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ISAÍAS 3:1-15

ISAÍAS 3:1-15 Reina Valera 2020 (RV2020)

Porque el Señor de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá, todo apoyo y sustento, toda provisión de pan y toda provisión de agua; al valiente y al guerrero, al juez y al profeta, al adivino y al anciano; al capitán de cincuenta y al hombre respetable, al consejero, al artífice excelente y al hábil orador. Y les pondré jóvenes por gobernantes: muchachos serán sus señores. Entre el pueblo brotará la violencia de unos contra otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el plebeyo contra el noble. Cuando alguien tome de la mano a su hermano, de la familia de su padre, y le diga: «Tú, por lo menos, tienes vestido, por eso, serás nuestro gobernante» y «Toma en tus manos esta ruina», él jurará aquel día: «¡No tomaré yo esa responsabilidad, pues en mi casa no hay pan ni qué vestir! ¡No me hagáis gobernante del pueblo!». Porque arruinada está Jerusalén y Judá ha caído; pues la lengua de ellos y sus obras han sido contra el Señor para acabar rebelándose contra su gloria. La apariencia de sus rostros testifica contra ellos, porque como Sodoma publican su pecado. ¡No lo disimulan! ¡Ay de sus vidas!, porque amontonaron mal para sí. Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos. ¡Ay del malvado! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado. Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. ¡Pobre pueblo mío, los que te guían te engañan y tuercen el curso de tus caminos! El Señor está en pie para litigar y para juzgar a su pueblo. El Señor vendrá dispuesto a juzgar a los ancianos de su pueblo y a sus gobernantes. Porque vosotros habéis devorado la viña y tenéis en vuestras casas lo que le habéis robado al pobre. ¿Qué pensáis vosotros, los que trituráis a mi pueblo y moléis las caras de los pobres?

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ISAÍAS 3:1-15 La Palabra (versión española) (BLP)

El Señor, Dios del universo va a privar a Jerusalén y a Judá de sustento y de soporte, de todo abasto de pan y de todo abasto de agua: de valientes y guerreros, de jueces y de profetas, de adivinos y de ancianos; de capitanes y nobles, de consejeros y artesanos, de expertos en encantamientos. Pondré de jefes a jóvenes, a chiquillos de regentes. Se acosará la gente entre sí, todos atacarán a su prójimo: el joven al anciano, el plebeyo al noble. Hermano a hermano abordará en plena casa paterna y le dirá: «Tienes un manto, serás nuestro jefe; hazte responsable de estas ruinas». Y aquel día el otro dirá: «No pienso hacer de médico; no tengo en casa manto ni pan; no me hagáis jefe del pueblo». Cae Jerusalén, Judá se derrumba; atacan de palabra y obra al Señor, acaban rebelándose contra su gloria. Sus favoritismos hablan contra ellos, proclaman sus errores, sin ocultarlos. ¡Ay de ellos, se acarrean su propia desgracia! Dichoso el justo, le irá bien, comerá del fruto de sus acciones. ¡Ay del malvado, le irá mal, recibirá la paga de sus obras! Pueblo mío, te oprimen chiquillos, eres gobernado por mujeres. Pueblo mío, tus guías te extravían, borran la huella de tus senderos. El Señor se levanta para litigar, se alza para juzgar a su pueblo. Viene el Señor dispuesto a juzgar a los ancianos y príncipes de su pueblo. Vosotros habéis depredado la viña, vuestra casa oculta el expolio del pobre. ¿Quiénes sois para aplastar a mi pueblo y triturar el rostro de los desvalidos? —Oráculo de Dios, Señor del universo.

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ISAÍAS 3:1-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

¡Fijaos bien! El Señor todopoderoso quitará a Jerusalén y a Judá toda clase de proveedores y toda provisión de pan y de agua. Hará desaparecer al valiente, al guerrero, al juez, al profeta, al adivino, al anciano, al capitán, al aristócrata, al consejero, al mago y al brujo, y les pondrá por jefes a unos muchachos: unos chiquillos los gobernarán. La situación será tal en el pueblo, que unos a otros, aun entre amigos, se atacarán. Los jóvenes la emprenderán contra los viejos; los despreciados, contra la gente importante. Tanto, que un hermano tomará a otro en la casa de su padre y le dirá: “Tú al menos tienes ropa que ponerte; sé, pues, nuestro jefe; gobierna este montón de ruinas.” Y el otro le responderá: “Yo no puedo remediar esos males; en mi casa no tengo comida ni ropa que ponerme. No me hagáis jefe del pueblo.” Ciertamente Jerusalén se derrumba, Judá se queda en ruinas, porque allí se dicen y hacen cosas contra el Señor, cosas que ofenden su majestad. Su mismo descaro los acusa; no ocultan sus pecados; igual que Sodoma, los hacen saber a todo el mundo. ¡Ay de ellos, pues preparan su propio castigo! Dichoso el justo, porque le irá bien y gozará del fruto de sus acciones. ¡Ay del malvado, pues le irá mal! Dios le pagará según sus propias acciones. Un chiquillo es el tirano de mi pueblo; el gobierno está en manos de mujeres. Tus dirigentes te engañan, pueblo mío, te llevan por camino equivocado. El Señor se ha preparado para juzgar, está listo para enjuiciar a su pueblo. El Señor llamará a juicio, y dirá a los ancianos y a los jefes del pueblo: “Vosotros habéis estado destruyendo mi viña; habéis robado a los pobres, y lo que robáis lo guardáis en vuestras casas. ¿Con qué derecho oprimís a mi pueblo y pisoteáis la cara a los pobres?” Lo afirma el Señor todopoderoso.

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ISAÍAS 3:1-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

¡Prestad atención! El Señor, el SEÑOR Todopoderoso, retira de Jerusalén y de Judá todo apoyo y sustento: toda provisión de pan, toda provisión de agua. Él retira al valiente y al guerrero, al juez y al profeta, al adivino y al anciano, al capitán y al dignatario, al consejero, al artesano experto y al hábil encantador. Les pondré como jefes a muchachos, y los gobernarán niños caprichosos. Unos a otros se maltratarán: hombre contra hombre, vecino contra vecino, joven contra anciano, plebeyo contra noble. Entonces un hombre agarrará a su hermano en la casa de su padre, y le dirá: «Sé nuestro líder, pues tienes un manto; ¡hazte cargo de este montón de ruinas!» Pero entonces el otro protestará: «Yo no soy médico, y en mi casa no hay pan ni manto; ¡no me hagas líder del pueblo!» Jerusalén se tambalea, Judá se derrumba, porque su hablar y su actuar son contrarios al SEÑOR: ¡desafían su gloriosa presencia! Su propio descaro los acusa y, como Sodoma, se jactan de su pecado; ¡ni siquiera lo disimulan! ¡Ay de ellos, porque causan su propia desgracia! Decid al justo que le irá bien, pues gozará del fruto de sus acciones. ¡Ay del malvado, pues le irá mal! ¡Según la obra de sus manos se le pagará! ¡Pobre pueblo mío, oprimido por niños y gobernado por mujeres! ¡Pobre pueblo mío, extraviado por tus guías, que tuercen el curso de tu senda! El SEÑOR se dispone a denunciar; se levanta para enjuiciar al pueblo. El SEÑOR va a juicio contra los ancianos y jefes de su pueblo: «¡Vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas! ¿Con qué derecho aplastáis a mi pueblo y pasáis por encima de los pobres?», afirma el Señor, el SEÑOR Todopoderoso.

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