EZEQUIEL 22:23-30
EZEQUIEL 22:23-30 Reina Valera 2020 (RV2020)
Vino a mí palabra del Señor: —Hijo de hombre, dile a ella: Tú no eres tierra limpia ni rociada con lluvia en el día del furor. En medio de ti los profetas se han confabulado y, como leones feroces, despedazaron a su presa. Devoraron vidas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron sus viudas en medio de ella. Sus sacerdotes violaron mi ley y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio. De mis sábados apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos. Sus jefes en medio de ella son como lobos que arrebatan la presa: derraman sangre para destruir las vidas, para obtener ganancias injustas. Sus profetas recubrían con lodo suelto, pues profetizaban vanidad y predecían mentira cuando decían: «Así ha dicho el Señor», y el Señor no había hablado. El pueblo de la tierra oprimía y robaba; al afligido y necesitado hacía violencia y al extranjero oprimía contra derecho. Busqué entre ellos un hombre que levantara una muralla y que se pusiera en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyera, pero no lo hallé.
EZEQUIEL 22:23-30 La Palabra (versión española) (BLP)
El Señor me dirigió la palabra: —Hijo de hombre, dile [a Jerusalén] lo siguiente: Eres una tierra que no ha recibido lluvia ni se ha empapado el día de mi furor. Los príncipes que residen en ella son como un león rugiente que desgarra su presa. Han eliminado gente, se han apropiado de haciendas y riquezas, han hecho aumentar el número de viudas que la habitan. Sus sacerdotes han violado mi ley y han profanado mis cosas santas: no han separado lo santo de lo profano, no han enseñado a distinguir lo impuro de lo puro; han cerrado los ojos para no ver mis sábados, y yo he sido deshonrado entre ellos. Los nobles que la habitan son como lobos que desgarran su presa, proclives al crimen, a acabar con la gente para sacar provecho de tales situaciones. Sus profetas los cubren de cal a base de visiones falsas y presagios engañosos, cuando dicen: «Esto dice el Señor Dios», y resulta que el Señor no ha hablado. La gente del país se dedica a la explotación y al pillaje, oprimen al pobre y al menesteroso, y explotan a los forasteros privándolos del derecho. He buscado entre ellos uno solo que construyese un muro y que, en defensa del país, se mantuviese en la brecha frente a mí para evitar que yo lo destruyera, pero no he encontrado a nadie.
EZEQUIEL 22:23-30 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El Señor se dirigió a mí y me dijo: “Tú, hombre, dile a Israel: ‘Eres un país castigado con falta de lluvias y de agua, un país con gobernantes como leones, que rugen y despedazan su presa; que en su territorio devoran a la gente, roban sus tesoros, sus riquezas, y dejan viudas a muchas mujeres. Los sacerdotes de este país tuercen el sentido de mis enseñanzas y profanan las cosas que yo considero sagradas; no hacen ninguna distinción entre lo sagrado y lo profano ni enseñan a otros a distinguir entre lo puro y lo impuro. No prestan atención a mis sábados ni me honran. Los jefes de este país son como lobos que despedazan su presa, listos a derramar sangre y a matar gente con tal de enriquecerse. Los profetas ocultan la verdad, como quien blanquea una pared; dicen tener visiones y anuncian cosas que resultan falsas. Aseguran que hablan en mi nombre, cuando en realidad yo no he hablado. La gente del pueblo se dedica a la violencia y al robo; explotan al pobre y al necesitado, y cometen violencias e injusticias con los extranjeros. Yo he buscado entre esa gente a alguien que haga algo en favor del país y que interceda ante mí para que yo no los destruya, pero no lo he encontrado.
EZEQUIEL 22:23-30 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
El SEÑOR me habló diciendo: «Hijo de hombre, dile a Israel: “Tú eres una tierra que no ha sido purificada ni mojada por la lluvia en el día de la ira”. Como leones rugientes que despedazan a la presa, hay una conspiración de profetas que devoran a la gente, que se apoderan de las riquezas y de los objetos de valor, y que aumentan el número de viudas. Sus sacerdotes violan mi ley y profanan mis objetos sagrados. Ellos no hacen distinción entre lo sagrado y lo profano ni enseñan a otros la diferencia entre lo puro y lo impuro. Tampoco les prestan atención a mis sábados, y he sido profanado entre ellos. Los jefes de la ciudad son como lobos que desgarran a su presa; siempre están listos para derramar sangre y para destruir vidas, con tal de lograr ganancias injustas. Los profetas todo lo blanquean mediante visiones falsas y predicciones mentirosas. Alegan que lo ha dicho el SEÑOR omnipotente, cuando en realidad el SEÑOR no les ha dicho nada. Los terratenientes roban y extorsionan a la gente, explotan al indigente y al pobre, y maltratan injustamente al extranjero. Yo he buscado entre ellos a alguien que se interponga entre mi pueblo y yo, y dé la cara por él para que yo no lo destruya. ¡Y no lo he hallado!