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ÉXODO 34:1-10

ÉXODO 34:1-10 Reina Valera 2020 (RV2020)

El Señor dijo a Moisés: —Prepara dos tablas de piedra, como las primeras, y escribiré sobre ellas las palabras que estaban en las tablas primeras que has quebrado. Prepárate, pues, para mañana; sube de mañana al monte Sinaí y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte. Que no suba nadie contigo ni aparezca nadie en todo el monte. Ni ovejas ni bueyes pasten frente al monte. Moisés preparó dos tablas de piedra como las primeras, se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, con las dos tablas de piedra en sus manos. Descendió el Señor en la nube y permaneció allí junto a él; y él proclamó el nombre del Señor. El Señor pasó por delante de él y exclamó: —¡Señor! ¡Señor! Dios fuerte, misericordioso y piadoso; lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Inmediatamente Moisés se postró en el suelo, y oró al Señor diciendo: —Señor, si de verdad me he ganado tu favor, ven con nosotros, aunque seamos un pueblo testarudo. Perdona nuestra maldad y nuestro pecado, y acéptanos como tu heredad. El Señor le dijo: —Mira, voy a hacer un pacto delante de todo tu pueblo. Haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual tú estás la obra del Señor, porque yo haré cosas impresionantes contigo.

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ÉXODO 34:1-10 La Palabra (versión española) (BLP)

El Señor dijo a Moisés: —Talla dos tablas de piedra iguales a las primeras: Yo escribiré en ellas lo mismo que había en las otras, las que tú hiciste añicos. Prepárate para mañana, pues al amanecer subirás al monte Sinaí, y allí, en la cima del monte, me esperarás. Que nadie suba contigo. No dejes que nadie esté por los alrededores del monte; ni siquiera ovejas o vacas pastando por las cercanías. Moisés talló dos tablas de piedra iguales a las primeras. Se levantó muy temprano y subió al monte Sinaí portando las dos tablas de piedra, tal como el Señor se lo había ordenado. Entonces el Señor descendió en una nube, y se quedó allí, al lado de Moisés, el cual pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó delante de él proclamando: —¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios compasivo y benévolo, lento en airarse y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la desobediencia, la rebeldía y los pecados, aunque no los deja impunes, sino que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos, en los biznietos y en los tataranietos! Inmediatamente Moisés se postró en el suelo y lo adoró diciendo: —Señor, si de verdad gozo de tu favor, ven con nosotros, aunque seamos un pueblo testarudo. Perdónanos nuestras desobediencias y pecados, y acéptanos como propiedad tuya. El Señor le respondió: —Mira, voy a sellar una alianza. A la vista de todo el pueblo realizaré maravillas como no se han hecho en ningún país ni en ninguna nación. El pueblo que está contigo verá la obra del Señor, porque yo haré cosas impresionantes contigo.

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ÉXODO 34:1-10 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

El Señor dijo a Moisés: –Corta tú mismo dos tablas de piedra iguales a las primeras, para que yo escriba en ellas las mismas palabras que estaban escritas en las primeras tablas, las que hiciste pedazos. Prepárate también para subir al monte Sinaí mañana por la mañana, y preséntate ante mí en la parte más alta del monte. Nadie subirá contigo, ni deberá verse a nadie por todo el monte; tampoco habrá ovejas o vacas pastando frente al monte. Moisés cortó dos tablas de piedra iguales a las primeras. Al día siguiente, muy temprano, tomó las dos tablas de piedra y subió al monte Sinaí, tal como el Señor se lo había ordenado. Entonces el Señor bajó en una nube y estuvo allí con Moisés, y pronunció su propio nombre. Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta: –¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad! Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor, y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos. Rápidamente Moisés se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y adoró al Señor diciendo: –¡Señor! ¡Señor!, si en verdad me he ganado tu favor, acompáñanos. Esta gente es realmente muy terca, pero perdónanos nuestros pecados y maldad, y acéptanos como tu pueblo. El Señor dijo: “Prestad atención: yo hago ahora un pacto ante todo tu pueblo. Voy a hacer cosas maravillosas que no han sido hechas en ninguna otra nación de la tierra, y toda la gente entre la que vosotros os encontráis verá lo que el Señor puede hacer, pues será maravilloso lo que yo haré con vosotros.

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ÉXODO 34:1-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

El SEÑOR le dijo a Moisés: «Labra dos tablas de piedra semejantes a las primeras que rompiste. Voy a escribir en ellas lo mismo que estaba escrito en las primeras. Prepárate para subir mañana a la cumbre del monte Sinaí, y presentarte allí ante mí. Nadie debe acompañarte, ni debe verse a nadie en ninguna parte del monte. Ni siquiera las ovejas y las vacas deben pastar frente al monte». Moisés labró dos tablas de piedra semejantes a las primeras, y muy de mañana subió con ellas al monte Sinaí, como se lo había ordenado el SEÑOR. El SEÑOR descendió en la nube y se puso junto a Moisés. Luego le dio a conocer su nombre: pasando delante de él, proclamó: ―El SEÑOR, el SEÑOR, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación. En seguida Moisés se inclinó hasta el suelo, y oró al Señor de la siguiente manera: ―Señor, si realmente cuento con tu favor, ven y quédate entre nosotros. Reconozco que este es un pueblo terco, pero perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y adóptanos como tu herencia. ―Mira el pacto que hago contigo —respondió el SEÑOR—. A la vista de todo tu pueblo haré maravillas que ante ninguna nación del mundo han sido realizadas. El pueblo en medio del cual vives verá las imponentes obras que yo, el SEÑOR, haré por ti.

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