JUAN 12:1-19
JUAN 12:1-19 Reina Valera 2020 (RV2020)
Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de entre los muertos. Le hicieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús. Entonces María tomó una libra de perfume muy caro de nardo puro, y ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. El aroma del perfume llenó toda la casa. Uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, quien le había de entregar, dijo: —Ese perfume ha debido costar el equivalente al jornal de todo un año. ¿Por qué no se ha vendido y se les ha dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se preocupara por los pobres, sino porque era ladrón y, como se encargaba de la bolsa, se quedaba con parte de lo que en ella se echaba. Jesús dijo: —¡Déjala!, esto lo tenía preparado para el día de mi sepultura. A los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Un gran número de judíos se enteró de que Jesús estaba en Betania, y fueron allá, no solo atraídos por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, pues por él muchos de los judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús. Al día siguiente, muchos de los que habían acudido a la fiesta, al enterarse de que Jesús se acercaba a Jerusalén tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle clamando: —¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! Jesús halló un asnillo y montó sobre él, según dice la Escritura: No temas, hija de Sion; tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna . Al principio, sus discípulos no entendieron estas cosas, pero cuando Jesús fue glorificado se acordaron de que estaban escritas acerca de él y que se habían cumplido. Y la gente que estaba con él cuando ordenó a Lázaro que saliera del sepulcro y le resucitó de entre los muertos daba testimonio del hecho. También por esto, por haber oído contar el milagro realizado por Jesús, una multitud había salido a recibirle. Mas los fariseos dijeron entre sí: —Ya veis que no conseguís nada. Mirad, todo el mundo lo sigue.
JUAN 12:1-19 La Palabra (versión española) (BLP)
Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, el mismo a quien había resucitado de entre los muertos. Ofrecieron allí una cena en honor de Jesús. Marta servía la mesa y Lázaro era uno de los comensales. María tomó un frasco de perfume muy caro —casi medio litro de nardo puro— y lo derramó sobre los pies de Jesús; después los secó con sus cabellos. La casa entera se llenó de la fragancia de aquel perfume. Entonces Judas Iscariote, el discípulo que iba a traicionar a Jesús, se quejó diciendo: —Ese perfume ha debido costar el equivalente al jornal de todo un año. ¿Por qué no se ha vendido y se ha repartido el importe entre los pobres? En realidad, a él los pobres le traían sin cuidado; dijo esto porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo que depositaban en ella. Jesús le dijo: —¡Déjala en paz! Esto lo tenía guardado con miras a mi sepultura. Además, a los pobres los tendréis siempre con vosotros; a mí, en cambio, no siempre me tendréis. Un gran número de judíos se enteró de que Jesús estaba en Betania, y fueron allá, no solo atraídos por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Los jefes de los sacerdotes tomaron entonces la decisión de eliminar también a Lázaro, pues, por su causa, muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús. Al día siguiente, muchos de los que habían acudido a la fiesta, al enterarse de que Jesús se acercaba a Jerusalén, cortaron ramos de palmera y salieron a su encuentro gritando: —¡Viva! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el rey de Israel! Jesús encontró a mano un asno y montó sobre él. Así lo había predicho la Escritura: No temas, Jerusalén ; mira, tu rey viene a ti montado sobre un asno. Sus discípulos no entendieron entonces el significado de este gesto; solamente después, cuando Jesús fue glorificado, recordaron que aquello que habían hecho con Jesús ya estaba escrito de antemano sobre él. Y la gente que estaba con él cuando resucitó a Lázaro y mandó que saliera del sepulcro, contaba también lo que había visto. Así que una multitud, impresionada por el relato del milagro, salió en masa al encuentro de Jesús. En vista de ello, los fariseos comentaban entre sí: —Ya veis que no conseguimos nada; todo el mundo lo sigue.
JUAN 12:1-19 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado. Allí hicieron una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa comiendo con él. María, tomando unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, muy caro, perfumó los pies de Jesús y luego los secó con sus cabellos. Toda la casa se llenó del aroma del perfume. Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, aquel que iba a traicionar a Jesús, dijo: –¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios, para ayudar a los pobres? Pero Judas no dijo esto porque le importasen los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba del que allí ponían. Jesús le dijo: –Déjala, porque ella estaba guardando el perfume para el día de mi entierro. A los pobres siempre los tendréis entre vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Muchos judíos, al enterarse de que Jesús estaba en Betania, fueron allá, no solo por Jesús sino también por ver a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Entonces los jefes de los sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque por causa suya muchos judíos se separaban de ellos y creían en Jesús. Al día siguiente, la gran multitud que había acudido a Jerusalén para la fiesta de la Pascua se enteró de que Jesús llegaba a la ciudad. Entonces cortaron hojas de palmera y salieron a recibirle, gritando: –¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el Rey de Israel! Jesús encontró un asno y montó en él, como se dice en la Escritura: “No tengas miedo, ciudad de Sión; mira, tu Rey viene montado en un borriquillo.” Al principio, sus discípulos no comprendieron estas cosas; pero después, cuando Jesús fue glorificado, recordaron que todo lo que le había sucedido era lo que estaba escrito acerca de él. Los que se hallaban con Jesús cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó, hablaban de lo que habían visto. Por eso salió la gente al encuentro de Jesús, porque se habían enterado de la señal milagrosa hecha por él. Pero los fariseos se decían unos a otros: –Ya veis que así no conseguiremos nada. ¡Mirad, todo el mundo le sigue!
JUAN 12:1-19 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó: ―¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres? Dijo esto no porque se interesara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba a robar lo que echaban en ella. ―Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Mientras tanto, muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba allí, y fueron a ver no solo a Jesús, sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Entonces los jefes de los sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, pues por su causa muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús. Al día siguiente muchos de los que habían ido a la fiesta se enteraron de que Jesús se dirigía a Jerusalén; tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo, diciendo a voz en grito: ―¡Hosanna! ―¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ―¡Bendito el Rey de Israel! Jesús encontró un burrito y se montó en él, como dice la Escritura: «No temas, oh hija de Sión; mira, que aquí viene tu rey, montado sobre un burrito». Al principio, sus discípulos no entendieron lo que sucedía. Solo después de que Jesús fuera glorificado se dieron cuenta de que se había cumplido en él lo que de él ya estaba escrito. La gente que había estado con Jesús cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos seguía difundiendo la noticia. Muchos que se habían enterado de la señal realizada por Jesús salían a su encuentro. Por eso los fariseos comentaban entre sí: «Como podéis ver, así no vamos a lograr nada. ¡Mirad cómo lo sigue todo el mundo!»