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ISAÍAS 1:1-20

ISAÍAS 1:1-20 Reina Valera 2020 (RV2020)

Visión que Isaías hijo de Amoz, tuvo acerca de Judá y Jerusalén, en los días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Oíd, cielos, y escucha tú, tierra, porque habla el Señor: Crié hijos y los hice crecer, pero ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. ¡Ay gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malhechores, hijos depravados! ¡Han dejado al Señor, han provocado la ira del Santo de Israel, le han dado la espalda! ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no queda parte ilesa. Todo son heridas, hinchazones y llagas abiertas, que no están curadas ni vendadas ni suavizadas con aceite. Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros ha sido devorada por extranjeros y asolada, como si hubiera sido arrasada por extraños. Y queda la hija de Sion como choza de viñedo, como cabaña en melonar, como ciudad asolada. Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado un resto pequeño, seríamos como Sodoma, semejantes a Gomorra. Príncipes de Sodoma, ¡oíd la palabra del Señor! Pueblo de Gomorra, ¡escuchad la ley de nuestro Dios! ¿Para qué me sirve, dice el Señor, la multitud de vuestros sacrificios? Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de animales gordos; no quiero sangre de bueyes ni de ovejas ni de machos cabríos. ¿Quién pide esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para pisotear mis atrios? No me traigáis más ofrendas inútiles; el incienso me resulta desagradable. No soporto la luna nueva, ni el sábado, ni las reuniones que convocáis. ¡Son iniquidad vuestras fiestas solemnes! Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes; son para mí una carga insoportable. Cuando extendáis vuestras manos, yo apartaré mi vista de vosotros; asimismo, cuando multipliquéis la oración, yo no la oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo, aprended a hacer el bien, buscad la justicia, socorred al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice el Señor, y discutamos esto: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si estáis dispuestos a obedecer, comeréis de lo mejor de la tierra; pero si no estáis dispuestos y sois rebeldes, seréis devorados por la espada. La boca del Señor lo ha dicho.

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ISAÍAS 1:1-20 La Palabra (versión española) (BLP)

Visión que tuvo Isaías, hijo de Amós, sobre Judá y Jerusalén, en tiempos de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá. Oye, cielo; escucha, tierra, porque va a hablar el Señor. Hijos hermosos crié, que se han vuelto contra mí. El buey conoce a su dueño, el asno, el pesebre del amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende. ¡Ay del país pecador, del pueblo abrumado por la culpa: raza de canallas, prole degenerada! Han abandonado al Señor, despreciaron al Santo de Israel, le han dado la espalda. ¿Dónde seguir golpeándoos, rebeldes recalcitrantes? La cabeza es pura llaga, todo enfermo el corazón; de los pies a la cabeza nada sano queda en él: contusiones, cicatrices, heridas sin restañar, sin limpiar y sin vendar, sin suavizar con aceite. Vuestra tierra devastada, vuestros pueblos calcinados; veis como de vuestros campos se aprovechan extranjeros. Desolación y desastre como en Sodoma. La capital Sion ha quedado como choza en una viña, cual cabaña en melonar, como una ciudad sitiada. Si el Señor del universo no nos hubiera dejado un resto, seríamos como Sodoma, parecidos a Gomorra. Escuchad la palabra del Señor, gobernantes de Sodoma; oíd la enseñanza de nuestro Dios, pobladores de Gomorra. ¿Qué utilidad me reportan vuestros abundantes sacrificios? —dice el Señor—. Estoy harto de holocaustos de carneros, de la enjundia de cebones; no me agrada la sangre de novillos, de corderos y machos cabríos. Cuando entráis en mi presencia y penetráis por mis atrios, ¿quién os exige esas cosas? No traigáis más ofrendas injustas, el humo de su cremación me resulta insoportable. Novilunio, sábado, asamblea… no soporto reuniones de malvados. Odio novilunios y fiestas, me resultan ya insoportables, intento en vano aguantarlos. Cuando tendéis las manos suplicantes, aparto mi vista de vosotros; por más que aumentéis las oraciones, no pienso darles oído; vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos; apartad de mi vista todas vuestras fechorías; dejad ya de hacer el mal. Aprended a hacer el bien, tomad decisiones justas, restableced al oprimido, haced justicia al huérfano, defended la causa de la viuda. Venid y discutamos esto, —dice el Señor—. Aunque sean vuestros pecados tan rojos como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean como la púrpura, como lana quedarán. Si estáis dispuestos a obedecer, comeréis lo mejor de la tierra; si os negáis y os rebeláis, la espada os comerá. Es el Señor quien ha hablado.

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ISAÍAS 1:1-20 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Profecías que Isaías, hijo de Amós, recibió por revelación acerca de Judá y Jerusalén, durante los reinados de Ozías, Jotam, Ahaz y Ezequías en Judá. Cielo y tierra, escuchad lo que dice el Señor: “Crié hijos hasta que fueron grandes, pero ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño y el asno el establo de su amo; pero Israel, mi propio pueblo, no conoce ni tiene entendimiento.” ¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de maldad, descendencia de malhechores, hijos pervertidos! Se han alejado del Señor, se han apartado del Dios Santo de Israel, lo han abandonado. Os empeñáis en ser rebeldes, y en vuestro cuerpo ya no hay donde castigaros. Tenéis herida toda la cabeza, habéis perdido las fuerzas por completo. De la punta del pie a la cabeza no hay nada sano en vosotros; todo son heridas, golpes, llagas abiertas; nadie os las ha curado ni vendado, ni os ha calmado los dolores con aceite. Vuestro país ha quedado hecho un desierto, y arden en llamas las ciudades. En vuestra propia cara los enemigos se comen lo que vosotros sembrasteis. Todo ha quedado hecho un desierto, como Sodoma cuando fue destruida. Únicamente Sión ha quedado en pie, sola cual choza en medio de un viñedo, sola cual cobertizo en medio de un melonar, sola cual ciudad rodeada por el enemigo. Si el Señor todopoderoso no hubiera dejado a unos cuantos de nosotros, ahora mismo estaríamos como Sodoma y Gomorra. Jefes de Sodoma, escuchad la palabra del Señor; pueblo de Gomorra, oye atentamente lo que nuestro Dios te va a enseñar. El Señor dice: “¿Para qué me traéis tantos sacrificios? Ya estoy harto de vuestros holocaustos de carneros y de la grasa de los terneros; me repugna la sangre de los toros, carneros y cabritos. Venís a presentaros ante mí, pero ¿quién os pidió que pisotearais mis atrios? No me traigáis más ofrendas sin valor; no soporto su humo. Llamáis al pueblo a celebrar la luna nueva y el sábado, pero yo no soporto las fiestas de gente que practica el mal. Aborrezco vuestras fiestas de luna nueva y vuestras reuniones; ¡se me han vuelto tan molestas que ya no las aguanto! Cuando levantáis las manos para orar, yo aparto mis ojos de vosotros; y aunque hacéis muchas oraciones, no las escucho. Tenéis las manos manchadas de sangre. ¡Lavaos, limpiaos! ¡Apartad de mi vista vuestras maldades! ¡Dejad de hacer el mal! ¡Aprended a hacer el bien, esforzaos en hacer lo que es justo, ayudad al oprimido, haced justicia al huérfano, defended los derechos de la viuda!” El Señor dice: “Venid, vamos a discutir este asunto. Aunque vuestros pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana. Si aceptáis ser obedientes, comeréis de lo mejor que produce la tierra; pero si insistís en ser rebeldes, moriréis sin remedio en la guerra.” El Señor mismo lo ha dicho.

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ISAÍAS 1:1-20 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Visión que recibió Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y Jerusalén, durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. ¡Oíd, cielos! ¡Escucha, tierra! Así dice el SEÑOR: «Yo crie hijos hasta hacerlos hombres, pero ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende!» ¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de culpa, generación de malhechores, hijos corruptos! ¡Han abandonado al SEÑOR! ¡Han despreciado al Santo de Israel! ¡Se han vuelto atrás! ¿Para qué recibir más golpes? ¿Para qué insistir en la rebelión? Toda su cabeza está herida, todo su corazón está enfermo. Desde la planta del pie hasta la coronilla no les queda nada sano: todo en ellos es heridas, moretones y llagas abiertas, que no les han sido curadas ni vendadas, ni aliviadas con aceite. Vuestro país está desolado, vuestras ciudades son presa del fuego; ante vuestros propios ojos los extraños devoran vuestros campos; vuestro país está desolado, como si hubiera sido destruido por extranjeros. La bella Sión ha quedado como cobertizo en un viñedo, como choza en un melonar, como ciudad sitiada. Si el SEÑOR Todopoderoso no nos hubiera dejado algunos sobrevivientes, seríamos ya como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra. ¡Oíd la palabra del SEÑOR, gobernantes de Sodoma! ¡Escucha la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra! «¿De qué me sirven vuestros muchos sacrificios? —dice el SEÑOR—. Harto estoy de holocaustos de carneros y de la grasa de animales engordados; la sangre de toros, corderos y cabras no me complace. ¿Por qué venís a presentaros ante mí? ¿Quién os mandó traer animales para que pisotearan mis atrios? No me sigáis trayendo vanas ofrendas; el incienso es para mí una abominación. Luna nueva, día de reposo, asambleas convocadas; ¡no soporto que con vuestra adoración me ofendáis! Yo aborrezco vuestras lunas nuevas y festividades; se han vuelto una carga para mí que estoy cansado de soportar. Cuando levantáis vuestras manos, yo aparto de vosotros mis ojos; aunque multipliquéis vuestras oraciones, no las escucharé, pues tenéis las manos llenas de sangre. ¡Lavaos, limpiaos! ¡Apartad de mi vista vuestras obras malvadas! ¡Dejad de hacer el mal! ¡Aprended a hacer el bien! ¡Buscad la justicia y reprended al opresor! ¡Abogad por el huérfano y defended a la viuda! »Venid, pongamos las cosas en claro —dice el SEÑOR—. ¿Son vuestros pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana! ¿Estáis dispuestos a obedecer? ¡Comeréis lo mejor de la tierra! ¿Rehusáis y os rebeláis? ¡Seréis devorados por la espada!» El SEÑOR mismo lo ha dicho.

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