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ISAÍAS 54:7-17

ISAÍAS 54:7-17 Reina Valera 2020 (RV2020)

«Por un instante te abandoné, pero con gran compasión volveré a recogerte. En un arrebato de ira te oculté por un momento mi rostro, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti», dice el Señor, tu Redentor. Me ocurre como en tiempos de Noé, cuando juré que las aguas del diluvio nunca más volverían a inundar la tierra. Asimismo, he jurado que no me enojaré contra ti ni te reñiré. Porque los montes se moverán y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia ni el pacto de mi paz se romperá, dice el Señor, el que tiene misericordia de ti. ¡Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo! Yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré. Tus ventanas haré de piedras preciosas; tus puertas, de piedras de carbunclo, y toda tu muralla, de piedras preciosas. Todos tus hijos serán enseñados por el Señor, y se multiplicará la paz para ellos. Con justicia serás adornada; estarás lejos de la opresión, porque no temerás, y lejos del temor, porque no se acercará a ti. Si alguno conspira contra ti, lo hará sin mi apoyo. El que contra ti conspire, delante de ti caerá. Yo he hecho al herrero que sopla las ascuas en el fuego y saca la herramienta para su obra; y también yo he creado al destructor para que destruya. Ninguna arma forjada contra ti, prosperará, y tú condenarás toda lengua que se levante contra ti en el juicio. Esta es la herencia de los siervos del Señor: su salvación de mí vendrá, dice el Señor.

ISAÍAS 54:7-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Te abandoné por un instante, pero con profunda compasión volveré a unirme contigo. Por un momento, en un arrebato de enojo, escondí mi rostro de ti; pero con amor eterno tendré compasión de ti —dice el SEÑOR, tu Redentor—. »Para mí es como en los días de Noé, cuando juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra. Así he jurado no enojarme más contigo, ni volver a reprenderte. Aunque cambien de lugar las montañas y se tambaleen las colinas, no cambiará mi fiel amor por ti ni vacilará mi pacto de paz, —dice el SEÑOR, que de ti se compadece—. »¡Mira tú, ciudad afligida, atormentada y sin consuelo! ¡Te afirmaré con turquesas, y te cimentaré con zafiros! Con rubíes construiré tus almenas, con joyas brillantes tus puertas, y con piedras preciosas todos tus muros. El SEÑOR mismo instruirá a todos tus hijos, y grande será su bienestar. Serás establecida en justicia; lejos de ti estará la opresión, y nada tendrás que temer; el terror se apartará de ti, y no se te acercará. Si alguien te ataca, no será de mi parte; cualquiera que te ataque caerá ante ti. »Mira, yo he creado al herrero que aviva las brasas del fuego y forja armas para sus propios fines. Yo también he creado al destructor para que haga estragos. No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti; toda lengua que te acuse será refutada. Esta es la herencia de los siervos del SEÑOR, la justicia que de mí procede —afirma el SEÑOR—.