HEBREOS 3:12-15
HEBREOS 3:12-15 La Palabra (versión española) (BLP)
Procurad, hermanos, que ninguno de vosotros tenga un corazón incrédulo y perverso que lo aparte del Dios viviente. Más bien exhortaos unos a otros día tras día mientras dura ese «hoy», para que la seducción del pecado no endurezca vuestras conciencias. Porque solo si mantenemos firme hasta el fin la confianza del principio, compartiremos la suerte de Cristo. Es lo que se nos dice: Cuando hoy escuchéis la voz del Señor, no endurezcáis vuestros corazones, como hicieron los que se rebelaron.
HEBREOS 3:12-15 Reina Valera 2020 (RV2020)
Tened cuidado, hermanos, no sea que alguno de vosotros tenga un corazón tan malo e incrédulo que se aparte del Dios vivo. Antes bien, exhortaos los unos a los otros cada día, mientras dura ese: «Hoy», para que la seducción del pecado no endurezca vuestras conciencias. Porque hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio. Por lo cual dice: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación.
HEBREOS 3:12-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Hermanos, cuidaos de que ninguno de vosotros tenga un corazón malo que se aparte del Dios viviente para no creer en él. Al contrario, animaos unos a otros cada día mientras dura ese “hoy” de que habla la Escritura, para que ninguno de vosotros sea engañado por el pecado y su corazón se vuelva rebelde. Porque para tener parte con Cristo hemos de mantenernos firmes hasta el fin en la confianza que teníamos al principio. Por lo cual dice: “Si hoy escucháis lo que Dios dice, no endurezcáis vuestro corazón como aquellos que se rebelaron.”
HEBREOS 3:12-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Cuidaos, hermanos, de que ninguno de vosotros tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que os haga apartaros del Dios vivo. Más bien, mientras dure ese «hoy», animaos unos a otros cada día, para que ninguno de vosotros os endurezcáis por el engaño del pecado. Hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio. Como se acaba de decir: «Si oís hoy su voz, no endurezcáis el corazón como sucedió en la rebelión».