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GÉNESIS 2:1-18

GÉNESIS 2:1-18 Reina Valera 2020 (RV2020)

Así, pues, fueron, concluidos los cielos y la tierra, y todo su ornamento. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que había hecho, y reposó en él de todo su trabajo. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados. Cuando Dios el Señor hizo la tierra y los cielos, aún no había ninguna planta del campo sobre la tierra ni había nacido ninguna hierba del campo, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra ni había hombre para que la labrara, sino que subía de la tierra un vapor que regaba toda su superficie. Entonces Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y se convirtió en un ser vivo. Dios el Señor plantó un huerto en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado. E hizo Dios el Señor nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer; también el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. El primero se llamaba Pisón; es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro. El oro de aquella tierra es bueno; y hay allí también bedelio y ónice. El segundo río se llama Gihón; es el que rodea toda la tierra de Cus. El tercer río se llama Hidekel; es el que corre al oriente de Asiria. El cuarto río es el Éufrates. Tomó, pues, Dios el Señor al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidase. Y Dios le dio al hombre esta orden: —De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás. Después dijo Dios el Señor: —No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él.

GÉNESIS 2:1-18 La Palabra (versión española) (BLP)

Así quedaron concluidos el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos. Para el séptimo día Dios había concluido su obra y descansó el día séptimo de todo lo que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó Dios de toda su obra creadora. Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra. Cuando Dios, el Señor, hizo la tierra y el cielo no había aún arbustos en la tierra ni la hierba había brotado, porque Dios, el Señor, todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía nadie que cultivase el suelo; sin embargo, de la propia tierra brotaba un manantial que regaba toda la superficie del suelo. Entonces Dios, el Señor, modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente. Dios, el Señor, plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había modelado. Dios, el Señor, hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y de frutos apetitosos. Además, hizo crecer el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal. En Edén nacía un río que regaba el jardín y desde allí se dividía en cuatro brazos: el primero se llama Pisón y rodea toda la región de Javilá, donde hay oro. (El oro de esa región es excelente, y también se dan allí bedelio y ónice). El segundo se llama Guijón, y rodea la región de Cus. El tercero se llama Tigris y pasa al este de Asur. El cuarto es el Éufrates. Dios, el Señor, tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara. Y le dio esta orden: —Puedes comer del fruto de todos los árboles que hay en el jardín, excepto del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque el día en que comas de él, tendrás que morir. Luego Dios, el Señor, se dijo: —No es conveniente que el hombre esté solo; voy, pues, a hacerle una ayuda adecuada.

GÉNESIS 2:1-18 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

El cielo y la tierra, y todo lo que hay en ellos, quedaron terminados. El séptimo día terminó Dios lo que había hecho, y descansó. Entonces bendijo el séptimo día y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó de todo su trabajo de creación. Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra. Cuando Dios el Señor hizo el cielo y la tierra, aún no había plantas ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra, ni había nadie que la trabajara. Sin embargo, de la tierra salía agua que la regaba completamente. Entonces Dios el Señor formó al hombre, de la tierra misma, sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre comenzó a vivir. Después Dios el Señor plantó un jardín en la región de Edén, en el oriente, y puso allí al hombre que había formado. Hizo crecer también toda clase de árboles hermosos que daban fruto bueno para comer. Y en medio del jardín puso también el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. En Edén nacía un río que regaba el jardín, y que de allí se dividía en cuatro brazos. El primero se llamaba Pisón, y es el que rodea toda la región de Havilá, donde hay oro. El oro de esa región es fino, y también hay allí resina fina y piedra de ónice. El segundo río se llamaba Gihón, y es el que rodea toda la región de Cus. El tercero era el río Tigris, que es el que pasa al oriente de Asiria. Y el cuarto era el río Éufrates. Cuando Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara, le dio esta orden: “Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás.” Luego, Dios el Señor dijo: “No es bueno que el hombre esté solo. Le voy a hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él.”

GÉNESIS 2:1-18 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Así quedaron terminados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos. Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora. Esta es la historia de la creación de los cielos y la tierra. Cuando Dios el SEÑOR hizo la tierra y los cielos, aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra, ni había brotado la hierba, porque Dios el SEÑOR todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía el hombre para que la cultivara. No obstante, salía de la tierra un manantial que regaba toda la superficie del suelo. Y Dios el SEÑOR formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente. Dios el SEÑOR plantó un jardín al oriente del Edén, y allí puso al hombre que había formado. Dios el SEÑOR hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal. Del Edén nacía un río que regaba el jardín, y que desde allí se dividía en cuatro ríos menores. El primero se llamaba Pisón, y recorría toda la región de Javilá, donde había oro. El oro de esa región era fino, y también había allí resina muy buena y piedra de ónice. El segundo se llamaba Guijón, que recorría toda la región de Cus. El tercero se llamaba Tigris, que corría al este de Asiria. El cuarto era el Éufrates. Dios el SEÑOR tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás». Luego Dios el SEÑOR dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada».