ISAÍAS 32:9-20
ISAÍAS 32:9-20 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Mujeres indolentes, levantaos! ¡Oíd mi voz, hijas confiadas, atended a mis palabras! De aquí a algo más de un año estaréis temblando, mujeres confiadas; porque la vendimia faltará y no llegará la cosecha. ¡Temblad, indolentes; turbaos, confiadas! ¡Despojaos, desnudaos, ceñid las caderas con vestiduras ásperas! Se golpearán el pecho lamentándose por los campos deleitosos, por las viñas fértiles. Sobre la tierra de mi pueblo, y aun sobre las casas donde hay alegría en la ciudad alegre, crecerán espinos y cardos. Porque los palacios quedarán desiertos, el bullicio de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen asnos monteses y los ganados hagan majada, hasta que sobre nosotros sea derramado el espíritu de lo alto. Entonces el desierto se convertirá en campo fértil, y el campo fértil será como un bosque. Habitará el juicio en el desierto y en el campo fértil morará la justicia. El efecto de la justicia será la paz, y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras y en lugares de reposo. Entonces caerá granizo en los montes y la ciudad será del todo abatida. ¡Dichosos vosotros, los que sembráis en regadío y dejáis sueltos al buey y al asno!
ISAÍAS 32:9-20 La Palabra (versión española) (BLP)
¡En guardia, mujeres satisfechas, disponeos a oír mi voz! ¡Vosotras, muchachas confiadas, prestad oído a mis palabras! Poco más de un año y las confiadas temblaréis, cuando veáis fracasar la vendimia y la cosecha quede frustrada. Alarmaos, satisfechas, temblad las confiadas. ¡Desvestíos, desnudaos, ceñíos la cintura! Golpeaos el pecho, lamentaos por la campiña, por la fértil viña; doleos por la tierra de mi pueblo fecunda en zarzas y cardos, por sus vecinos alegres, por la ciudad divertida. Ved: el palacio abandonado, la ciudad bulliciosa vacía, la colina y la atalaya convertidas en montón eterno de ruinas: delicia para los asnos, pastizal para rebaños. Hasta que se derrame sobre nosotros un espíritu llegado de lo alto, cuando la estepa se convierta en huerto y el huerto parezca una selva. Habitará en la estepa el derecho, la justicia se asentará en el huerto; la justicia producirá la paz, el resultado de la justicia será tranquilidad y confianza eternas. Mi pueblo habitará en plácidos pastos: confiados en sus moradas, satisfechos en sus casas, aunque sea talada la selva, aunque sea arrasada la ciudad. Dichosos los que sembráis en regadío, los que dais suelta al buey y al asno.
ISAÍAS 32:9-20 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Y vosotras, mujeres despreocupadas, oíd lo que voy a deciros. Mujeres confiadas, escuchad mis palabras. Ahora estáis confiadas, pero en poco más de un año os estremeceréis, porque se acabará la vendimia y no recogeréis más uvas. Vosotras, que vivís despreocupadas, temblad; vosotras, que os sentís confiadas, estremeceos, quitaos esos vestidos y poneos ropas ásperas en señal de dolor. Haced demostraciones de dolor por los campos risueños y los fértiles viñedos. Espinos y matorrales crecerán en mi país, en toda casa alegre de la ciudad amiga de las diversiones. El palacio estará abandonado; la ciudad, tan poblada, quedará desierta; las fortificaciones, abandonadas para siempre; allí vivirán contentos los asnos salvajes y podrá comer el ganado. Pero el poder creador del Señor vendrá de nuevo sobre nosotros, y el desierto se convertirá en tierra de cultivo, y la tierra de cultivo será mucho más fértil. La rectitud y la justicia reinarán en todos los lugares del país. La justicia producirá paz, tranquilidad y confianza para siempre. Mi pueblo vivirá en un lugar pacífico, en habitaciones seguras, en residencias tranquilas, aunque el bosque sea talado y humillada la ciudad. Entonces viviréis felices, con riego abundante para vuestros sembrados y pastos seguros para el asno y el buey.
ISAÍAS 32:9-20 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Mujeres despreocupadas, ¡levantaos y escuchadme! Hijas que os sentís tan confiadas, ¡prestad atención a lo que voy a deciros! Vosotras, que os sentís tan confiadas, en poco más de un año temblaréis; porque fallará la vendimia, y no llegará la cosecha. Mujeres despreocupadas, ¡estremeceos! Vosotras, que os sentís tan confiadas, ¡poneos a temblar! Desvestíos, desnudaos; poneos ropa de luto. Golpeaos el pecho, por los campos agradables, por los viñedos fértiles, por el suelo de mi pueblo cubierto de espinos y de zarzas, por todas las casas donde hay alegría y por esta ciudad donde hay diversión. La fortaleza será abandonada, y desamparada la ciudad populosa; para siempre convertidas en cuevas quedarán la ciudadela y la atalaya; convertidas en deleite de asnos, en pastizal de rebaños, hasta que desde lo alto el Espíritu sea derramado sobre nosotros. Entonces el desierto se volverá un campo fértil, y el campo fértil se convertirá en bosque. La justicia morará en el desierto, y en el campo fértil habitará la rectitud. El producto de la justicia será la paz; tranquilidad y seguridad perpetuas serán su fruto. Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras, en serenos lugares de reposo. Aunque el granizo arrase el bosque y la ciudad sea completamente allanada, ¡dichosos vosotros, los que sembráis junto al agua, y dejáis sueltos al buey y al asno!