GÉNESIS 29:1-14
GÉNESIS 29:1-14 La Palabra (versión española) (BLP)
Jacob continuó su viaje y llegó a territorio de los orientales. Vio entonces en medio del campo un pozo, junto al cual reposaban tres rebaños de ovejas, porque los ganados solían abrevar en él. La boca del pozo estaba tapada por una gran piedra que los pastores corrían cuando todos los rebaños se juntaban allí y que, una vez abrevado el ganado, volvían a colocar sobre el brocal del pozo. Jacob preguntó a los pastores: —¿De dónde sois, amigos míos? Ellos respondieron: —Somos de Jarán. Jacob volvió a preguntar: —¿Conocéis a Labán, el hijo de Najor? Ellos contestaron: —Sí, lo conocemos. Siguió preguntando Jacob: —¿Qué tal está? Ellos contestaron: —Está bien. Mira, por ahí viene su hija Raquel con las ovejas. Entonces Jacob les dijo: —Quedan muchas horas de luz y no es aún el momento de recoger el ganado. Abrevad, pues, las ovejas y llevadlas a pastar. Y ellos respondieron: —No podemos hacer eso hasta que no lleguen todos los rebaños y se retire la piedra que está sobre el brocal del pozo; solamente entonces podremos abrevar las ovejas. Mientras Jacob hablaba con ellos, llegó Raquel con las ovejas de su padre, que ella misma pastoreaba. Cuando Jacob vio a Raquel, hija de su tío materno Labán, con las ovejas de este, quitó la piedra que tapaba el brocal del pozo y abrevó las ovejas de su tío Labán. Luego saludó a Raquel con un beso y rompió a llorar. Cuando Jacob le explicó a Raquel que él era hijo de Rebeca y sobrino de Labán, ella salió corriendo a dar la noticia a su padre. Al oír Labán las noticias acerca de su sobrino Jacob, salió a su encuentro y, entre abrazos y besos, lo llevó a su casa. Y cuando Jacob le contó todo lo que había sucedido, Labán le dijo: —¡No cabe duda de que perteneces a mi familia!
GÉNESIS 29:1-14 Reina Valera 2020 (RV2020)
Siguió luego Jacob su camino y fue a la tierra de los orientales. Vio un pozo en el campo y tres rebaños de ovejas que yacían cerca de él, porque de aquel pozo abrevaban los ganados; y había una gran piedra sobre la boca del pozo. Cuando se juntaban allí todos los rebaños, los pastores quitaban la piedra de la boca del pozo y abrevaban las ovejas; luego volvían la piedra a su lugar sobre la boca del pozo. Jacob les preguntó: —Hermanos míos, ¿de dónde sois? —De Harán somos —respondieron ellos. —¿Conocéis a Labán hijo de Nacor? —volvió a preguntar. —Sí, lo conocemos —respondieron. —¿Está bien? —insistió Jacob. —Muy bien —dijeron los pastores—. Mira, ahí viene su hija Raquel con las ovejas. Él dijo: —Es aún muy de día; no es tiempo todavía de recoger el ganado. Abrevad las ovejas e id a apacentarlas. Ellos respondieron: —No podemos, hasta que se junten todos los rebaños y se remueva la piedra de la boca del pozo. Entonces daremos de beber a las ovejas. Mientras él aún hablaba con ellos, Raquel vino con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora. Y sucedió que cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, y las ovejas de Labán, el hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán, hermano de su madre. Luego Jacob besó a Raquel y se echó a llorar. Jacob le contó a Raquel que él era hermano de su padre e hijo de Rebeca, y ella corrió a dar la noticia a su padre. Cuando Labán oyó las noticias de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo y lo abrazó, lo besó y lo trajo a su casa. Entonces él contó a Labán todas estas cosas. Y Labán le dijo: —De verdad que eres hueso mío y carne mía. Y estuvo con él durante un mes.
GÉNESIS 29:1-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Jacob siguió su camino y se fue a la tierra de los orientales. En el campo vio un pozo, cerca del cual descansaban tres rebaños de ovejas, porque los animales bebían agua de él. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande, y cuando todos los rebaños se juntaban allí, los pastores quitaban la piedra para dar agua a las ovejas, y luego volvían a tapar el pozo. Jacob preguntó a los pastores: –¿De dónde sois, amigos míos? –Somos de Harán –contestaron ellos. –¿Conocéis a Labán, el hijo de Nahor? –volvió a preguntar. –Sí, le conocemos –respondieron. –¿Está bien de salud? –insistió Jacob. –Sí, Labán está bien –dijeron los pastores–. Mira, ahí viene su hija Raquel con sus ovejas. Entonces Jacob dijo: –Todavía es de día, y muy temprano para encerrar las ovejas. ¿Por qué no les dais agua y las lleváis a pastar? Ellos le contestaron: –No podemos hacerlo. Para dar agua a las ovejas tenemos que esperar a que se junten todos los rebaños y que los pastores quiten la piedra de la boca del pozo. Mientras Jacob hablaba con ellos, Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues ella era quien las cuidaba. Tan pronto como Jacob la vio con las ovejas de su tío Labán, fue y quitó la piedra de la boca del pozo, y dio agua a las ovejas. Luego saludó a Raquel con un beso, y se echó a llorar. Cuando Jacob le contó que él era hijo de Rebeca y sobrino de Labán, Raquel fue corriendo a dar la noticia a su padre. Labán, al oir hablar de Jacob, el hijo de su hermana, salió corriendo a recibirle, le abrazó, le saludó con un beso y le llevó a su casa. Luego Jacob le contó todo lo que había pasado. Y Labán le dijo: “Verdaderamente tú eres uno de mi propia sangre.”
GÉNESIS 29:1-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Jacob continuó su viaje y llegó a la tierra de los orientales. Al llegar vio un pozo en medio del campo, donde descansaban tres rebaños de ovejas, ya que estas bebían agua de allí. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande. Por eso los pastores corrían la piedra solo cuando estaban juntos todos los rebaños, y después de abrevar a las ovejas volvían a colocarla en su lugar, sobre la boca del pozo. Jacob les preguntó a los pastores: ―¿De dónde sois? ―Somos de Jarán —respondieron. ―¿Conocéis a Labán, el hijo de Najor? —volvió a preguntar Jacob. ―Claro que sí —respondieron. Jacob siguió preguntando: ―¿Se encuentra bien de salud? ―Sí, está bien —le contestaron—. A propósito, ahí viene su hija Raquel con las ovejas. Entonces Jacob les dijo: ―Todavía estamos en pleno día, y es muy temprano para encerrar el rebaño. ¿Por qué no les dais de beber a las ovejas y las lleváis a pastar? Y ellos respondieron: ―No podemos hacerlo hasta que se junten todos los rebaños y los pastores quiten la piedra que está sobre la boca del pozo. Solo entonces podremos dar de beber a las ovejas. Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues era ella quien las cuidaba. En cuanto Jacob vio a Raquel, hija de su tío Labán, con las ovejas de este, se acercó y quitó la piedra que estaba sobre la boca del pozo y dio de beber a las ovejas. Luego besó a Raquel, rompió en llanto y le contó que era pariente de Labán, por ser hijo de su hermana Rebeca. Raquel salió entonces corriendo a contárselo a su padre. Al oír Labán las noticias acerca de su sobrino Jacob, salió a recibirlo y, entre abrazos y besos, lo llevó a su casa. Allí Jacob le contó todo lo que había sucedido, y Labán le dijo: «Realmente, tú eres de mi propia sangre».