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JUAN 12:20-36

JUAN 12:20-36 Reina Valera 2020 (RV2020)

Entre quienes habían subido a adorar a Dios en la fiesta había unos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le dijeron: —Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe se lo dijo a Andrés y ambos se lo comunicaron a Jesús. Jesús les respondió: —Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. Os aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, seguirá siendo un único grano, pero si muere produce mucho fruto. El que ama su vida la perderá; y el que en este mundo aborrece su vida la guardará para vida eterna. Si alguno quiere servirme, sígame. Donde yo esté, allí también estará mi servidor. A quien me sirva, mi Padre le honrará. Ahora está turbada mi alma. ¿Voy a decir: Padre, sálvame de esta tribulación? Pero si precisamente he venido para vivir esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: —Lo he glorificado y lo glorificaré otra vez. La multitud que estaba allí, y que oyó la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado. Respondió Jesús: —Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado este mundo; ahora será expulsado el príncipe de este mundo. Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. Con esto daba a entender de qué muerte iba a morir. Le respondió la gente: —Nosotros hemos oído que, según la ley, el Cristo no morirá nunca ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre? Jesús les respondió: —Todavía está la luz entre vosotros, pero no por mucho tiempo. Caminad mientras tenéis luz para que no os sorprendan las tinieblas porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va. En tanto que tenéis la luz, creed en la luz para que seáis hijos de luz.

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JUAN 12:20-36 La Palabra (versión española) (BLP)

Entre los que habían llegado a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, se encontraban algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: —Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo notificaron a Jesús. Jesús les dijo: —Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Os aseguro que si un grano de trigo no cae en tierra y muere, seguirá siendo un único grano. Pero si muere, producirá fruto abundante. Quien vive preocupado solamente por su vida, terminará por perderla; en cambio, quien no se apegue a ella en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguien quiere servirme, que me siga. Correrá la misma suerte que yo. Y todo el que me sirva será honrado por mi Padre. Me encuentro ahora profundamente turbado; pero ¿acaso pediré al Padre que me libre de este trance? ¡Si precisamente he venido para vivir esta hora! Padre, glorifica tu nombre. Entonces se oyó una voz venida del cielo: —Ya lo he glorificado y volveré a glorificarlo. De la multitud que estaba allí presente y que oyó la voz, unos pensaban que había sido un trueno, y otros, que le había hablado un ángel. Jesús aclaró: —Esa voz no hablaba para mí, sino para que la oyerais vosotros. Es ahora cuando este mundo va a ser condenado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser vencido. Y cuando yo haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma de muerte que le esperaba. La gente replicó: —Nuestra ley nos enseña que el Mesías no morirá nunca. ¿Cómo dices tú que el Hijo del hombre tiene que ser elevado sobre la tierra? ¿Quién es ese Hijo del hombre? Jesús les respondió: —Todavía está la luz entre vosotros, pero no por mucho tiempo. Mientras tenéis luz, caminad para que no os sorprendan las tinieblas. Porque el que camina en la oscuridad no sabe adónde se dirige. Mientras tenéis luz, creed en ella para que la luz oriente vuestra vida. Después de decir esto, Jesús se retiró, escondiéndose de ellos.

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JUAN 12:20-36 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Entre la gente que había ido a Jerusalén a adorar a Dios en la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida, un pueblo de Galilea, y le rogaron: –Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés, y los dos fueron a contárselo a Jesús. Jesús les dijo: –Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Os aseguro que si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, seguirá siendo un solo grano; pero si muere, dará fruto abundante. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre le honrará. “Siento en este momento una angustia terrible, pero ¿qué voy a decir? ¿Diré: ‘Padre, líbrame de esta angustia’? ¡Pero si precisamente para esto he venido! ¡Padre, glorifica tu nombre!” Entonces vino una voz del cielo, que decía: “¡Ya lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez!” Al oir esto, la gente que estaba allí decía que había sido un trueno, aunque algunos afirmaban: –Un ángel le ha hablado. Jesús les dijo: –No ha sido por mí por quien se ha oído esta voz, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo. ¡Ahora va a ser expulsado el que manda en este mundo! Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí. Con esto daba a entender de qué forma había de morir. La gente le contestó: –Por la ley sabemos que el Mesías vivirá para siempre: ¿cómo, pues, dices tú que el Hijo del hombre ha de ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre? Jesús les dijo: –Todavía estará la luz entre vosotros por un poco de tiempo. Andad, pues, mientras tenéis esta luz, para que no os sorprenda la oscuridad, porque el que anda en oscuridad no sabe por dónde va. Creed en la luz mientras todavía la tenéis, para que pertenezcáis a la luz. Cuando hubo dicho estas cosas, Jesús se fue y se ocultó de ellos.

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JUAN 12:20-36 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Entre los que habían subido a adorar en la fiesta había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron: ―Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos fueron a decírselo a Jesús. ―Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado —les contestó Jesús—. Ciertamente os aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero, si muere, produce mucho fruto. El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo la conserva para la vida eterna. Quien quiera servirme debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará. »Ahora todo mi ser está angustiado, ¿y acaso voy a decir: “Padre, sálvame de esta hora difícil”? ¡Si precisamente para afrontarla he venido! ¡Padre, glorifica tu nombre!» Se oyó entonces, desde el cielo, una voz que decía: «Ya lo he glorificado, y volveré a glorificarlo». La multitud que estaba allí, y que oyó la voz, decía que había sido un trueno; otros decían que un ángel le había hablado. ―Esa voz no vino por mí, sino por vosotros —dijo Jesús—. El juicio de este mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. Con esto daba Jesús a entender de qué manera iba a morir. ―De la ley hemos sabido —le respondió la gente— que el Cristo permanecerá para siempre; ¿cómo, pues, dices que el Hijo del hombre tiene que ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre? ―Solo tendréis la luz un poco más de tiempo —les dijo Jesús—. Caminad mientras tengáis la luz, antes de que os envuelvan las tinieblas. El que camina en las tinieblas no sabe a dónde va. Mientras tengáis la luz, creed en ella, para que seáis hijos de la luz. Cuando terminó de hablar, Jesús se fue y se escondió de ellos.

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