Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

JUECES 21:1-25

JUECES 21:1-25 Reina Valera 2020 (RV2020)

Los hombres de Israel habían hecho este juramento en Mizpa: —Ninguno de nosotros dará su hija a los de Benjamín por mujer. Pero luego fue el pueblo a la casa de Dios, y se estuvieron allí hasta la noche en presencia de Dios. Alzaron su voz y lloraron mucho: —Señor, Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu? Al día siguiente, el pueblo se levantó de mañana; edificaron allí un altar y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz. Y se preguntaban: —¿Quién de todas las tribus de Israel no subió a la reunión delante del Señor? Porque se había hecho un gran juramento contra el que no subiera al Señor en Mizpa, con esta sentencia: «Sufrirá la muerte». Los hijos de Israel se arrepintieron a causa de Benjamín, su hermano, y decían: —Hoy una tribu ha sido eliminada de Israel. ¿Cómo daremos mujeres a los que han quedado?, pues nosotros hemos jurado por el Señor que no les daremos nuestras hijas por mujeres. Y preguntaban: —¿Hay alguno de las tribus de Israel que no haya subido al Señor en Mizpa? Entonces se acordaron de que ninguno de Jabes-galaad había venido al campamento, para la reunión. Porque fue contado el pueblo y ninguno de los habitantes de Jabes-galaad había respondido. Así que la comunidad envió allá a doce mil hombres de los más valientes, y los mandaron con este encargo: —Id y pasad a filo de espada a los que viven en Jabes-galaad, con las mujeres y los niños. Pero haréis de esta manera: mataréis a todo hombre y a toda mujer que haya tenido relaciones sexuales con algún hombre. Entre los que habitaban en Jabes-galaad hallaron cuatrocientas doncellas que eran vírgenes, y las trajeron al campamento en Silo, que está en la tierra de Canaán. Entonces toda la comunidad envió un mensaje a los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimón, y los llamaron para hacer las paces. Volvieron entonces los de Benjamín, y ellos les dieron por mujeres las que habían traído vivas de Jabes-galaad; pero no les bastaron. El pueblo tuvo compasión de Benjamín, porque el Señor había abierto una brecha entre las tribus de Israel. Entonces los ancianos de la comunidad se preguntaron: —¿Qué haremos para dar mujeres a los que han quedado? Porque habían sido exterminadas las mujeres de Benjamín. Dijeron, pues: —Tenga Benjamín herencia en los que han escapado, para que no sea exterminada una tribu de Israel. Pero nosotros no les podemos dar mujeres de nuestras hijas, porque los hijos de Israel se han juramentado al decir: «Maldito el que dé mujer a los benjaminitas». Y añadieron: —Ahora bien: Cada año hay una fiesta solemne del Señor en Silo, que está al norte de Bet-el y al lado oriental del camino que sube de Bet-el a Siquem, y al sur de Lebona. Mandaron, pues, a los hijos de Benjamín: —Id, poned emboscadas en las viñas y estad atentos. Cuando veáis salir a las hijas de Silo a bailar en corros, salid de las viñas, arrebatad cada uno mujer para sí de las hijas de Silo y luego id a tierra de Benjamín. Si vienen los padres o los hermanos de ellas a demandárnoslas, nosotros les diremos: «Hacednos la merced de concedérnoslas, ya que en la guerra nosotros no tomamos mujeres para todos. Además, no sois vosotros los que se las disteis, para que ahora seáis culpados». Los hijos de Benjamín lo hicieron así y tomaron mujeres conforme a su número, es decir, las raptaron de entre las que danzaban. Luego se fueron, volvieron a su heredad, reedificaron las ciudades y habitaron en ellas. Entonces los hijos de Israel se fueron también de allí, cada uno a su tribu y a su familia, y cada uno salió hacia su heredad. En aquellos días no había rey en Israel y cada cual hacía lo que bien le parecía.

Compartir
Lee JUECES 21

JUECES 21:1-25 La Palabra (versión española) (BLP)

Los de Israel habían hecho este juramento en Mispá: —Ninguno de nosotros dará su hija en matrimonio a Benjamín. El pueblo fue a Betel y allí permaneció hasta la tarde delante de Dios, llorando y suplicando con grandes gemidos. Decían: —Señor, Dios de Israel, ¿por qué tiene que desaparecer hoy en Israel una de sus tribus? Al día siguiente el pueblo se levantó de madrugada, construyó allí un altar, y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Dijeron los israelitas: —¿Qué tribu de Israel no acudió a la asamblea ante el Señor? Porque se habían juramentado solemnemente a castigar con la muerte al que no se presentara en Mispá ante el Señor. Pero los israelitas estaban apenados por su hermano Benjamín y decían: —Hoy ha sido borrada una tribu de Israel. ¿Qué haremos para proporcionar mujeres a los que quedan? Pues nosotros hemos jurado por el Señor no darles nuestras hijas en matrimonio. Entonces se dijeron: —¿Cuál es la única tribu de Israel que no se presentó ante el Señor en Mispá? Y resultó que nadie de Jabés de Galaad había acudido al campamento, a la asamblea. Se hizo el recuento de la gente y no estaba ninguno de los habitantes de Jabés de Galaad. Entonces la comunidad escogió a doce mil hombres valientes y les dio esta orden: —Id y pasad a cuchillo a los habitantes de Jabés de Galaad, incluidas las mujeres y los niños. Esto es lo que habéis de hacer: consagraréis al exterminio a todo varón y a toda mujer que no sea virgen, pero dejaréis con vida a las doncellas. Así lo hicieron. Encontraron entre los habitantes de Jabés de Galaad cuatrocientas muchachas vírgenes que no habían tenido relaciones sexuales con varón y las llevaron al campamento de Siló, en el país de Canaán. Toda la comunidad mandó emisarios a los benjaminitas que estaban en la Peña de Rimón para hacer las paces. Regresaron entonces los benjaminitas. Y les dieron las mujeres de Jabés de Galaad que habían quedado con vida. Pero no hubo bastantes para todos. El pueblo se compadeció de Benjamín, porque el Señor había dejado un vacío en las tribus de Israel. Decían los ancianos de la comunidad: —¿Qué podríamos hacer para proporcionar mujeres a los que aún quedan, pues las mujeres de Benjamín han sido exterminadas? Y añadían: —¿Cómo conservar un resto de Benjamín para que no sea borrada una tribu de Israel? Porque nosotros no podemos darles nuestras hijas en matrimonio. (Los israelitas, en efecto, habían pronunciado este juramento: «Maldito el que dé mujer a Benjamín»). Entonces se dijeron: —En estos días tiene lugar la fiesta del Señor, la que se celebra todos los años en Siló. (Esta ciudad está al norte de Betel, en la parte oriental del camino que sube de Betel a Siquén y al sur de Leboná.) Así que dieron estas instrucciones a los benjaminitas: —Id y escondeos entre las viñas. Y estad alerta. Cuando las muchachas de Siló salgan para danzar en corro, salís de las viñas y raptáis cada uno una mujer de entre las muchachas de Siló y os vais a tierra de Benjamín. Si luego vienen sus padres o sus hermanos a demandaros, les diremos: «Perdonadlos, por favor, pues han capturado cada uno una mujer como en la guerra». Y tampoco puede decirse que se las habéis dado vosotros, porque en ese caso seríais culpables. Así lo hicieron los benjaminitas: raptaron tantas danzarinas como eran ellos; luego se fueron, regresaron cada uno a su heredad, reconstruyeron las ciudades y se establecieron en ellas. Por su parte, los israelitas se marcharon de allí cada uno a su tribu, a su clan y a su heredad. Porque era un tiempo en que no había rey en Israel y cada uno hacía lo que le venía en gana.

Compartir
Lee JUECES 21

JUECES 21:1-25 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Los israelitas habían jurado en Mispá que no dejarían que sus hijas se casaran con ningún benjaminita. Pero luego se reunieron en Betel y estuvieron en presencia de Dios hasta el anochecer, llorando y quejándose: “¡Oh Señor, Dios de Israel! ¿Por qué nos ha sucedido esto? ¿Cómo es posible que ahora falte una tribu en Israel?” Al día siguiente, los israelitas se levantaron temprano, construyeron un altar y ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación. Y se preguntaban: “¿Quién de entre todos nosotros no asistió a la reunión en Mispá?”, pues habían jurado matar a quienes no asistieran a la reunión. Los israelitas estaban muy tristes por lo que les había sucedido a sus hermanos los benjaminitas, y decían: “En este día ha sido arrancada de Israel una de sus tribus. ¿Qué haremos para conseguirles mujeres a los benjaminitas que quedan vivos? Nosotros hemos jurado por el Señor no permitir que nuestras hijas se casen con ellos. ¿Hay aquí algún israelita que no se haya presentado ante el Señor en Mispá?” Recordaron entonces que de Jabés de Galaad nadie había asistido a la reunión, pues al pasar lista no había respondido nadie de aquel lugar. Entonces el pueblo entero envió a doce mil de los mejores soldados con órdenes de matar a filo de espada a todos los de Jabés, incluyendo a los niños y a las mujeres que no fueran vírgenes. Entre los que vivían en Jabés se encontraron cuatrocientas jóvenes que no habían tenido relaciones sexuales con ningún hombre, y las trajeron al campamento que estaba en Siló, en Canaán. Entonces el pueblo entero mandó a buscar a los benjaminitas que estaban en la peña de Rimón, y los invitaron a hacer la paz. Los de Benjamín regresaron, y los israelitas les dieron las mujeres que habían traído de Jabés. Pero no hubo mujeres suficientes para todos. Los israelitas sentían lástima de la tribu de Benjamín, porque el Señor había dejado un vacío en las tribus de Israel. Y los jefes del pueblo se preguntaban: “¿Cómo vamos a conseguir mujeres para los demás, si las mujeres benjaminitas fueron exterminadas? Benjamín debe seguir manteniendo el lugar que le corresponde entre nuestras tribus, por medio de los que le han quedado con vida, para que no falte ninguna de las tribus de Israel. Pero nosotros no podemos darles nuestras hijas para que se casen con ellos, porque todos los israelitas hemos jurado, bajo pena de maldición, no dar nuestras hijas a los benjaminitas. Sin embargo, cada año hay una gran fiesta del Señor en Siló, que está al norte de Betel, al este del camino que va de Betel a Siquem, y al sur de Leboná.” Entonces los jefes de Israel enviaron este mensaje a los benjaminitas: “Id, escondeos en los viñedos cercanos a Siló y permaneced atentos. Cuando las muchachas de Siló salgan bailando en grupos, salid también vosotros de vuestros escondites, robad cada uno una mujer y marchaos a vuestras tierras. Y si los padres o los hermanos de las muchachas vienen a hacernos alguna reclamación, les diremos: ‘Os rogamos, como un favor personal, que los perdonéis, porque nosotros no pudimos conseguir mujeres para todos ellos en la guerra contra Jabés. Además, como vosotros no se las disteis, realmente no habéis faltado al juramento.’ ” Los benjaminitas hicieron lo que se les proponía, así que cada uno robó una muchacha de las que estaban bailando, y se la llevó. Luego regresaron a sus tierras, y volvieron a construir sus ciudades y a vivir en ellas. Los otros israelitas también se fueron, y cada uno regresó a su propia tierra, a su tribu y a su clan. En aquella época aún no había rey en Israel, de modo que cada cual hacía lo que mejor le parecía.

Compartir
Lee JUECES 21

JUECES 21:1-25 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Los israelitas habían jurado en Mizpa: «Ninguno de nosotros dará su hija en matrimonio a un benjaminita». El pueblo fue a Betel, y allí permanecieron hasta el anochecer, clamando y llorando amargamente en presencia de Dios. «Oh SEÑOR, Dios de Israel —clamaban—, ¿por qué le ha sucedido esto a Israel? ¡Hoy ha desaparecido una de nuestras tribus!» Al día siguiente, el pueblo se levantó de madrugada, construyó allí un altar, y presentaron holocaustos y sacrificios de comunión. Luego preguntaron los israelitas: «¿Quién de entre todas las tribus de Israel no se presentó a la asamblea del SEÑOR?» Porque habían pronunciado un juramento solemne contra cualquiera que no se presentara ante el SEÑOR en Mizpa, diciendo: «Tendrá que morir». Los israelitas se afligieron por sus hermanos, los benjaminitas. «Hoy ha sido arrancada una tribu de Israel —dijeron ellos—. ¿Cómo podemos proveerles esposas a los que quedan, si ya hemos jurado ante el SEÑOR no darles ninguna de nuestras hijas en matrimonio?» Entonces preguntaron: «¿Cuál de las tribus de Israel no se presentó ante el SEÑOR en Mizpa?» Y resultó que ninguno de Jabés Galaad había llegado al campamento para la asamblea, porque al pasar revista al pueblo notaron que de los habitantes de Jabés Galaad no había allí ninguno. Así que la asamblea envió doce mil de los mejores guerreros con la siguiente orden: «Id y matad a filo de espada a los habitantes de Jabés Galaad. Matad también a las mujeres y a los niños. Esto es lo que vais a hacer: Exterminaréis a todos los hombres y a todas las mujeres que no sean vírgenes». Entre los habitantes de Jabés Galaad encontraron a cuatrocientas muchachas que no habían tenido relaciones sexuales con ningún hombre, y las llevaron al campamento de Siló, que está en la tierra de Canaán. Entonces toda la comunidad envió una oferta de paz a los benjaminitas que estaban en la peña de Rimón. En esa ocasión regresaron los benjaminitas, y les entregaron las mujeres de Jabés Galaad que habían dejado con vida. Pero no hubo mujeres para todos. El pueblo todavía se afligía por Benjamín, porque el SEÑOR había dejado un vacío en las tribus de Israel. Y los ancianos de la asamblea dijeron: «¿Cómo podemos darles mujeres a los hombres que quedaron, si las mujeres de Benjamín fueron exterminadas? ¡Los sobrevivientes benjaminitas deben tener herederos —exclamaron—, para que no sea aniquilada una tribu de Israel! Pero nosotros no podemos darles nuestras hijas como esposas, porque hemos jurado diciendo: “Maldito sea el que dé una mujer a un benjaminita”. Pero mirad, se acerca la fiesta del SEÑOR que todos los años se celebra en Siló, al norte de Betel, y al este del camino que va de Betel a Siquén, y al sur de Leboná». Así que dieron estas instrucciones a los de Benjamín: «Id, escondeos en los viñedos y estad atentos. Cuando las muchachas de Siló salgan a bailar, salid vosotros de los viñedos y raptad cada uno de vosotros una de esas muchachas para esposa, e id a la tierra de Benjamín. Y, si sus padres o sus hermanos vienen a reclamarnos algo, les diremos: “Sed bondadosos con ellos, porque no conseguimos esposas para todos ellos durante la guerra. Además, vosotros sois inocentes, ya que no os dieron sus hijas”». Así lo hicieron los de la tribu de Benjamín. Mientras bailaban las muchachas, cada uno de ellos raptó a una y se la llevó. Luego regresaron a sus propias tierras, reconstruyeron las ciudades y se establecieron en ellas. Después de eso, los israelitas también se fueron de aquel lugar y regresaron a sus tribus y a sus clanes, cada uno a su propia tierra. En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.

Compartir
Lee JUECES 21