el pueblo que había en Susa, capital del reino, desde el mayor hasta el menor. El pabellón era blanco, verde y azul, sostenido por cuerdas de lino y púrpura, en anillas de plata sujetas a columnas de mármol; los reclinatorios eran de oro y de plata, sobre un suelo de pórfido y de mármol, de alabastro y de jacinto. Se bebía en vasos de oro, diferentes unos de otros, y el vino real corría en abundancia, como corresponde a la generosidad de un rey. Pero el mandato era que a nadie se le obligara a beber, porque así lo había ordenado el rey a todos los mayordomos de su casa: que se hiciera según la voluntad de cada uno. También la reina Vasti ofreció un banquete para las mujeres en el palacio real del rey Asuero. El séptimo día, como el corazón del rey estaba alegre por el vino, mandó a Mehumán, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, siete eunucos que servían delante del rey Asuero, que llevaran a la presencia del rey a la reina Vasti, con la corona regia, para mostrar a los pueblos y a los príncipes su belleza; porque era hermosa. Pero la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey enviada por medio de los eunucos. Entonces, el rey se enojó mucho. Lleno de ira
ESTER 1:1-12 La Palabra (versión española) (BLP)
Esta historia sucedió en los días en que el reino de Asuero se extendía sobre ciento veintisiete provincias, desde la India hasta Etiopía, y su trono real se hallaba establecido en la ciudadela de Susa. En el tercer año de su reinado ofreció un banquete a todos sus oficiales y altos funcionarios. Los jefes del ejército de los persas y los medos, los nobles y los gobernadores de las provincias se dieron cita allí. Durante muchos días, más de ciento ochenta, hizo ostentación de las riquezas de su reino y del magnífico esplendor de su grandeza. Pasado ese tiempo, el rey ofreció en el patio de los jardines reales un banquete de siete días al que invitó a toda la población, ricos y pobres por igual, que se hallaba en la ciudadela de Susa. Cortinas blancas y violetas, atadas con cordones de lino blanco y púrpura violeta a unas anillas de plata, pendían de columnas de mármol blanco; sobre un pavimento de mosaico realizado con malaquita, alabastro, nácar y mármoles de colores, había divanes de oro y plata. En copas de oro de las más diversas formas se servía el vino real, el cual corría a raudales, como cabía esperar de la generosidad de un rey. Todos los invitados podían beber cuanto quisieran, pues los sirvientes habían recibido la orden del rey de servir a cada cual lo que deseara. También la reina Vasti ofreció un banquete a las mujeres en el palacio del rey Asuero. El séptimo día, alegre por el vino, el rey ordenó a Maumán, Biztá, Jarboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás —los siete eunucos que servían personalmente al rey—, que trajeran a su presencia a la reina Vasti, luciendo la corona real, para que el pueblo y los principales del reino pudieran admirar la belleza de la reina, pues era realmente hermosa. Pero cuando los eunucos comunicaron a la reina Vasti la orden del rey, esta se negó a ir. El rey se enfureció muchísimo, montó en cólera
ESTER 1:1-12 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Esta historia tuvo lugar en el tiempo en que Asuero reinaba sobre un imperio de ciento veintisiete provincias, que se extendía desde la India hasta Etiopía y tenía establecido su gobierno central en la ciudadela de Susa. En el tercer año de su reinado, el rey Asuero dio una fiesta en honor de todos los funcionarios y colaboradores del gobierno, de los jefes del ejército persa y medo, y de los gobernadores y jefes de las provincias, con el fin de mostrarles la riqueza y grandeza de su reino y el extraordinario esplendor de su poderío. La fiesta duró medio año, al cabo del cual el rey dio otra fiesta que duró siete días, en el patio del jardín del palacio real. Todos los que vivían en la ciudadela de Susa fueron invitados, tanto si eran personas importantes como si no lo eran. El patio estaba adornado con finas cortinas blancas y azules, sujetas a unas columnas de mármol y sostenidas por cordones de lino color púrpura que pasaban por unas anillas de plata. También habían puesto divanes de oro y plata, y el suelo estaba embaldosado con piedras preciosas y nácar, y con mármol blanco y negro. Las bebidas se servían en copas de oro, cada una de diferente forma, y el vino corría en abundancia, como corresponde a la generosidad de un rey. Sin embargo, el rey había ordenado a los jefes de los camareros de palacio que no se obligara a nadie a beber, sino que cada invitado bebiese lo que quisiera. Por su parte, la reina Vasti dio también un banquete a las esposas de los invitados, en el palacio del rey Asuero. En el séptimo día de la fiesta, el rey estaba muy alegre a causa del vino, y mandó a Mehumán, Biztá, Harboná, Bigtá, Abagta, Zetar y Carcás, siete hombres de su confianza, que llevaran a su presencia a la reina Vasti luciendo la corona real, para que el pueblo y los grandes personajes pudieran admirar la belleza de la reina, pues realmente era muy hermosa. Pero la reina se negó a cumplir la orden que el rey le había dado por medio de sus hombres de confianza. Entonces el rey se enojó mucho. Lleno de ira
ESTER 1:1-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
El rey Asuero, que reinó sobre ciento veintisiete provincias que se extendían desde la India hasta Cus, estableció su trono real en la ciudadela de Susa. En el tercer año de su reinado ofreció un banquete para todos sus funcionarios y servidores, al que asistieron los jefes militares de Persia y Media, y los magistrados y los gobernadores de las provincias, y durante ciento ochenta días les mostró la enorme riqueza de su reino y la esplendorosa gloria de su majestad. Pasado este tiempo, el rey ofreció otro banquete, que duró siete días, para todos los que se encontraban en la ciudadela de Susa, tanto los más importantes como los de menor importancia. Este banquete tuvo lugar en el jardín interior de su palacio, el cual lucía cortinas blancas y azules, sostenidas por cordones de lino blanco y tela púrpura, los cuales pasaban por anillos de plata sujetos a columnas de mármol. También había sofás de oro y plata sobre un piso de mosaicos de pórfido, mármol, madreperla y otras piedras preciosas. En copas de oro de las más variadas formas se servía el vino real, el cual corría a raudales, como era de esperarse del rey. Todos los invitados podían beber cuanto quisieran, pues los camareros habían recibido instrucciones del rey de servir a cada uno lo que deseara. La reina Vasti, por su parte, ofreció también un banquete para las mujeres en el palacio del rey Asuero. Al séptimo día, como a causa del vino el rey Asuero estaba muy alegre, les ordenó a los siete eunucos que le servían —Meumán, Biztá, Jarboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás— que llevaran a su presencia a la reina, ceñida con la corona real, a fin de exhibir su belleza ante los pueblos y sus dignatarios, pues realmente era muy hermosa. Pero, cuando los eunucos le comunicaron la orden del rey, la reina se negó a ir. Esto contrarió mucho al rey, y se enfureció.