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ISAÍAS 40:1-17

ISAÍAS 40:1-17 Reina Valera 2020 (RV2020)

¡Consolad, consolad a mi pueblo!, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo se ha cumplido ya, que su pecado está perdonado, que ya ha recibido de manos del Señor el doble por todos sus pecados. Voz de uno que clama en el desierto: «¡Preparad un camino al Señor; nivelad una calzada en la estepa a nuestro Dios! ¡Todo valle sea alzado y bájese todo monte y collado! ¡Que lo torcido se enderece y lo áspero se allane! Entonces se manifestará la gloria del Señor y toda la humanidad la verá, porque la boca del Señor ha hablado». Voz que decía: «¡Da voces!». Y yo respondí: «¿Qué tengo que decir a voces?». «Que toda carne es hierba y toda su gloria como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita, porque el viento del Señor sopla en ella. ¡Ciertamente, como hierba es el pueblo! La hierba se seca y se marchita la flor, mas la palabra de nuestro Dios permanece para siempre». Súbete sobre un monte alto, mensajera de Sion; levanta con fuerza tu voz, mensajera de Jerusalén. ¡Levántala sin temor! Di a las ciudades de Judá: «¡Ved aquí a vuestro Dios!». El Señor vendrá con poder, y su brazo dominará; su recompensa viene con él y su recompensa lo precede. Como pastor apacentará su rebaño. En su brazo llevará los corderos, junto a su pecho los llevará; y pastoreará con ternura a las recién paridas. ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? ¿Quién examinó al espíritu del Señor o le aconsejó y enseño? ¿A quién pidió consejo para poder discernir? ¿Quién le enseñó el camino del juicio o le dio conocimiento, o le mostró la senda de la prudencia? Las naciones son para él como la gota de agua que cae del cubo, y como polvo menudo en las balanzas le son estimadas. Las islas le son como polvo que se desvanece. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. Ante él nada son todas las naciones; para él cuentan menos que nada, menos que lo que no es.

ISAÍAS 40:1-17 La Palabra (versión española) (BLP)

Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén, anunciadle a gritos que se acabó su servidumbre, que su culpa ha sido perdonada; que ha recibido de mano del Señor doble castigo por sus extravíos. Una voz anuncia a gritos: «Preparad en el desierto un camino al Señor, allanad en la estepa una senda a nuestro Dios. Las vaguadas serán levantadas, montañas y colinas allanadas. Lo tortuoso será enderezado, lo escabroso será aplanado. Aparecerá la gloria del Señor, y todo ser vivo podrá ver que ha hablado la boca del Señor». Dice una voz: «¡Grita!». Respondo: «¿Qué he de gritar?». «Que todo ser vivo es hierba, su hermosura flor de campo. Se seca la hierba, se amustia la flor, cuando sopla sobre ellas el aliento del Señor. ¡Ciertamente como hierba es el pueblo! Se seca la hierba, se amustia la flor, permanece inmutable la palabra de nuestro Dios». Súbete a un monte encumbrado, tú que traes buenas nuevas a Sion. Alza luego con fuerza tu voz, tú que traes buenas nuevas a Jerusalén. Alza tu voz sin miedo, di a las ciudades de Judá: «Aquí tenéis a vuestro Dios. Aquí llega con fuerza el Señor Dios; su brazo le proporciona poder. Aquí llega acompañado de su salario, su recompensa le abre camino. Conduce a su rebaño como un pastor, lo va reuniendo con su brazo; lleva en su regazo a los corderos, va guiando a las que crían». ¿Quién ha medido con su mano el mar, o ha calculado a palmos el cielo, o ha metido en un celemín el polvo de la tierra? ¿Quién ha pesado los montes en la balanza o calculado en el peso las colinas? ¿Quién podrá medir el espíritu del Señor o le enseñará lo que ha de hacer? ¿De quién se aconsejó para entender, para aprender el camino de la justicia, para que le enseñara a conocer y le mostrara la senda del discernimiento? Ved lo que son las naciones: una gota que se escurre de un cubo, un grano de tierra en la balanza. Ved lo que son las islas: una mota de polvo en un peso. El Líbano no da abasto de leña, los animales no dan abasto de víctimas. Ante él nada son las naciones, las tiene por nada de nada.

ISAÍAS 40:1-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

¡Consolad, consolad a mi pueblo! —dice vuestro Dios—. Hablad con cariño a Jerusalén, y anunciadle que ya ha cumplido su tiempo de servicio, que ya ha pagado por su iniquidad, que ya ha recibido de la mano del SEÑOR el doble por todos sus pecados. Una voz proclama: «Preparad en el desierto un camino para el SEÑOR; enderezad en la estepa un sendero para nuestro Dios. Que se levanten todos los valles, y se allanen todos los montes y colinas; que el terreno escabroso se nivele y se alisen las quebradas. Entonces se revelará la gloria del SEÑOR, y la verá toda la humanidad. El SEÑOR mismo lo ha dicho». Una voz dice: «Proclama». «¿Y qué voy a proclamar?», respondo yo. «Que todo mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita, porque el aliento del SEÑOR sopla sobre ellas. Sin duda, el pueblo es hierba. La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre». Sión, portadora de buenas noticias, ¡súbete a una alta montaña! Jerusalén, portadora de buenas noticias, ¡alza con fuerza tu voz! Álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está vuestro Dios!» Mirad, el SEÑOR omnipotente llega con poder, y con su brazo gobierna. Su galardón lo acompaña; su recompensa lo precede. Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas. ¿Quién ha medido las aguas con la palma de su mano, y abarcado entre sus dedos la extensión de los cielos? ¿Quién metió en una medida el polvo de la tierra? ¿Quién pesó en una balanza las montañas y los cerros? ¿Quién puede medir el alcance del espíritu del SEÑOR, o quién puede servirle de consejero? ¿A quién consultó el SEÑOR para ilustrarse, y quién le enseñó el camino de la justicia? ¿Quién le impartió conocimiento o le hizo conocer la senda de la inteligencia? A los ojos de Dios, las naciones son como una gota de agua en un balde, como una mota de polvo en una balanza. El SEÑOR pesa las islas como si fueran polvo fino. El Líbano no alcanza para el fuego de su altar, ni todos sus animales para los holocaustos. Todas las naciones no son nada en su presencia; no tienen para él valor alguno.

ISAÍAS 40:1-17 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Vuestro Dios dice: “Consolad, consolad a mi pueblo; hablad con cariño a Jerusalén y decidle que su esclavitud ha terminado, que ya ha pagado por sus faltas, que ya ha recibido de mi mano el doble del castigo por todos sus pecados.” Una voz grita: “Preparad al Señor un camino en el desierto, trazad para nuestro Dios una calzada recta en la región estéril. Rellenad todas las cañadas, allanad los cerros y las colinas, convertid la región quebrada y montañosa en llanura totalmente lisa. Entonces mostrará el Señor su gloria, y todos los hombres juntos la verán. El Señor mismo lo ha dicho.” Una voz dice: “Grita”, y yo pregunto: “¿Qué debo gritar?” “Que todo hombre es como hierba, ¡tan firme como una flor del campo! La hierba se seca y la flor se marchita cuando el soplo del Señor pasa sobre ellas. Ciertamente la gente es como hierba. La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece firme para siempre.” Súbete, Sión, a la cumbre de un monte; levanta con fuerza tu voz para anunciar una buena noticia. Levanta sin miedo la voz, Jerusalén, y anuncia a las ciudades de Judá: “¡Aquí está vuestro Dios!” Llega ya el Señor con poder, sometiéndolo todo con la fuerza de su brazo. Trae a su pueblo después de haberlo rescatado. Viene como un pastor que cuida su rebaño; levanta los corderos en sus brazos, los lleva junto al pecho y atiende con cuidado a las recién paridas. ¿Quién ha medido el océano con la palma de la mano, o calculado con los dedos la extensión del cielo? ¿Quién ha puesto en una medida todo el polvo de la tierra, o ha pesado en balanza las colinas y montañas? ¿Quién ha corregido al Señor o quién le ha dado instrucciones? ¿Quién le dio consejos y entendimiento? ¿Quién le enseñó a juzgar con rectitud? ¿Quién le instruyó en la ciencia? ¿Quién le dio lecciones de sabiduría? Para él las naciones son como una gota de agua, como un grano de polvo en la balanza; los países del mar valen lo que un grano de arena. En todo el Líbano no hay animales suficientes para ofrecerle un holocausto, ni leña suficiente para el fuego. Todas las naciones no son nada en su presencia; para él no tienen absolutamente ningún valor.