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ÉXODO 9:13-33

ÉXODO 9:13-33 La Palabra (versión española) (BLP)

El Señor dijo a Moisés: —Mañana, bien temprano, preséntate ante el faraón y dile: «Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: Deja que mi pueblo salga a rendirme culto, porque si no, voy a desencadenar esta vez sobre ti, sobre tus cortesanos y sobre todo tu pueblo, todas mis plagas. De este modo aprenderás que no hay nadie que se me parezca en toda la tierra. Yo podría haber usado mi poder para herirte a ti y a los tuyos con la peste, y habríais desaparecido de la tierra; pero te he preservado la vida para mostrarte mi poder y para que todo el mundo me conozca ¿Y todavía te resistes a dejar salir a mi pueblo? ¡Pues mira! Mañana a esta hora haré caer una granizada tan recia, como no se vio nunca en Egipto, desde su fundación hasta hoy. Así que pon a resguardo tu ganado y cuanto tienes en el campo, porque la persona o animal que quede fuera sin ponerse a resguardo, será víctima de la granizada que le caerá encima». Los cortesanos del faraón que tomaron en serio la amenaza del Señor, resguardaron bajo techo a sus siervos y al ganado; pero hubo otros que no dieron crédito a la amenaza y dejaron a sus siervos y ganados en el campo. Y el Señor dijo a Moisés: —Alza tu mano hacia el cielo, para que caiga granizo por todo el país de Egipto, sobre personas, animales y sobre los campos sembrados. Moisés alzó su vara hacia el cielo, y el Señor desató una tormenta con truenos y granizo. Cayeron rayos sobre la tierra, y el Señor hizo que granizara en todo Egipto. Caían los granizos y rayos mezclados con el granizo. Desde la fundación de Egipto no se vio jamás una granizada tan violenta. Aquel granizo destrozó en todo el país de Egipto cuanto se encontraba en el campo —personas y animales—, machacó toda la vegetación y tronchó los árboles. Únicamente el territorio de Gosen, donde vivían los israelitas, se libró del granizo. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón para decirles: —Reconozco que esta vez he pecado. La culpa es mía y de mi pueblo, no del Señor que es justo. Suplicad al Señor que cesen los potentes truenos y el granizo y no os retendré más. Esta vez os dejaré salir. Moisés le respondió: —En cuanto salga de la ciudad, alzaré mis manos al Señor; los truenos y el granizo cesarán; así reconocerás que la tierra es del Señor. Pero bien sé que ni tú ni tus cortesanos teméis todavía a Dios, el Señor. La cosecha de lino y cebada se perdió, pues la cebada estaba ya espigada y el lino en flor. En cambio, al trigo y al centeno no les afectó porque brotan más tarde. Salió Moisés de la presencia del faraón y, una vez fuera de la ciudad, alzó sus manos al Señor. El granizo y los truenos cesaron, y escampó.

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ÉXODO 9:13-33 Reina Valera 2020 (RV2020)

Luego el Señor dijo a Moisés: —Levántate de mañana, y preséntate ante Faraón y dile: «El Señor, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva, porque yo enviaré esta vez todas mis plagas sobre tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Por tanto, ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo con una plaga, y desaparecerás de la tierra. A decir verdad, yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra. ¿Todavía te opones a mi pueblo y no lo dejas ir? Mañana, a esta hora, yo haré llover un granizo muy pesado, como nunca antes lo hubo desde que Egipto se fundó hasta ahora. Envía, pues, a recoger tu ganado y todo lo que tienes en el campo, porque todo hombre o animal que se halle en el campo y no sea recogido en casa, el granizo caerá sobre él y morirá». De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra del Señor recogió a sus criados y a su ganado en casa, pero el que no puso en su corazón la palabra del Señor, dejó a sus criados y a su ganado en el campo. Entonces el Señor dijo a Moisés: —Extiende tu mano hacia el cielo, para que caiga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, sobre las bestias y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto. Moisés extendió su vara hacia el cielo, y el Señor hizo que tronara y granizara, y que cayera fuego sobre la tierra. El Señor hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo. Desde la fundación de Egipto no se vio jamás una granizada tan violenta. Aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto cuanto había en el campo, así hombres como bestias; también destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. Únicamente la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, se libró del granizo. Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: —Reconozco que esta vez he pecado. La culpa es mía y de mi pueblo, no del Señor que es justo. Orad al Señor para que cesen esos ensordecedores truenos y el granizo. Yo os dejaré marchar y no os retendré más. Moisés le respondió: —Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos al Señor; los truenos cesarán y no habrá más granizo, para que sepas que del Señor es la tierra. Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Dios el Señor. El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. Pero el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos. Cuando Moisés salió de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos al Señor, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia dejó de caer sobre la tierra.

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ÉXODO 9:13-33 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Entonces el Señor dijo a Moisés: –Mañana levántate temprano y ve a decirle al faraón: ‘Así ha dicho el Señor, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo, para que me adore; porque esta vez voy a enviar todas mis plagas contra ti, y contra tus funcionarios y tu gente, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra. Yo podría haberte mostrado mi poder castigándote a ti y a tu pueblo con una plaga, y ya habrías desaparecido de la tierra; pero te he dejado vivir para que veas mi poder y para darme a conocer en toda la tierra. A pesar de esto, tú sigues oponiéndote a mi pueblo y no lo dejas ir. Pues bien, mañana a estas horas haré que caiga una fuerte granizada, como no ha caído otra igual en toda la historia de Egipto. Así que manda poner en lugar seguro tu ganado y todo lo que tienes en el campo, porque el granizo, al caer, matará a todos los hombres y animales que estén al aire libre y no bajo techo.’ Algunos funcionarios del faraón tuvieron miedo de la advertencia del Señor, y pusieron a sus esclavos y animales bajo techo; pero hubo otros que no la tomaron en serio, y los dejaron al aire libre. Entonces el Señor dijo a Moisés: –Levanta tu brazo hacia el cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre hombres y animales, y sobre las plantas de los campos egipcios. Moisés levantó su brazo hacia el cielo, y el Señor envió truenos, rayos y granizo sobre la tierra. Hizo que granizara en todo Egipto, y el granizo y los rayos caían sin cesar. Jamás en toda la historia de Egipto había caído una granizada tan fuerte. El granizo destrozó todo lo que había en el territorio egipcio: destruyó hombres y animales, y todas las plantas del campo, y desgajó además todos los árboles del país. A pesar de eso, en la tierra de Gosen, donde vivían los israelitas, no cayó un solo granizo. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: –Reconozco que he pecado. La culpa es mía y de mi pueblo, y no del Señor. Demasiados truenos y granizo hemos tenido ya, así que no voy a deteneros más. Pedidle al Señor por nosotros, y yo os dejaré ir. Moisés le contestó: –Tan pronto como yo salga de la ciudad, levantaré mis manos en oración al Señor. Entonces dejará de granizar y no habrá más truenos, para que sepas que la tierra es del Señor. Pero yo sé bien que ni tú ni tus funcionarios tenéis todavía temor de Dios el Señor. Los sembrados de lino y de cebada quedaron destrozados, pues la cebada estaba ya en espiga, y el lino en flor. Pero al trigo y al centeno no les pasó nada, porque brotan más tarde. Cuando Moisés salió de la ciudad, después de haber estado con el faraón, levantó sus manos al Señor en oración. Inmediatamente dejó de granizar y de llover, y no hubo más truenos.

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ÉXODO 9:13-33 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

El SEÑOR le ordenó a Moisés madrugar al día siguiente, y salirle al paso al faraón para advertirle: «Así dice el SEÑOR y Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto. Porque esta vez voy a enviar el grueso de mis plagas contra ti, y contra tus funcionarios y tu pueblo, para que sepas que no hay en toda la tierra nadie como yo. Si en este momento desplegara yo mi poder, y a ti y a tu pueblo os azotara con una plaga, desapareceríais de la tierra. Pero te he dejado con vida precisamente para mostrarte mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra. Tú, sin embargo, sigues enfrentándote a mi pueblo y no quieres dejarlo ir. Por eso mañana a esta hora enviaré la peor granizada que haya caído en Egipto desde su fundación. Ordena inmediatamente que se pongan bajo techo tus ganados y todo lo que tengas en el campo, lo mismo personas que animales, porque el granizo caerá sobre los que anden al aire libre y los matará”». Algunos funcionarios del faraón temieron la palabra del SEÑOR y se apresuraron a poner bajo techo a sus esclavos y ganados, pero otros no hicieron caso de la palabra del SEÑOR y dejaron en el campo a sus esclavos y ganados. Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre la gente y los animales, y sobre todo lo que crece en el campo». Moisés levantó su vara hacia el cielo, y el SEÑOR hizo que cayera granizo sobre todo Egipto: envió truenos, granizo y rayos sobre toda la tierra. Llovió granizo, y con el granizo caían rayos zigzagueantes. Nunca en toda la historia de Egipto como nación hubo una tormenta peor que esta. El granizo arrasó con todo lo que había en los campos de Egipto, y con personas y animales; acabó con todos los cultivos y derribó todos los árboles. El único lugar en donde no granizó fue en la tierra de Gosén, donde estaban los israelitas. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: ―Esta vez reconozco mi pecado. El SEÑOR ha actuado con justicia, mientras que yo y mi pueblo hemos actuado mal. No voy a deteneros más tiempo; voy a dejaros ir. Pero rogad por mí al SEÑOR, que truenos y granizo los hemos tenido de sobra. ―En cuanto yo salga de la ciudad —le contestó Moisés—, elevaré mis manos en oración al SEÑOR, y cesarán los truenos y dejará de granizar. Así sabrás que la tierra es del SEÑOR. Sin embargo, yo sé que tú y tus funcionarios aún no tenéis temor de Dios el SEÑOR. El lino y la cebada fueron destruidos, ya que la cebada estaba en espiga, y el lino en flor. Sin embargo, el trigo y la espelta no se echaron a perder porque maduran más tarde. Tan pronto como Moisés dejó al faraón y salió de la ciudad, elevó sus manos en oración al SEÑOR y, en seguida, cesaron los truenos y dejó de granizar y de llover sobre la tierra.

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