JUAN 3:11-24
JUAN 3:11-24 Reina Valera 2020 (RV2020)
Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si os hablo de cosas terrenales y no creéis, ¿cómo me vais a creer cuando os hable de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo, excepto el que bajó de allí, es decir, el Hijo del Hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo único para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree no es condenado, pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. Y esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero los seres humanos amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. También Juan bautizaba en Enón, junto a Salim. Había allí muchas aguas y la gente acudía a bautizarse, pues Juan aún no habían sido encarcelado.
JUAN 3:11-24 La Palabra (versión española) (BLP)
Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto; con todo, vosotros rechazáis nuestro testimonio. Si os hablo de cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo me creeréis cuando os hable de las cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo, excepto el que bajó de allí, es decir, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino tenga vida eterna. Pues no envió Dios a su Hijo para dictar sentencia de condenación contra el mundo, sino para que por medio de él se salve el mundo. El que cree en el Hijo no será condenado; en cambio, el que no cree en él, ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios. La causa de esta condenación está en que, habiendo venido la luz al mundo, los seres humanos prefirieron las tinieblas a la luz, pues su conducta era mala. En efecto, todos los que se comportan mal, detestan y rehúyen la luz, por miedo a que su conducta quede al descubierto. En cambio, los que actúan conforme a la verdad buscan la luz para que aparezca con toda claridad que es Dios quien inspira sus acciones. Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea. Se detuvo allí algún tiempo con ellos y bautizaba a la gente. Juan estaba también bautizando en Ainón, cerca de Salín; había en aquel lugar agua en abundancia y la gente acudía a bautizarse, pues Juan aún no había sido encarcelado.
JUAN 3:11-24 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y somos testigos de lo que hemos visto; pero no creéis lo que os decimos. Si no me creéis cuando os hablo de las cosas de este mundo, ¿cómo vais a creerme si os hablo de las cosas del cielo? “Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre ha de ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo. “El que cree en el Hijo de Dios no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios. Los que no creen ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven conforme a la verdad, se acercan a la luz para que se vea que sus acciones están de acuerdo con la voluntad de Dios.” Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea, donde pasó algún tiempo con ellos, bautizando. También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salim, donde había mucha agua. La gente acudía y era bautizada. Esto sucedió antes que metieran a Juan en la cárcel.
JUAN 3:11-24 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Te aseguro que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto personalmente, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si os he hablado de las cosas terrenales, y no creéis, ¿entonces cómo vais a creer si os hablo de las celestiales? Nadie ha subido jamás al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre. »Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. »Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios. Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea. Allí pasó algún tiempo con ellos, y bautizaba. También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque allí había mucha agua. Así que la gente iba para ser bautizada. (Esto sucedió antes de que encarcelaran a Juan).