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ISAÍAS 33:1-16

ISAÍAS 33:1-16 Reina Valera 2020 (RV2020)

¡Ay de ti, que saqueas y nunca fuiste saqueado; que haces traición, aunque nadie contra ti la ha hecho! Cuando acabes de saquear, serás tú saqueado; y cuando acabes de cometer deslealtad, deslealtad se cometerá contra ti. Señor, ten misericordia de nosotros, pues en ti esperamos; sé nuestra fuerza cada mañana, nuestra victoria en tiempos de tribulación. Los pueblos huyeron al estruendo de tu voz; las naciones fueron esparcidas al levantarte tú. Sus despojos serán recogidos como cuando se recogen orugas; se lanzarán sobre ellos como avalancha de saltamontes. Será exaltado el Señor, el cual mora en las alturas. Él llena a Sion de derecho y de justicia. Él es la seguridad de sus días. Sabiduría y conocimiento son sus riquezas salvadoras, y el temor del Señor es su tesoro. Sus embajadores darán voces afuera; los mensajeros de paz llorarán amargamente. Las calzadas están deshechas, ya no hay caminantes; ha roto el pacto, aborrece las ciudades, y menosprecia a sus habitantes. Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó y fue cortado; Sarón se ha vuelto como un desierto, y Basán y el Carmelo fueron sacudidos. Ahora me levantaré, dice el Señor; ahora seré exaltado, ahora seré engrandecido. Concebisteis hojarascas, rastrojo daréis a luz; el soplo de vuestro fuego os consumirá. Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego. Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros, los que estáis cerca, conoced mi poder. Los pecadores se asombraron en Sion y el espanto sobrecogió a los hipócritas: «¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas?». El que camina en justicia y habla lo recto, el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir soborno, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias, el que cierra sus ojos para no contemplar el mal, este habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan y sus aguas tendrá seguras.

ISAÍAS 33:1-16 La Palabra (versión española) (BLP)

¡Ay de ti, devastador no devastado, traidor que no ha sido traicionado! Cuando hayas devastado te devastarán, después de traicionar serás traicionado. Piedad, Señor, que esperamos en ti; sé nuestra fuerza cada mañana, nuestra victoria en tiempo de aprieto. Tu voz atronadora ahuyenta a los pueblos, al levantarte se dispersan las naciones. Se acumulaba botín lo mismo que langosta, se lanzaban sobre él lo mismo que saltamontes. Excelso es el Señor, que habita en lo alto, colma a Sion de justicia y derecho; tus días transcurrirán en la estabilidad, sabiduría y conocimiento te darán seguridad, honrar al Señor será tu tesoro. Oíd cómo gritan los guerreros por las calles, lloran con amargura los mensajeros de paz; los caminos aparecen desiertos, han dejado de pasar caminantes. Ha roto la alianza, desprecia a los testigos, no siente respeto por nadie. El país se marchita y agosta, se amustia reseco el Líbano, el Sarón parece una estepa, desmochados Basán y el Carmelo. Ahora me levanto, dice el Señor, ahora me alzo, ahora me yergo: concebisteis paja, tamo pariréis, mi aliento como fuego os consumirá; los pueblos quedarán calcinados, quemados como cardos segados. Los de lejos escuchad lo que he hecho, los de cerca enteraos de mi valor. Temen los pecadores de Sion, un temblor paraliza a los impíos: «¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador? ¿Quién de nosotros habitará unas brasas eternas?». El que se conduzca y hable con justicia, el que rehúse aprovecharse de la opresión; el que sacuda su mano rechazando el soborno, el que tape su oído a propuestas criminales, el que cierre sus ojos al mal. Ese habitará en la altura, refugiado en un baluarte rocoso, recibirá sin falta pan y agua.

ISAÍAS 33:1-16 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

¡Ay de ti, destructor no destruido, traidor no traicionado! Cuando acabes de destruir, serás destruido; cuando acabes de traicionar, serás traicionado. Señor, ten compasión de nosotros, que esperamos en ti. Sé nuestro apoyo todas las mañanas, nuestra salvación en tiempos de dificultad. Al oir tus amenazas huyen los pueblos, cuando tú intervienes se dispersan las naciones; sus enemigos, como nube de langostas, se lanzan sobre ellos y les quitan sus riquezas. El Señor es soberano, pues vive en el cielo; él ha llenado a Sión de rectitud y justicia, y siempre le dará seguridad. La sabiduría y el conocimiento son un tesoro que salva; el temor del Señor es una riqueza. ¡Oye cómo gritan los valientes en la calle, y cómo lloran los enviados a negociar la paz! Los caminos están desiertos; nadie transita por ellos. Se rompen los pactos y convenios; no hay respeto para nadie. La tierra está de luto y triste, el Líbano se marchita avergonzado, el valle de Sarón se ha convertido en un desierto, y Basán y el monte Carmelo están pelados. El Señor dice: “Ahora voy a actuar; ahora voy a mostrar toda mi grandeza y majestad. Vuestros planes y vuestras obras son paja y basura; mi soplo os devorará como un incendio. Los pueblos serán reducidos a cenizas; como espinos cortados arderán en el fuego. Los que estáis lejos, escuchad lo que he hecho, y los que estáis cerca reconoced mi poder.” En Sión tiemblan los pecadores, y los impíos se llenan de terror y dicen: “¿Quién de nosotros podrá vivir en un fuego destructor, en una hoguera eterna?” El que procede rectamente y dice la verdad, el que no se enriquece abusando de la fuerza ni se deja comprar con regalos, el que no hace caso a sugerencias criminales y cierra los ojos para no fijarse en el mal, ese vivirá seguro, tendrá su refugio en una fortaleza de rocas, siempre tendrá pan y el agua no le faltará.

ISAÍAS 33:1-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

¡Ay de ti, destructor, que no has sido destruido! ¡Ay de ti, traidor, que no has sido traicionado! Cuando dejes de destruir, te destruirán; cuando dejes de traicionar, te traicionarán. SEÑOR, ten compasión de nosotros; pues en ti esperamos. Sé nuestra fortaleza cada mañana, nuestra salvación en tiempo de angustia. Al estruendo de tu voz, huyen los pueblos; cuando te levantas, se dispersan las naciones. Vuestros despojos se recogen como si fueran devorados por orugas; sobre ellos se lanza el enemigo como una nube de langostas. Exaltado es el SEÑOR porque mora en las alturas, y llena a Sión de justicia y rectitud. Él será la seguridad de tus tiempos, te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del SEÑOR será tu tesoro. ¡Mirad cómo gritan sus valientes en las calles! ¡amargamente lloran los mensajeros de paz! Los caminos están desolados, nadie transita por los senderos. El pacto se ha quebrantado, se desprecia a los testigos, ¡a nadie se respeta! La tierra está de luto y languidece; el Líbano se avergüenza y se marchita; Sarón es como un desierto; Basán y el Carmelo pierden su follaje. «Ahora me levantaré —dice el SEÑOR—. Ahora seré exaltado, ahora seré ensalzado. Vosotros concebís cizaña y dais a luz paja; ¡pero el fuego de mi aliento os consumirá! Los pueblos serán calcinados, como espinos cortados arderán en el fuego». Vosotros, que estáis lejos, oíd lo que he hecho; y vosotros, que estáis cerca, reconoced mi poder. Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los impíos: «¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?» Solo el que procede con justicia y habla con rectitud, el que rechaza la ganancia de la extorsión y se sacude las manos para no aceptar soborno, el que no presta oído a las conjuras de asesinato y cierra los ojos para no contemplar el mal. Este tal morará en las alturas; tendrá como refugio una fortaleza de rocas, se le proveerá de pan, y no le faltará el agua.