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ESDRAS 4:1-23

ESDRAS 4:1-23 Reina Valera 2020 (RV2020)

Cuando los enemigos de Judá y de Benjamín oyeron que los que habían vuelto de la cautividad edificaban un templo al Señor, Dios de Israel, fueron a ver a Zorobabel y a los jefes de familia, y les dijeron: —Edificaremos con vosotros, porque, como vosotros, buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón, rey de Asiria, que nos hizo venir aquí. Zorobabel, Jesúa y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: —No nos conviene edificar con vosotros la casa de nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos al Señor, Dios de Israel, como nos mandó Ciro, rey de Persia. Entonces, la gente del país intimidó al pueblo de Judá y lo atemorizó para que detuviera la edificación. Sobornaron, además, contra ellos a algunos consejeros para frustrar sus propósitos, durante todo el tiempo que Ciro fue rey de Persia y hasta el reinado de Darío, rey de Persia. En el reinado de Asuero, al principio de su reinado, escribieron acusaciones contra los habitantes de Judá y de Jerusalén. También en días de Artajerjes escribieron Bislam, Mitrídates, Tabeel y los demás compañeros suyos, a Artajerjes, rey de Persia; y la carta estaba escrita en arameo, y traducida. El canciller Rehum y el secretario Simsai escribieron una carta contra Jerusalén al rey Artajerjes. En esa fecha escribieron el canciller Rehum y el secretario Simsai, y los demás compañeros suyos, los jueces, gobernadores y oficiales, los de Persia, Erec, Babilonia y Susa, es decir, los elamitas, y los demás pueblos que el grande y glorioso Asnapar había deportado y hecho habitar en las ciudades de Samaria y las demás provincias del otro lado del río. Esta es la copia de la carta que enviaron: «Al rey Artajerjes: Tus siervos del otro lado del río te saludan. Ha de saber el rey que los judíos que de tu parte vinieron a nosotros, llegaron a Jerusalén y edifican esta ciudad rebelde y mala. Ya levantan los muros y reparan los fundamentos. El rey debe saber que si aquella ciudad es reedificada y los muros son levantados, sus habitantes no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será perjudicado. Como nuestra subsistencia depende del palacio, no podemos permitir que el rey sea menospreciado, por lo cual hemos enviado al rey esta denuncia, a fin de que se investigue en el libro de las memorias de tus padres. En el libro de las memorias encontrarás y sabrás que esta ciudad es ciudad rebelde, perjudicial a los reyes y a las provincias, y que de tiempo antiguo en ella se han fomentado rebeliones. Por ese motivo, esta ciudad fue destruida. Hacemos saber al rey que si se reedifica esta ciudad y se levantan sus muros, la región de más allá del río no será tuya». El rey envió esta respuesta: «Al canciller Rehum, al secretario Simsai, a los compañeros suyos que habitan en Samaria, y a los demás del otro lado del río: Salud y paz. La carta que nos enviasteis fue leída claramente delante de mí. Ordené que se investigara, y se ha encontrado que aquella ciudad se subleva desde antiguo contra los reyes, y que en ella se han fomentado revueltas e insurrecciones. Que hubo en Jerusalén reyes fuertes, cuyo dominio se extendía a todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuestos y rentas. Ahora, pues, ordenad que se detengan aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada hasta que yo emita una nueva orden. Procurad no ser negligentes en esto; ¿por qué habrá de crecer el daño en perjuicio de los reyes?». Cuando la copia de la carta del rey Artajerjes fue leída delante de Rehum, de Simsai, el secretario, y de sus compañeros, salieron apresuradamente hacia Jerusalén, donde estaban los judíos, y les hicieron cesar los trabajos por medio de la fuerza y la violencia.

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ESDRAS 4:1-23 La Palabra (versión española) (BLP)

Cuando los enemigos de Judá y Benjamín se enteraron de que los repatriados estaban construyendo un Templo al Señor, Dios de Israel, se acercaron a Zorobabel, a Josué y a los cabezas de familia y les dijeron: —Dejadnos que colaboremos con vosotros en la construcción, porque también nosotros hemos recurrido a vuestro Dios y le hemos ofrecido sacrificios desde los días en que Asaradón, rey de Asiria, nos estableció aquí. Zorobabel, Josué y el resto de los cabezas de familia de Israel les contestaron: —No podemos edificar un Templo a nuestro Dios junto con vosotros. Tan solo nosotros hemos de construirlo para el Señor, Dios de Israel, como nos ha ordenado Ciro, rey de Persia. Sucedió, entonces, que las gentes del lugar desalentaron al pueblo de Judá y los atemorizaron para que no siguieran construyendo. Sobornaban a funcionarios del gobierno para hacer que fracasara su propósito y continuaron así durante todo el tiempo en que Ciro fue rey de Persia y hasta el reinado de Darío, rey de Persia. En el reinado de Asuero, al comienzo de su mandato, presentaron una acusación contra los habitantes de Judá y Jerusalén. Y en tiempos de Artajerjes, rey de Persia, se dirigieron también a él por escrito Bislán, Mitrídates, Tabeel y el resto de sus colegas. La carta estaba escrita en caracteres arameos y traducida a dicha lengua. Por su parte, el vicegobernador Rejún y el secretario Simsay escribieron a Artajerjes una carta contra Jerusalén. La escribieron el vicegobernador Rejún y el secretario Simsay juntamente con sus colegas, los jueces, gobernadores y funcionarios persas de Erec, de Babilonia, de los elamitas de Susa y del resto de los pueblos que el grande y glorioso Asnapar deportó e hizo habitar en las ciudades de Samaría y en el resto del territorio del otro lado del Éufrates. Esta es la copia que enviaron: «Al rey Artajerjes: Tus siervos del otro lado del río te saludan. Con relación a los judíos que de parte tuya vinieron hasta nosotros y se instalaron en Jerusalén, sepa el rey que están reconstruyendo esa ciudad rebelde y malvada: levantan las murallas y reparan los cimientos. Sepa, además, el rey que si es reconstruida la ciudad y son levantadas las murallas, no pagarán tributos, impuestos, ni peaje y el erario real vendrá a menos. Y puesto que recibimos de palacio nuestro salario, no podemos permitir que el rey sea afrentado; remitimos, pues, al rey este informe con el fin de que se investigue en los archivos de sus antepasados. Por lo que se encuentra en esos archivos comprobarás que se trata de una ciudad rebelde, perniciosa para los reyes y las provincias, y que desde antiguo ha fomentado insurrecciones, razón por la cual fue destruida. Informamos al rey que, si se reedifica esta ciudad y se levantan sus murallas, el territorio del otro lado del Éufrates dejará de ser suyo». El rey envió esta respuesta: «Al vicegobernador Rejún, al secretario Simsay y al resto de colegas que viven en Samaría y en las demás regiones del otro lado del Éufrates, salud y paz. La carta que nos remitisteis ha sido leída ante mí debidamente traducida. Ordené que se indagara y se comprobó que esa ciudad ha sido desde hace tiempo un foco permanente de rebeliones y que en ella han proliferado los levantamientos y las insurrecciones. Además, en Jerusalén ha habido reyes poderosos que dominaron el territorio del otro lado del Éufrates y a los que se les pagaba tributos, impuestos y peaje. Así que mandad a esos hombres que desistan de reconstruir la ciudad hasta que os envíe nueva orden. Y procurad no ser negligentes en esto para que no se incremente el daño en perjuicio del reino». Apenas fue leída la copia de la carta de Artajerjes ante Rejún, el secretario Simsay y sus colegas, estos se pusieron rápidamente en marcha hacia Jerusalén donde, utilizando la violencia, forzaron a los judíos a suspender las obras.

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ESDRAS 4:1-23 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Cuando los enemigos de Judá y de Benjamín supieron que los que habían vuelto del destierro estaban reconstruyendo el templo del Señor, Dios de Israel, fueron a ver a Zorobabel, a Josué y a los jefes de familia, y les dijeron: –Permitid que os ayudemos en la construcción, porque nosotros, lo mismo que vosotros, hemos recurrido a vuestro Dios y le hemos ofrecido sacrificios desde el tiempo de Esarhadón, rey de Asiria, que nos trajo hasta aquí. Pero Zorobabel, Josué y los otros jefes de familia israelitas les respondieron: –No podemos reconstruir junto con vosotros el templo de nuestro Dios. Lo tenemos que reconstruir nosotros solos para el Señor, Dios de Israel, pues así nos lo ordenó Ciro, rey de Persia. Entonces la gente de la región se dedicó a desanimar a la gente de Judá y a no dejarlos construir. Además sobornaron a ciertos funcionarios del gobierno, y estos se opusieron a sus propósitos durante todo el tiempo que Ciro fue rey de Persia, y hasta el reinado de Darío, rey de Persia. En los comienzos del reinado de Asuero presentaron una acusación contra los habitantes de Judá y de Jerusalén. Y en la época de Artajerjes, rey de Persia, Bislam, Mitrídates, Tabeel y sus demás compañeros escribieron a Artajerjes. La carta estaba escrita en arameo, con su traducción correspondiente. Rehúm, que era el comandante, y Simsai, el secretario, escribieron al rey Artajerjes una carta en contra de los habitantes de Jerusalén. Esta es la carta que le enviaron Rehúm el comandante, Simsai el secretario, y sus compañeros los jueces, generales y funcionarios de Persia, Érec, Babilonia y Susa, o sea Elam, y el resto de las naciones que el grande e ilustre Asnapar llevó desterradas e instaló en las ciudades de Samaria y en el resto de la provincia al oeste del río Éufrates: “Al rey Artajerjes, de parte de sus siervos de la provincia al oeste del río Éufrates: “Ponemos en conocimiento de Su Majestad que los judíos que de parte de Su Majestad vinieron a nosotros, han llegado a Jerusalén y están reconstruyendo esta ciudad rebelde y perversa. Ya han comenzado a levantar las murallas y a reparar los cimientos. Y ponemos también en conocimiento de Su Majestad que si esta ciudad es reconstruida y levantada su muralla, esa gente no querrá pagar tributo ni impuestos ni derechos, con lo que el tesoro real sufrirá pérdidas. Y como nosotros estamos al servicio de Su Majestad, no podemos permitir que se ofenda a Su Majestad de tal manera. Por eso enviamos a Su Majestad esta información, para que se investigue en los archivos de los antepasados de Su Majestad. Por lo que allí se diga, Su Majestad podrá comprobar que esta ciudad es rebelde y peligrosa para los reyes y para las demás provincias, y que ya en otros tiempos se organizaron rebeliones en ella, y que por eso fue destruida. Por lo tanto, hacemos saber a Su Majestad que, si esta ciudad es reconstruida y terminada de reparar su muralla, Su Majestad perderá el dominio sobre la provincia al oeste del río Éufrates.” Entonces el rey Artajerjes les envió la siguiente respuesta: “Al comandante Rehúm, al secretario Simsai y a sus compañeros que viven en Samaria y en el resto de la provincia al oeste del río Éufrates: Saludos. “En relación con la carta que me habéis enviado, y cuya traducción ha sido leída en mi presencia, ordené que se hiciera una investigación. Se ha encontrado, en efecto, que esa ciudad se ha rebelado anteriormente contra los reyes, que se han organizado en ella revueltas y rebeliones, y que hubo en Jerusalén reyes poderosos que dominaron en la provincia al oeste del río Éufrates, a los cuales se pagaba tributo, impuestos y derechos. Por lo tanto, ordenad a esos hombres que detengan las obras y que, hasta nueva orden mía, no se reconstruya la ciudad. No descuidéis este asunto, para que no aumente el mal en perjuicio del reino.” Una vez leída la carta del rey Artajerjes en presencia de Rehúm, del secretario Simsai y de sus compañeros, todos ellos se fueron de prisa a Jerusalén y, por la fuerza, obligaron a los judíos a detener las obras.

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ESDRAS 4:1-23 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Cuando los enemigos del pueblo de Judá y de Benjamín se enteraron de que los repatriados estaban reconstruyendo el templo del SEÑOR, Dios de Israel, se presentaron ante Zorobabel y ante los jefes de familia y les dijeron: ―Permitidnos participar en la reconstrucción, pues nosotros, al igual que vosotros, hemos buscado a vuestro Dios y le hemos ofrecido holocaustos desde el día en que Esarjadón, rey de Asiria, nos trajo acá. Pero Zorobabel, Jesúa y los jefes de las familias de Israel les respondieron: ―No podemos permitir que os unáis a nosotros en la reconstrucción del templo de nuestro Dios. Nosotros solos nos encargaremos de reedificar el templo para el SEÑOR, Dios de Israel, tal como lo decretó Ciro, rey de Persia. Entonces los habitantes de la región comenzaron a desanimar e intimidar a los de Judá para que abandonaran la reconstrucción. Y hasta llegaron a sobornar a algunos de los consejeros para impedirles llevar a cabo sus planes. Esto sucedió durante todo el reinado de Ciro, rey de Persia, y hasta el reinado de Darío, que también fue rey de Persia. También al comienzo del reinado de Asuero, aquellos enemigos enviaron una carta en la cual acusaban a los habitantes de Judá y de Jerusalén. Luego, cuando Artajerjes llegó a ser rey de Persia, también Bislán, Mitrídates, Tabel y sus demás compañeros le enviaron una carta, que fue traducida al arameo. Además, el comandante Rejún y el cronista Simsay enviaron a Artajerjes una carta en contra de los habitantes de Jerusalén. La carta decía: El comandante Rejún y el cronista Simsay escriben esta carta, junto con sus compañeros los jueces, gobernadores y funcionarios de Persia, Érec, Babilonia y Susa (es decir, Elam). Esta carta la suscriben también las demás naciones que el grande y noble Asnapar llevó cautivas y estableció en la ciudad de Samaria y en las otras provincias al oeste del río Éufrates. Al rey Artajerjes, de parte de tus siervos que habitan al oeste del río Éufrates: Sepa el rey que los judíos enviados por ti han llegado a Jerusalén y están reconstruyendo esa ciudad rebelde y mala. Ya están echados los cimientos. Sepa también el rey que, si esta gente reconstruye la ciudad y termina la muralla, sus habitantes se rebelarán y no pagarán tributos, ni impuestos ni contribución alguna, lo cual sería perjudicial para el tesoro real. Como nosotros somos tus vasallos, no podemos permitir que se te deshonre. Por eso te enviamos esta denuncia. Pida el rey que se investigue en los archivos donde están las crónicas de los reyes que te han precedido. Así comprobarás que esta ciudad ha sido rebelde y nociva para los reyes y las provincias, y que fue destruida porque hace ya mucho tiempo allí se fraguaron sediciones. Por eso te advertimos que, si esa ciudad es reconstruida y la muralla levantada, el rey perderá el dominio de la región al oeste del Éufrates. En respuesta, el rey les escribió: Al comandante Rejún y al cronista Simsay, y al resto de sus compañeros que viven en Samaria y en las otras regiones al oeste del río Éufrates: Saludos. La carta que vosotros enviasteis ha sido traducida y leída en mi presencia. Di orden de investigar en los archivos y, en efecto, se encontró que anteriormente en dicha ciudad se fraguaron sediciones y se tramaron rebeliones contra los reyes; que en Jerusalén hubo reyes poderosos, gobernantes de toda la región al oeste del río Éufrates, a quienes se les pagaban impuestos, tributos y rentas. Por eso, ordenadles a esos hombres que cesen sus labores, que suspendan la reconstrucción de la ciudad, hasta que yo promulgue un nuevo edicto. Sed diligentes en hacer cumplir esta orden, para que no crezca la amenaza de perjuicio a los intereses reales. En cuanto la carta del rey Artajerjes se leyó en presencia de Rejún, del cronista Simsay y de sus compañeros, todos ellos fueron a Jerusalén y, por la fuerza de las armas, obligaron a los judíos a detener la obra.

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