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GÉNESIS 42:18-28

GÉNESIS 42:18-28 La Palabra (versión española) (BLP)

Al tercer día les dijo José: —Yo soy un hombre temeroso de Dios. Haced lo siguiente y salvaréis vuestra vida. Si sois gente honrada, que se quede aquí preso uno de vosotros mientras los demás van a llevar algo de grano para calmar el hambre de vuestras familias. Pero tenéis que traerme luego a vuestro hermano menor; así se demostrará que habéis dicho la verdad, y no moriréis. Ellos aceptaron, pero se decían unos a otros: —Ahora estamos pagando el mal que le hicimos a nuestro hermano, pues viendo cómo nos suplicaba con angustia, no tuvimos compasión de él. Por eso nos viene ahora esta desgracia. Entonces habló Rubén: —Yo os advertí que no hicierais ningún daño al muchacho, pero no me hicisteis caso, y ahora tenemos que pagar el precio de su muerte. Como José les había hablado valiéndose de un intérprete, no sabían que él entendía todo lo que ellos decían. Entonces José se retiró, porque no podía reprimir las lágrimas. Cuando estuvo en condiciones de hablarles nuevamente, tomó a Simeón y lo hizo encadenar delante de ellos. Después ordenó que les llenaran los costales de grano, que devolvieran a cada uno su dinero poniéndolo dentro de cada costal, y que les dieran provisiones para el camino. Así se hizo. Entonces ellos cargaron el grano sobre sus asnos y se fueron de allí. Cuando se detuvieron para pasar la noche, uno de ellos abrió su costal para dar de comer a su asno y vio que su dinero estaba allí, en la boca del costal. Entonces dijo a sus hermanos: —¡Me han devuelto el dinero! Mirad, ¡aquí está en mi costal! Se les encogió el corazón del susto y se decían unos a otros temblando: —¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?

GÉNESIS 42:18-28 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Al tercer día les dijo: ―Yo soy un hombre temeroso de Dios. Haced lo siguiente y salvaréis vuestra vida. Si en verdad sois honrados, quédese uno de vosotros bajo custodia, e id los demás y llevad alimento para calmar el hambre de vuestras familias. Pero traedme a vuestro hermano menor y probadme que decís la verdad. Así no moriréis. Ellos aceptaron la propuesta, pero se decían unos a otros: ―Sin duda estamos sufriendo las consecuencias de lo que hicimos con nuestro hermano. Aunque vimos su angustia cuando nos suplicaba que le tuviéramos compasión, no le hicimos caso. Por eso ahora nos vemos en aprietos. Entonces habló Rubén: ―Yo os advertí que no le hicierais daño al muchacho, pero no me hicisteis caso. ¡Ahora tenemos que pagar el precio de su sangre! Como José les hablaba por medio de un intérprete, ellos no sabían que él entendía todo lo que estaban diciendo. José se apartó de ellos y se echó a llorar. Luego, cuando se controló y pudo hablarles, apartó a Simeón y ordenó que lo ataran en presencia de ellos. José dio también la orden de que llenaran de alimentos sus costales, que repusieran en cada una de sus bolsas el dinero que habían pagado, y que les dieran provisiones para el viaje. Y así se hizo. Entonces ellos cargaron el alimento sobre sus asnos y emprendieron el viaje de vuelta. Cuando llegaron al lugar donde acamparon esa noche, uno de ellos abrió su bolsa para darle de comer a su asno, ¡y allí en la abertura descubrió su dinero! Entonces les dijo a sus hermanos: ―¡Me devolvieron el dinero! Mirad, ¡aquí está, en mi bolsa! Los otros se asustaron mucho y, temblando, se decían unos a otros: ―¿Qué es lo que Dios nos ha hecho?

GÉNESIS 42:18-28 Reina Valera 2020 (RV2020)

Al tercer día les dijo José: —Haced esto y vivid: Yo temo a Dios. Si sois hombres honrados, uno de vuestros hermanos se quedará en la cárcel, mientras los demás vais a llevar el alimento para remediar el hambre de vuestra familia. Pero traeréis a vuestro hermano menor; así serán verificadas vuestras palabras y no moriréis. Ellos lo hicieron así, pero se decían el uno al otro: —Sin lugar a dudas, pecamos contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba y no lo escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Entonces Rubén les respondió: —¿No os dije yo: «No pequéis contra el joven»? Pero no me escuchasteis; por eso ahora se nos demanda su sangre. Ellos no sabían que José los entendía, porque este tenía un intérprete para hablar con ellos. Entonces se apartó José de su lado, y lloró; cuando volvió a ellos, les habló, tomó de entre ellos a Simeón y lo apresó delante de todos. Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, les devolvieran el dinero a cada uno de ellos, lo pusieran en su saco, y que les dieran comida para el camino; así se hizo con ellos. Entonces pusieron ellos su trigo sobre sus asnos y se fueron de allí. Pero al abrir uno de ellos el saco para dar de comer a su asno en la posada, vio el dinero que estaba en la boca de su costal. Y dijo a sus hermanos: —¡Me han devuelto mi dinero; aquí está, en mi saco! Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados se dijeron el uno al otro: —¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?

GÉNESIS 42:18-28 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

pero al tercer día les dijo: –Yo tengo temor de Dios. Haced esto y se os perdonará la vida: si sois de veras honrados, dejad en la cárcel a uno de vuestros hermanos, y los demás id y llevad trigo para que coman vuestras familias. Traedme luego a vuestro hermano menor y veremos si habéis dicho la verdad. Si no, moriréis. Ellos aceptaron, pero se decían unos a otros: –Verdaderamente nos portamos muy mal con nuestro hermano, pues no le hicimos caso cuando nos rogaba que tuviéramos compasión de él, aunque veíamos que estaba angustiado. Por eso nos ha venido ahora esta aflicción. Rubén les contestó: –Ya os dije que no hicierais daño al muchacho; pero no me hicisteis caso y ahora tenemos que responder de su muerte. Ellos no sabían que José los entendía, porque él había estado hablándoles por medio de un intérprete. José se apartó de ellos y se echó a llorar. Cuando regresó a donde ellos estaban y pudo hablarles, apartó a Simeón y, a la vista de ellos, hizo que lo ataran. Después ordenó que les llenaran de trigo sus costales, que devolvieran a cada uno su dinero poniéndolo dentro de cada costal, y que les dieran comida para el camino. Así se hizo. Entonces ellos cargaron el trigo en sus asnos y se fueron de allí. Cuando llegaron al lugar donde iban a pasar la noche, uno de ellos abrió su costal para dar de comer a su asno y vio que su dinero estaba allí, en la boca del costal. Entonces dijo a sus hermanos: –¡Mirad, me han devuelto mi dinero! ¡Aquí está, en mi costal! Todos ellos se asustaron mucho, y temblando de miedo se decían unos a otros: –¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?