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JUAN 5:17-47

JUAN 5:17-47 Reina Valera 2020 (RV2020)

Jesús les decía: —Mi Padre no ha cesado hasta ahora de trabajar y yo también trabajo. Estas palabras sirvieron para que los judíos aún con mayor empeño trataran de matarlo, pues no solo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre y, de este modo, se hacía igual a Dios. Les respondió entonces Jesús: —Os aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo. Él hace únicamente lo que ve hacer al Padre. Lo que hace el Padre, eso hace también el Hijo, porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que él hace y le mostrará obras mayores que estas de modo que vosotros mismos quedaréis maravillados. Como el Padre levanta a los muertos y les da vida, así el Hijo da también vida a los que quiere, porque el Padre no juzga a nadie; todo el poder de juzgar se lo dio al Hijo para que todos le honren como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo envió. Os aseguro que quien oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será condenado, sino que ha pasado de muerte a vida. Igualmente os aseguro que llega el tiempo, en realidad ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. El Padre tiene vida en sí mismo y ha concedido al Hijo el tenerla en sí mismo también. Además, le dio autoridad de juzgar, porque es el Hijo del Hombre. No os asombréis de esto, porque llegará el momento cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán. Quienes hicieron lo bueno, para resurrección de vida; mas quienes obraron mal, para resurrección de condenación. Yo no puedo hacer nada por mí mismo. Yo juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco hacer mi voluntad, sino hacer la voluntad del que me envió, del Padre. Si yo testificase acerca de mí mismo, mi testimonio carecería de valor. Es otro el que da testimonio de mí, y sé que el testimonio que da es verdadero. Vosotros enviasteis a unos mensajeros a Juan y él dio testimonio de la verdad. Y no es que yo tenga necesidad de testimonios humanos; si digo esto, es para que vosotros seáis salvos. Juan era como una antorcha encendida que alumbraba; y vosotros estuvisteis dispuestos a alegraros por algún tiempo con su luz. Pero yo tengo un testimonio más grande que el de Juan: las obras que el Padre me dio para que cumpliera, que son las mismas que yo hago, dan testimonio de mí, y de que el Padre me ha enviado. También ha dado testimonio de mí el Padre que me envió, pero jamás habéis oído su voz ni habéis visto su aspecto ni habéis acogido su palabra en vosotros porque no creéis a quien él ha enviado. Escudriñáis las Escrituras, pensando que en ellas tenéis la vida eterna y, precisamente, son las Escrituras las que dan testimonio de mí. Sin embargo, no queréis venir a mí para tener vida. No busco la gloria humana, pero os conozco: y sé que el amor de Dios no habita en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre y no me aceptáis, pero si otro viniera en su propio nombre, a ese sí lo aceptaríais. ¿Cómo vais a poder creer, si estáis recibiendo honores los unos de los otros y no buscáis el honor que viene del Dios único? No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre. Quien os acusa es Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Él escribió acerca de mí; por eso, si creyerais a Moisés, también me creeríais a mí. Pero si no creéis lo escrito por él, ¿cómo vais a creer mis palabras?

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JUAN 5:17-47 La Palabra (versión española) (BLP)

Pero él les replicaba diciendo: —Mi Padre no cesa nunca de trabajar, y lo mismo hago yo. Esta afirmación provocó en los judíos un mayor deseo de matarlo, porque no solo no respetaba el sábado, sino que además decía que Dios era su propio Padre, haciéndose así igual a Dios. Jesús, entonces, se dirigió a ellos diciendo: —Yo os aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta; él hace únicamente lo que ve hacer al Padre. Lo que hace el Padre, eso hace también el Hijo. Pues el Padre ama al Hijo y le hace partícipe de todas sus obras. Y le hará partícipe de cosas mayores todavía, de modo que vosotros mismos quedaréis maravillados. Porque así como el Padre resucita a los muertos, dándoles vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. El Padre no juzga a nadie; todo el poder de juzgar se lo ha dado al Hijo. Y quiere que todos den al Hijo el mismo honor que dan al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo ha enviado. Yo os aseguro que el que acepta mi palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna; no será condenado, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que está llegando el momento, mejor dicho, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan volverán a la vida. Pues lo mismo que el Padre tiene la vida en sí mismo, también le concedió al Hijo el tenerla, y le dio autoridad para juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os admiréis de lo que estoy diciendo, porque llegará el momento en que todos los muertos oirán su voz y saldrán de las tumbas. Los que hicieron el bien, para una resurrección de vida; los que obraron el mal, para una resurrección de condena. Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Conforme el Padre me dicta, así juzgo. Mi juicio es justo, porque no pretendo actuar según mis deseos, sino según los deseos del que me ha enviado. Si me presentara como testigo de mí mismo, mi testimonio carecería de valor. Es otro el que testifica a mi favor, y yo sé que su testimonio a mi favor es plenamente válido. Vosotros mismos enviasteis una comisión a preguntar a Juan, y él dio testimonio a favor de la verdad. Y no es que yo tenga necesidad de testimonios humanos; si digo esto, es para que vosotros podáis salvaros. Juan el Bautista era como una lámpara encendida que alumbraba; y vosotros estuvisteis dispuestos a alegraros por breve tiempo con su luz. Pero yo tengo a mi favor un testimonio de mayor valor que el de Juan: las obras que el Padre me encargó llevar a feliz término, y que yo ahora realizo, son las que dan testimonio a mi favor de que el Padre me ha enviado. También habla a mi favor el Padre que me envió, aunque vosotros nunca habéis oído su voz ni habéis visto su rostro. No habéis acogido su palabra como lo prueba el hecho de que no habéis creído a su enviado. Estudiáis las Escrituras pensando que contienen vida eterna; pues bien, precisamente las Escrituras dan testimonio a mi favor. A pesar de ello, vosotros no queréis aceptarme para obtener esa vida. Yo no busco honores humanos. Además, os conozco muy bien y sé que no amáis a Dios. Yo he venido de parte de mi Padre, pero vosotros no me aceptáis; en cambio, aceptaríais a cualquier otro que viniera en nombre propio. ¿Cómo vais a creer, si solo os preocupáis de recibir honores los unos de los otros y no os interesáis por el verdadero honor, que viene del Dios único? Por lo demás, no penséis que voy a ser yo quien os acuse ante mi Padre; os acusará Moisés, el mismo Moisés en quien tenéis puesta vuestra esperanza. Él escribió acerca de mí; por eso, si creyerais a Moisés, también me creeríais a mí. Pero si no creéis lo que él escribió, ¿cómo vais a creer lo que yo digo?

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JUAN 5:17-47 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Pero Jesús les dijo: –Mi Padre no cesa de trabajar y yo también trabajo. Por eso los judíos tenían aún más ganas de matarle, porque no solo no observaba el mandato sobre el sábado, sino que además se hacía igual a Dios al decir que Dios era su propio Padre. Jesús les dijo: “Os aseguro que el Hijo de Dios no puede hacer nada por su propia cuenta; solo hace lo que ve hacer al Padre. Todo lo que el Padre hace, lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace; y le mostrará cosas aún más grandes, que os dejarán asombrados. Pues así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, también el Hijo da vida a quienes quiere dársela. Y el Padre no juzga a nadie, sino que ha dado a su Hijo todo el poder de juzgar, para que todos den al Hijo la misma honra que dan al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre, que lo ha enviado. “Os aseguro que quien presta atención a mis palabras y cree en el que me envió, tiene vida eterna; y no será condenado, pues ha pasado de la muerte a la vida. Os aseguro que viene la hora, y es ahora mismo, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan vivirán. Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha hecho que el Hijo tenga vida en sí mismo, y le ha dado autoridad para juzgar, por cuanto que es el Hijo del hombre. No os admiréis de esto, porque va a llegar la hora en que todos los muertos oirán su voz y saldrán de las tumbas. Los que hicieron el bien resucitarán para tener vida, pero los que hicieron el mal resucitarán para ser condenados. “Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Juzgo según el Padre me ordena, y mi juicio es justo, porque no trato de hacer mi voluntad sino la voluntad del Padre, que me ha enviado. Si yo diera testimonio en favor mío, mi testimonio no valdría como prueba; pero hay otro que da testimonio en mi favor, y me consta que su testimonio sí vale como prueba. Vosotros enviasteis a preguntarle a Juan, y lo que él respondió es cierto. Pero yo no dependo del testimonio de ningún hombre; solo digo esto para que vosotros podáis ser salvos. Juan era como una lámpara que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis gozar de su luz un poco de tiempo. Pero tengo a mi favor un testimonio de más valor que el de Juan. Lo que yo hago, que es lo que el Padre me encargó que hiciera, prueba que de veras el Padre me ha enviado. Y también el Padre, que me ha enviado, da testimonio a mi favor, a pesar de que nunca habéis oído su voz ni lo habéis visto ni su mensaje ha penetrado en vosotros, porque no creéis en aquel que el Padre envió. Estudiáis las Escrituras con toda atención porque esperáis encontrar en ellas la vida eterna; y precisamente las Escrituras dan testimonio de mí. Sin embargo, no queréis venir a mí para tener esa vida. “Yo no acepto honores que vengan de los hombres. Además os conozco y sé que no amáis a Dios. Yo he venido en nombre de mi Padre y no me aceptáis; en cambio aceptaríais a cualquier otro que viniera en nombre propio. ¿Cómo podéis creer, si recibís honores unos de otros y no buscáis los honores que vienen del Dios único? No creáis que yo os voy a acusar delante de mi Padre. El que os acusa es Moisés mismo, en quien habéis puesto vuestra esperanza. Porque si vosotros creyerais a Moisés, también me creeríais a mí, porque Moisés escribió acerca de mí. Pero si no creéis lo que él escribió, ¿cómo vais a creer lo que yo os digo?”

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JUAN 5:17-47 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Pero Jesús les respondía: ―Mi Padre aún hoy está trabajando, y yo también trabajo. Así que los judíos redoblaban sus esfuerzos para matarlo, pues no solo quebrantaba el sábado, sino que incluso llamaba a Dios su propio Padre, con lo que él mismo se hacía igual a Dios. Entonces Jesús afirmó: ―Ciertamente os aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su Padre hace, porque cualquier cosa que hace el Padre, la hace también el Hijo. Pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Sí, y aun cosas más grandes que estas le mostrará, de modo que os dejará asombrados. Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes le place. Además, el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha delegado en el Hijo, para que todos honren al Hijo como lo honran a él. El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envió. »Ciertamente os aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida. Ciertamente os aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo, y le ha dado autoridad para juzgar, puesto que es el Hijo del hombre. »No os asombréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados. Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo solo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad, sino cumplir la voluntad del que me envió. »Si yo testifico en mi favor, ese testimonio no es válido. Otro es el que testifica en mi favor, y me consta que es válido el testimonio que él da de mí. »Vosotros enviasteis una delegación a preguntar a Juan, y él dio un testimonio válido. Y no es que acepte yo el testimonio de un hombre; más bien lo menciono para que seáis salvos. Juan era una lámpara encendida y brillante, y vosotros decidisteis disfrutar de su luz por algún tiempo. »El testimonio con que yo cuento tiene más peso que el de Juan. Porque esa misma tarea que el Padre me ha encomendado que lleve a cabo, y que estoy haciendo, es la que testifica que el Padre me ha enviado. Y el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor. Nunca habéis oído su voz, ni visto su figura, ni vive su palabra en vosotros, porque no creéis en aquel a quien él envió. Estudiáis con diligencia las Escrituras porque pensáis hallar en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor! Sin embargo, no queréis venir a mí para tener esa vida. »La gloria humana no la acepto, pero a vosotros os conozco, y sé que no amáis realmente a Dios. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me aceptáis; pero, si otro viniera por su propia cuenta, a ese sí lo aceptaríais. ¿Cómo va a ser posible que creáis vosotros si buscáis la gloria los unos de los otros, pero no buscáis la gloria que viene del Dios único? »Pero no penséis que yo voy a acusaros delante del Padre. Quien os va a acusar es Moisés, en quien tenéis puesta vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis lo que él escribió, ¿cómo vais a creer mis palabras?»

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