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GÉNESIS 44:1-17

GÉNESIS 44:1-17 Reina Valera 2020 (RV2020)

Mandó José al mayordomo de su casa: —Llena de alimento los costales de estos hombres, de todo cuanto puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal. También pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. El mayordomo hizo como había dicho José. Al amanecer, los hombres fueron despedidos con sus asnos. Ya habían salido de la ciudad, aunque todavía no se habían alejado, cuando José dijo a su mayordomo: —Levántate y sigue a esos hombres. Cuando los alcances, diles: «¿Por qué habéis pagado mal por bien? ¿Por qué habéis robado mi copa de plata? ¿No es esta en la que bebe mi señor, y la que usa para adivinar? ¡Habéis hecho mal al actuar así!». Cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras. Y ellos le respondieron: —¿Por qué dice nuestro señor tales cosas? ¡Lejos de nosotros hacer tal cosa! Si el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán, ¿cómo íbamos a hurtar de casa de tu señor plata ni oro? Aquel de tus siervos a quien se le encuentre la copa, que muera, y aun nosotros seremos esclavos de mi señor. Entonces el mayordomo dijo: —Que sea como decís, pero solo el que tenga la copa será mi esclavo, los demás podréis marcharos. Ellos entonces se dieron prisa, bajó cada uno su costal a tierra y cada cual abrió el suyo. El mayordomo buscó, comenzando por el mayor y terminando por el menor, y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. Entonces ellos rasgaron sus vestiduras, cargó cada uno su asno, y volvieron a la ciudad. Entró Judá con sus hermanos en casa de José, que aún estaba allí, y se postraron en tierra delante de él. Y les dijo José: —¿Qué delito es este que habéis perpetrado? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar? Entonces dijo Judá: —¿Qué diremos a mi señor? ¿Cómo podremos probar nuestra inocencia? Dios ha puesto al descubierto la culpa de tus siervos. Seremos tus esclavos, mi señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder fue hallada la copa. José respondió: —Nunca haga yo tal cosa. El hombre en cuyo poder se halló la copa, ese será mi esclavo; vosotros id en paz junto a vuestro padre.

GÉNESIS 44:1-17 La Palabra (versión española) (BLP)

Después José ordenó a su mayordomo: —Llena los costales de estos hombres con todos los víveres que les quepan y pon el dinero de cada uno de ellos en la boca de su costal. Además, esconde mi copa, la de plata, en la boca del costal del hermano menor, junto con el dinero de la compra. El mayordomo hizo lo que José le ordenó. Con los primeros rayos del sol, dejaron partir a los hombres con sus asnos. Todavía no estaban muy lejos de la ciudad, cuando José dijo a su mayordomo: —Vete tras ellos y cuando los alcances diles: —¿Por qué habéis pagado mal por bien? ¿Por qué habéis robado la copa que mi señor usa para beber y para adivinar? No debisteis obrar así. Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió esas mismas palabras. Pero ellos respondieron: —¿Por qué mi señor dice eso? ¡Lejos de nosotros hacer tal cosa! Si vinimos desde Canaán a devolver el dinero que encontramos en la boca de nuestros costales, ¿por qué, entonces, habríamos de robar oro o plata de la casa de tu señor? Si encuentras la copa en poder de alguno de nosotros, que muera el que la tenga; el resto de nosotros seremos esclavos de mi señor. Entonces el mayordomo dijo: —Que sea como decís, pero solo el que tenga la copa será mi esclavo, los demás podréis marcharos. Cada uno de ellos bajó aprisa su costal al suelo, y lo abrió. El mayordomo registró cada costal, comenzando por el del hermano mayor y terminando por el del menor. ¡Y encontró la copa en el costal de Benjamín! Al ver esto, ellos se rasgaron las vestiduras, volvieron a cargar cada uno su asno y regresaron a la ciudad. Todavía estaba José en casa cuando llegaron Judá y los otros hermanos. Entonces se inclinaron rostro en tierra, y José les preguntó: —¿Qué es lo que habéis hecho? ¿Acaso no sabéis que un hombre como yo tiene el don de adivinar? Judá respondió: —¿Qué podemos responder a nuestro señor? ¿Qué palabras pronunciar? ¿Cómo podremos probar nuestra inocencia? Dios ha puesto al descubierto la culpa de tus siervos. Seremos tus esclavos, mi señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder fue hallada la copa. Pero José dijo: —¡Lejos de mí hacer tal cosa! Solo aquel en cuyo poder fue hallada la copa será mi esclavo. Los demás podéis regresar tranquilos a casa de vuestro padre.

GÉNESIS 44:1-17 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Después de esto, José ordenó a su mayordomo: –Llena los costales de estos hombres con todo el trigo que puedan llevar y pon el dinero de cada uno de ellos en la boca de su costal. Pon también mi copa de plata en la boca del costal del hermano menor, junto con el dinero que pagó por su trigo. El mayordomo hizo lo que José le había ordenado. Con los primeros rayos del sol, José permitió que sus hermanos se fueran con sus asnos. Todavía no estaban muy lejos de la ciudad, cuando José dijo a su mayordomo: –Ve a perseguir a esos hombres y diles cuando los alcances: ‘¿Por qué habéis pagado mal por bien? ¿Por qué habéis robado la copa de plata que mi amo usa para beber y para adivinar? ¡Habéis hecho muy mal!’ Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió las mismas palabras, y ellos le contestaron: –¿Por qué nos hablas de ese modo? ¡Jamás haríamos semejante cosa! Si regresamos desde Canaán a devolver el dinero que encontramos en la boca de nuestros costales, ¿cómo íbamos a robar plata ni oro de la casa de tu amo? ¡Que muera cualquiera de estos servidores tuyos al que se le encuentre la copa, y hasta nosotros seremos tus esclavos! Entonces el mayordomo dijo: –Se hará como decís, pero solo el que tenga la copa será mi esclavo; los demás quedaréis libres de culpa. Cada uno de ellos bajó rápidamente su costal hasta el suelo, y lo abrió. El mayordomo buscó en cada costal, comenzando por el del hermano mayor hasta el del hermano menor, y encontró la copa en el costal de Benjamín. Entonces ellos se rasgaron las ropas en señal de dolor. Después cada uno echó la carga sobre su asno y regresaron a la ciudad. Cuando Judá y sus hermanos llegaron a la casa de José, todavía estaba él allí. Entonces se inclinaron delante de él hasta tocar el suelo con la frente, mientras José les decía: –¿Qué es esto que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo puede adivinar? Judá contestó: –¿Qué podemos responderte? ¿Cómo podemos probar nuestra inocencia? Dios nos ha encontrado en pecado. Aquí nos tienes; somos tus esclavos, junto con el que tenía la copa. Pero José dijo: –De ninguna manera. Solo aquel que tenía la copa será mi esclavo. Los demás podéis regresar tranquilos a la casa de vuestro padre. Nadie os molestará.

GÉNESIS 44:1-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Más tarde, José ordenó al mayordomo de su casa: «Llena con todo el alimento que les quepa los costales de estos hombres, y pon en sus bolsas el dinero de cada uno de ellos. Luego mete mi copa de plata en la bolsa del hermano menor, junto con el dinero que pagó por el alimento». Y el mayordomo hizo todo lo que José le ordenó. A la mañana siguiente, muy temprano, los hermanos de José fueron enviados de vuelta, junto con sus asnos. Todavía no estaban muy lejos de la ciudad cuando José le dijo al mayordomo de su casa: «¡Anda! ¡Persigue a esos hombres! Cuando los alcances, diles: “¿Por qué me habéis pagado mal por bien? ¿Por qué habéis robado la copa que usa mi señor para beber y para adivinar? ¡Esto que habéis hecho está muy mal!”» Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió esas mismas palabras. Pero ellos respondieron: ―¿Por qué nos dice tales cosas, mi señor? ¡Lejos esté de nosotros actuar de esa manera! Es más, nosotros te trajimos de vuelta de Canaán el dinero que habíamos pagado, pero que encontramos en nuestras bolsas. ¿Por qué, entonces, habríamos de robar oro o plata de la casa de tu señor? Si se encuentra la copa en poder de alguno de nosotros, que muera el que la tenga, y el resto de nosotros seremos esclavos de mi señor. ―Está bien —respondió el mayordomo—, se hará como vosotros decís, pero solo el que tenga la copa en su poder será mi esclavo; el resto de vosotros quedará libre de todo cargo. En seguida cada uno de ellos bajó al suelo su bolsa y la abrió. El mayordomo revisó cada bolsa, comenzando con la del hermano mayor y terminando con la del menor. ¡Y encontró la copa en la bolsa de Benjamín! Al ver esto, los hermanos de José se rasgaron las vestiduras en señal de duelo y, después de cargar sus asnos, volvieron a la ciudad. Todavía estaba José en su casa cuando llegaron Judá y sus hermanos. Entonces se postraron rostro en tierra, y José les dijo: ―¿Qué manera de portarse es esta? ¿Acaso no sabéis que un hombre como yo puede adivinar? ―¡No sabemos qué decir a mi señor! —contestó Judá—. ¡No hay excusa que valga! ¿Cómo podemos demostrar nuestra inocencia? Dios ha puesto al descubierto la maldad de tus siervos. Aquí nos tiene mi señor: somos tus esclavos, nosotros y el que tenía la copa. ―¡Jamás podría yo actuar de ese modo! —respondió José—. Solo será mi esclavo el que tenía la copa en su poder. En cuanto a vosotros, regresad tranquilos a la casa de vuestro padre.