JEREMÍAS 2:1-25
JEREMÍAS 2:1-25 Reina Valera 2020 (RV2020)
Vino a mí palabra del Señor: Anda y proclama a los oídos de Jerusalén, porque así dice el Señor: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, de tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel al Señor, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que lo devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice el Señor. ¡Oíd la palabra del Señor, casa de Jacob y todas las familias de la casa de Israel! Así dice el Señor: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se volvieron vanos? No dijeron: «¿Dónde está el Señor, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no había pasado nadie ni había habitado en ella hombre alguno?». Os introduje en tierra de abundancia, para que comierais su fruto y sus bienes; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no dijeron: «¿Dónde está el Señor?», y los que tenían la ley no me conocieron; los pastores se rebelaron contra mí, los profetas profetizaron en nombre de Baal y anduvieron tras lo que no aprovecha. Por tanto, pleitearé aún con vosotros, dice el Señor. Con los hijos de vuestros hijos pleitearé. Pasad, pues, a las costas de Quitim y mirad; enviad a Cedar y considerad cuidadosamente. Ved si se ha hecho cosa semejante a esta. ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque estos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha. ¡Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos! ¡Temblad aterrados!, dice el Señor. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me han dejado a mí, fuente de agua viva, y han cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua. ¿Es Israel un siervo? ¿Es un esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, y ya nadie vive en ellas. Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebraron el cráneo. ¿No te acarreó esto el haber dejado al Señor, tu Dios, cuando te conducía por el camino? Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria para que bebas agua del Éufrates? Tu maldad te castigará y tus rebeldías te condenarán; reconoce, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú al Señor, tu Dios, y no tener temor de mí, dice el Señor de los ejércitos. Porque desde hace mucho tiempo rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: «No serviré». Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te acostabas como una prostituta. Te planté de vid escogida, toda ella de buena simiente; ¿cómo es que te has convertido en un sarmiento de vid extraña? Aunque te laves con lejía y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dice el Señor. ¿Cómo puedes decir: «No soy impura, nunca anduve tras los baales»? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que corre de un lado a otro, asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Ninguno que la busque se fatigará, porque en el tiempo de su celo la hallará. Guarda tus pies de andar descalzos y tu garganta de la sed. Mas dijiste: «No, eso es imposible, porque a extraños he amado y me iré tras ellos».
JEREMÍAS 2:1-25 La Palabra (versión española) (BLP)
Me llegó la palabra del Señor en estos términos: Vete y proclama lo siguiente a oídos de Jerusalén: Esto dice el Señor: Recuerdo el cariño de tu juventud, el amor que me tenías de prometida: seguías mis pasos por el desierto, por tierra donde nadie siembra. Israel estaba consagrado al Señor, era el fruto primero de su cosecha; quienes comían de él, sufrían las consecuencias, el castigo se cernía sobre ellos —oráculo del Señor. Escuchad la palabra del Señor, casa de Jacob, familias todas de la casa de Israel. Así dice el Señor: ¿Qué culpa encontraron en mí vuestros antepasados, qué maldad para alejarse de mí? Se fueron detrás de naderías y acabaron siendo una nada. No preguntaron: «¿Dónde está el Señor, que nos hizo subir de Egipto, que nos fue guiando por la estepa, por terrenos desérticos y quebrados, por terrenos áridos y tenebrosos, por terrenos que nadie atraviesa, por terrenos donde nadie reside?». Os guié a una tierra de huertos, para comer sus frutos deliciosos, pero al entrar contaminasteis mi tierra, hicisteis mi heredad abominable. Los sacerdotes no preguntaban: «¿Dónde está el Señor?». No me conocían los expertos en la ley, los pastores se rebelaban contra mí. Los profetas profetizaban por Baal, caminaban detrás de los inútiles. Por eso vuelvo a pleitear con vosotros —oráculo del Señor—, con los hijos de vuestros hijos pleiteo. Cruzad hasta las costas de Chipre y mirad, recorred Quedar y observad con atención, y ved si sucedió algo parecido. ¿Cambia una nación de dioses? (¡Y eso que no son dioses!) Pues mi pueblo cambió su Gloria por algo totalmente inútil. ¡Espántate, cielo, de esto; pásmate y tiembla aterrado! —Oráculo del Señor—, porque un doble crimen cometió mi pueblo: abandonarme a mí, fuente de agua viva, y excavarse pozos, pozos agrietados, que no retienen agua. ¿Era acaso un siervo Israel, alguien nacido en esclavitud? Pues, ¿cómo se ha vuelto presa de leones que rugen en torno, que le lanzan gruñidos? Dejaron su tierra desolada, sus ciudades incendiadas, deshabitadas. Incluso los de Menfis y Tafne vendrán a raparte el cogote. ¿No ves que a esto te conduce el abandono del Señor, tu Dios? ¿Qué buscas ahora camino de Egipto? ¿Beber el agua del Nilo? ¿Qué buscas camino de Asiria? ¿Beber el agua del Éufrates? Tu propia maldad te castigará, tu apostasía te va a escarmentar; recuerda bien que es malo y amargo abandonar al Señor, tu Dios, y no sentir respeto por mí —oráculo de Dios, Señor del universo. Hace mucho que te has sacudido el yugo y has hecho trizas tus correas diciendo: «No volveré a ser esclavo». Y en toda colina elevada, bajo cualquier árbol frondoso te tumbas como una prostituta. ¡Y pensar que yo te planté vid selecta, de cepa noble! ¿Cómo te me has hecho extraña, degenerando en viña bastarda? Aunque te laves con sosa y uses cantidad de jabón, tu culpa sigue presente ante mí —oráculo del Señor Dios—. ¿Cómo dices: «No estoy contaminada, no he andado detrás de los baales»? ¡Mira tu conducta en el valle, reconoce todo lo que has hecho!, camella alocada, sin rumbo, asna habituada al desierto, que en pleno celo ventea. ¿Quién controlará su pasión? No se fatiga quien la ansía, siempre la encuentra dispuesta. No dejes tus pies descalzos, no permitas que se seque tu garganta. Pero dices: «Eso sí que no. Estoy enamorada de extranjeros y pienso caminar tras ellos».
JEREMÍAS 2:1-25 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El Señor se dirigió a mí y me dijo: “Ve y habla a la ciudad de Jerusalén; grita para que lo oiga bien: ‘¡Así dice el Señor! Recuerdo que cuando eras joven, me eras fiel; que cuando te hice mi esposa, me amabas y me seguiste a través del desierto, tierra donde nada se cultiva.’ Israel estaba consagrada a mí, era lo mejor de mi cosecha. Si alguien le hacía daño, yo le castigaba enviándole calamidades. Yo, el Señor, lo afirmo.” Descendientes de Jacob, familias todas de Israel, escuchad la palabra del Señor. El Señor os dice: “¿Qué de malo encontraron en mí vuestros antepasados, que se alejaron de mí? Se fueron tras dioses que no son nada, y en nada se convirtieron ellos mismos. No se preocuparon de buscarme a mí, que los saqué de Egipto, que los guié por el desierto, tierra seca y llena de barrancos, tierra sin agua, llena de peligros, tierra donde nadie vive, por donde nadie pasa. Yo os traje a esta tierra fértil, para que comierais sus frutos y sus mejores productos. Pero vosotros vinisteis y profanasteis mi tierra, me hicisteis sentir asco de este país, de mi propiedad. Los sacerdotes no me buscaron, los instructores de mi pueblo no me reconocieron, los jefes se rebelaron contra mí y los profetas hablaron en nombre de Baal y siguieron a ídolos que no sirven para nada. “Por eso yo, el Señor, afirmo: Voy a entablar un pleito contra vosotros y contra vuestros nietos. Id a las islas de occidente y observad; enviad a alguien a Quedar para que se fije bien, a ver si se ha dado el caso de que una nación pagana haya cambiado a sus dioses. ¡Y eso que son dioses falsos! Pero mi pueblo me ha dejado a mí, que soy su gloria, por ídolos que no sirven para nada. ¡Espántate, cielo, ante esto! ¡Échate a temblar de horror! Yo, el Señor, lo afirmo. “Mi pueblo ha cometido un doble pecado: me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron sus propias cisternas, pozos agrietados que no conservan el agua. “Israel no es un esclavo; no nació en la esclavitud. ¿Por qué, pues, lo saquean? ¿Por qué lo atacan como leones, lanzando fuertes rugidos? Han dejado en ruinas su país; sus ciudades fueron incendiadas y nadie quedó en ellas. La gente de Menfis y de Tafnes te rompió la cabeza. Esto te pasó por haberme abandonado a mí, que soy el Señor tu Dios y que te guiaba por el camino. Y ahora, ¿qué ganas con ir a Egipto a beber agua del Nilo? ¿Qué ganas con ir a Asiria a beber agua del Éufrates? Tu propia maldad te castigará, tu infidelidad te condenará. Piensa y verás cuán malo y amargo ha sido que me abandones y que no me hayas honrado, a mí, que soy el Señor tu Dios. Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo. “Desde hace mucho te rebelaste contra mí, te negaste a obedecerme. Dijiste: ‘No quiero servir.’ Sobre cualquier loma alta y bajo cualquier árbol frondoso te diste a la prostitución. Yo te planté como vid de la mejor calidad, como vid de la simiente más fina. ¡Pero te has degenerado tanto, que ya ni te reconozco! Por más que te laves con lejía y uses cuanto jabón quieras, ante mí sigue presente la mancha de tu pecado. Yo, el Señor, lo afirmo. ¿Cómo puedes decir: ‘No me he manchado ni he dado culto a dioses falsos’? Mira cuál fue tu conducta en el valle; fíjate en todo lo que has hecho tú, camella ligera de cascos que corre en todas direcciones; asna salvaje que tira al monte y resopla jadeante de deseos. Cuando se encela, nadie puede controlarla: y no tiene que cansarse el macho que la busca, pues siempre la encuentra en tiempo de celo. “¡Israel, no lastimes tus pies corriendo descalza; no dejes que se te seque la garganta! Pero tú dijiste: ‘No, imposible; amo a los extraños y me voy con ellos.’
JEREMÍAS 2:1-25 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
La palabra del SEÑOR vino a mí: «Ve y proclama a oídos de Jerusalén que así dice el SEÑOR: »“Recuerdo el amor de tu juventud, tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas. Israel estaba consagrada al SEÑOR, era las primicias de su cosecha; todo el que comía de ella sufría las consecuencias, les sobrevenía la calamidad”», afirma el SEÑOR. ¡Escuchad la palabra del SEÑOR, descendientes de Jacob, tribus todas del pueblo de Israel! Así dice el SEÑOR: «¿Qué injusticia vieron en mí vuestros antepasados, que se alejaron tanto de mí? Se fueron tras lo que nada vale, y en nada se convirtieron. Nunca preguntaron: “¿Dónde está el SEÑOR que nos hizo subir de Egipto, que nos guio por el desierto, por tierra árida y accidentada, por tierra reseca y tenebrosa, por tierra que nadie transita y en la que nadie vive?” Yo os traje a una tierra fértil, para que comierais de sus frutos y de su abundancia. Pero vinisteis y contaminasteis mi tierra; hicisteis de mi heredad algo abominable. Nunca preguntaron los sacerdotes: “¿Dónde está el SEÑOR?” Los expertos en la ley jamás me conocieron; los pastores se rebelaron contra mí, los profetas hablaron en nombre de Baal y se fueron tras dioses que para nada sirven. Por eso, aún voy a litigar contra vosotros, y también litigaré contra los hijos de vuestros hijos —afirma el SEÑOR—. »Cruzad a las costas de Chipre, y mirad; enviad mensajeros a Cedar, e informaos bien; fijaos si ha sucedido algo semejante: ¿Hay alguna nación que haya cambiado de dioses, a pesar de que no son dioses? ¡Pues mi pueblo ha cambiado al que es su gloria, por lo que no sirve para nada! ¡Espantaos, cielos, ante esto! ¡Temblad y quedad horrorizados! —afirma el SEÑOR—. »Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. ¿Acaso es Israel un esclavo? ¿Nació en la esclavitud? ¿Por qué entonces lo saquean? Los leones rugieron contra él, lanzaron fuertes gruñidos. Dejaron desolado su país, sus ciudades fueron incendiadas, y ya nadie las habita. »Para colmo de males, los de Menfis y los de Tafnes te raparon la cabeza. ¿No te ha pasado todo esto por haber abandonado al SEÑOR tu Dios, mientras él te guiaba por el camino? Y ahora, ¿qué sacas con ir a Egipto a beber agua del Nilo? ¿Qué sacas con ir a Asiria a beber agua del Éufrates? Tu maldad te castigará, tu infidelidad te recriminará. Ponte a pensar cuán malo y amargo es abandonar al SEÑOR tu Dios y no sentir temor de mí —afirma el Señor, el SEÑOR Todopoderoso—. »Desde hace mucho quebraste el yugo; te quitaste las ataduras y dijiste: “¡No quiero servirte!” Sobre toda colina alta, y bajo todo árbol frondoso, te entregaste a la prostitución. Yo te planté, como vid selecta, con semilla genuina. ¿Cómo es que te has convertido en una vid degenerada y extraña? Aunque te laves con lejía, y te frotes con mucho jabón, ante mí seguirá presente la mancha de tu iniquidad —afirma el SEÑOR omnipotente—. »¿Cómo puedes decir: “No me he contaminado, ni me he ido tras los baales”? ¡Considera tu conducta en el valle! ¡Reconoce lo que has hecho! ¡Camella ligera de cascos, que no puedes quedarte quieta! ¡Asna salvaje que tiras al monte! Cuando ardes en deseos, olfateas el viento; cuando estás en celo, no hay quien te detenga. Ningún macho que te busque tiene que fatigarse: cuando estás en celo, fácilmente te encuentra. »No andes con pies descalzos, que te lastimas, ni dejes que la garganta se te reseque. Pero tú insistes: “¡No tengo remedio! Amo a dioses extraños, y tras ellos me iré”.