ÉXODO 8:1-19
ÉXODO 8:1-19 Reina Valera 2020 (RV2020)
Entonces el Señor dijo a Moisés: —Preséntate ante Faraón, y dile: El Señor ha dicho así: «Deja ir a mi pueblo para que me sirva, porque si no lo dejas partir, yo castigaré con ranas todos tus territorios. El río criará ranas, que subirán y entrarán en tu casa, en la habitación donde duermes y sobre tu cama; en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. Las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo y sobre todos tus siervos». Y el Señor dijo a Moisés: —Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, y haz subir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. Pero los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: —Orad al Señor para que aparte las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor. Respondió Moisés a Faraón: —Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas se aparten de ti y de tus casas, y queden solamente en el río. —Mañana —dijo él. Moisés respondió: —Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como el Señor, nuestro Dios. Las ranas se apartarán de ti y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río. Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Moisés clamó al Señor en cuanto a las ranas que había mandado sobre Faraón. E hizo el Señor conforme a la palabra de Moisés: murieron las ranas de las casas, de los patios y de los campos. Las juntaron en montones, y apestaba la tierra. Pero al ver Faraón que le habían dado un respiro, endureció su corazón y no les hizo caso, tal como el Señor lo había dicho. Entonces el Señor dijo a Moisés: —Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se convierta en piojos por todo el país de Egipto. Ellos lo hicieron así; Aarón extendió su mano con la vara y golpeó el polvo de la tierra, el cual se convirtió en piojos que se lanzaron sobre los hombres y las bestias. Todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos en todo el país de Egipto. Los hechiceros también intentaron obtener piojos con sus encantamientos, pero no pudieron. Hubo, pues, piojos tanto en los hombres como en las bestias. Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: —Es el dedo de Dios. Pero el corazón de Faraón se endureció, y no les hizo caso, tal como el Señor lo había dicho.
ÉXODO 8:1-19 La Palabra (versión española) (BLP)
Dijo, pues, el Señor a Moisés: —Manda a Aarón que extienda su vara sobre los ríos, canales y estanques, para que se llene de ranas el país de Egipto. Extendió Aarón su mano sobre las aguas de Egipto, y salió tal cantidad de ranas que se llenó de ellas el país. Pero los magos, con sus artes mágicas, hicieron lo mismo: consiguieron que las ranas invadieran todo el país. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo: —Suplicad al Señor para que retire las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré salir a los israelitas para que ofrezcan sacrificios al Señor. Moisés contestó al faraón: —¿Cuándo quieres que interceda por ti, por tus cortesanos y por tu pueblo, para que el Señor retire las ranas de ti y de tu palacio, y se queden tan solo en el río? —Mañana mismo —respondió el faraón. Moisés asintió: —Así se hará, para que reconozcas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios. Las ranas se alejarán de ti y de tu palacio, de tus cortesanos y de todo tu pueblo; únicamente encontrarás ranas en el río. Moisés y Aarón salieron de la presencia del faraón, y Moisés suplicó al Señor a propósito de las ranas con que había abrumado al faraón. El Señor accedió a la petición de Moisés y murieron las ranas de las casas, patios y campos. Los egipcios las recogieron y las amontonaron; y un hedor insoportable se extendió por todo el país. Viendo el faraón que se le daba un respiro, se mantuvo intransigente y como había predicho el Señor, no cumplió lo prometido a Moisés y Aarón. El Señor dijo a Moisés: —Manda a Aarón que extienda su vara y golpee con ella el polvo del suelo para que se convierta en mosquitos por todo Egipto. Así lo hicieron. Aarón extendió la vara que tenía en la mano y golpeó el polvo del suelo, el cual se convirtió en una inmensa nube de mosquitos que atacaban a personas y animales. Todo el polvo del suelo de Egipto se transformó en mosquitos. Los magos intentaron hacer lo mismo con sus artes mágicas, pero no lo lograron. Mientras tanto, los mosquitos seguían atacando a personas y animales. Entonces los magos dijeron al faraón: —¡Esto es obra de Dios! Pero el faraón seguía intransigente y no los escuchó, tal como había predicho el Señor. El Señor dijo a Moisés: —Mañana temprano, cuando el faraón se dirija al río, preséntate ante él y dile: «Esto dice el Señor: Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. Porque si no lo dejas salir, yo enviaré sobre ti, sobre tus cortesanos, sobre tu pueblo y tu palacio, tábanos que invadirán las casas de los egipcios, incluso el suelo que pisan. Pero esta vez haré una excepción con la tierra de Gosen, donde habita mi pueblo, de modo que allí no habrá tábanos; así tendrás que reconocer que yo, el Señor, estoy en este país. Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana mismo tendrá lugar esta señal».
ÉXODO 8:1-19 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
el Señor dijo a Moisés: –Ve a ver al faraón y dile: ‘Así dice el Señor: Deja ir a mi pueblo, para que me adore. Porque si tú no lo dejas ir, yo castigaré con ranas a todo tu país. El río hervirá de ranas, que saldrán y se meterán en tu palacio, en el lugar donde duermes, sobre tu cama, en las casas de tus funcionarios y de tu gente, en tus hornos y en donde amasan tu pan. Las ranas saltarán sobre ti, sobre tus funcionarios y sobre toda tu gente.’ El Señor dijo a Moisés: –Dile a Aarón que extienda su bastón sobre los ríos, arroyos y lagunas, para que de allí salgan ranas y llenen el país de Egipto. Aarón lo extendió sobre las aguas de Egipto, y todo el país se llenó de las ranas que salieron de ellas. Sin embargo, los magos hicieron lo mismo por medio de sus artes mágicas, y también trajeron ranas sobre el territorio egipcio. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: –Pedidle al Señor que nos quite las ranas a mí y a mi gente, y dejaré que la tuya vaya a ofrecer sacrificios al Señor. Moisés contestó al faraón: –Dime cuándo quieres que yo le pida por ti, por tus funcionarios y por tu gente, para que las ranas se alejen de ti y de tu palacio, y se queden solo en el río. –Mañana mismo –dijo el faraón. Y Moisés contestó: –Así se hará, para que sepas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios. Las ranas se irán de tu palacio y se quedarán solamente en el río. Ya no te molestarán ni a ti, ni a tus funcionarios, ni a tu gente. Moisés y Aarón salieron del palacio del faraón. Después Moisés pidió al Señor que alejara las ranas que había enviado sobre el faraón. El Señor hizo lo que Moisés le pedía, y murieron las ranas que había en casas, patios y campos. La gente recogía las ranas muertas y las amontonaba, y por todas partes olía mal. Sin embargo, en cuanto el faraón se vio libre de su problema, se puso terco y no hizo caso a Moisés y Aarón, tal como el Señor lo había dicho. El Señor dijo a Moisés: –Dile a Aarón que extienda su bastón y que golpee con él el polvo de la tierra, para que se convierta en mosquitos en todo Egipto. Así lo hicieron. Aarón extendió su bastón y golpeó el polvo del suelo, y todo el polvo de Egipto se convirtió en mosquitos que atacaban a hombres y animales. Los magos trataron también de producir mosquitos por medio de sus artes mágicas, pero no pudieron. Mientras tanto, los mosquitos atacaban a hombres y animales. Entonces los magos dijeron al faraón: –¡Aquí está la mano de Dios! Pero el faraón se puso terco y no les hizo caso, tal como el Señor lo había dicho.
ÉXODO 8:1-19 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
El SEÑOR le ordenó a Moisés: «Ve a advertirle al faraón que así dice el SEÑOR: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto. Si no los dejas ir, infestaré de ranas todo tu país. El Nilo hervirá de ranas, y se meterán en tu palacio, y hasta en tu alcoba y en tu cama, y en las casas de tus funcionarios y de tu pueblo, y en tus hornos y artesas. Treparán sobre ti, sobre tu pueblo y sobre tus funcionarios”». Luego el SEÑOR le dijo a Moisés: «Dile a Aarón que extienda su vara sobre ríos, arroyos y lagunas, para que todo Egipto se llene de ranas». Aarón extendió su brazo sobre las aguas de Egipto, y las ranas llegaron a cubrir todo el país. Pero, mediante sus artes secretas, los magos hicieron lo mismo, de modo que hicieron venir ranas sobre todo Egipto. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: ―Rogadle al SEÑOR que aleje las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que le ofrezca sacrificios. Moisés le respondió: ―Dime cuándo quieres que ruegue al SEÑOR por ti, por tus funcionarios y por tu pueblo. Las ranas se quedarán solo en el Nilo, y tú y tus casas os libraréis de ellas. ―Mañana mismo —contestó el faraón. ―Así se hará —respondió Moisés—, y sabrás que no hay dios como el SEÑOR, nuestro Dios. Las ranas se apartarán de ti y de tus casas, de tus funcionarios y de tu pueblo, y se quedarán únicamente en el Nilo. Tan pronto como salieron Moisés y Aarón de hablar con el faraón, Moisés clamó al SEÑOR en cuanto a las ranas que había mandado sobre el faraón. El SEÑOR atendió a los ruegos de Moisés, y las ranas comenzaron a morirse en las casas, en los patios y en los campos. La gente las recogía y las amontonaba, y el hedor de las ranas llenaba el país. Pero, en cuanto el faraón experimentó alivio, endureció su corazón y, tal como el SEÑOR lo había advertido, ya no quiso saber nada de Moisés ni de Aarón. El SEÑOR le ordenó a Moisés que le dijera a Aarón: «Extiende tu vara y golpea el suelo, para que en todo Egipto el polvo se convierta en mosquitos». Así lo hizo. Y Aarón extendió su brazo, golpeó el suelo con la vara, y del polvo salieron mosquitos que picaban a hombres y animales. En todo Egipto el polvo se convirtió en mosquitos. Los magos, recurriendo a sus artes secretas, trataron también de producir mosquitos, pero no pudieron. Mientras tanto, los mosquitos picaban a hombres y animales. «En todo esto anda la mano de Dios», admitieron los magos ante el faraón, pero este había endurecido su corazón, así que no les hizo caso, tal como el SEÑOR lo había advertido.