JUAN 7:40-52
JUAN 7:40-52 Reina Valera 2020 (RV2020)
Al oír estas palabras, algunas personas de la multitud aseguraban: —Verdaderamente, este es el Profeta. Otras decían: —Este es el Cristo. En cambio, otras se preguntaban: —¿Acaso de Galilea puede venir el Cristo? ¿No afirma la Escritura que el Cristo tiene que ser de la descendencia de David y de Belén, la aldea de donde era David? Así que la gente andaba dividida por causa de Jesús. Algunos querían prenderlo, pero nadie se atrevió a ponerle la mano encima. Los guardias volvieron a donde estaban los principales sacerdotes y los fariseos, y estos les preguntaron: —¿Por qué no le habéis traído? Los guardias respondieron: —Nadie ha hablado jamás como este hombre. Los fariseos les replicaron: —¿También vosotros os habéis dejado engañar? ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos? Pero esta gente, que no conoce la ley, está bajo maldición. Uno de ellos, Nicodemo, el que vino a Jesús de noche, preguntó: —¿Permite nuestra ley condenar a alguien sin antes escucharlo y conocer los hechos? Le respondieron: —¿Ahora va a resultar que tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea jamás ha surgido un profeta.
JUAN 7:40-52 La Palabra (versión española) (BLP)
Algunos de los que estaban escuchando estas palabras afirmaban: —Seguro que este es el profeta esperado. Otros decían: —Este es el Mesías. Otros, por el contrario, replicaban: —¿Pero es que el Mesías puede venir de Galilea? ¿No afirma la Escritura que el Mesías tiene que ser de la familia de David y de Belén, el pueblo de David? Así que la gente andaba dividida por causa de Jesús. Algunos querían prenderlo, pero nadie se atrevió a ponerle la mano encima. Y como los guardias del Templo se volvieron sin él, los jefes de los sacerdotes y los fariseos les preguntaron: —¿Por qué no lo habéis traído? Los guardias contestaron: —Nadie ha hablado jamás como este hombre. Los fariseos replicaron: —¿También vosotros os habéis dejado seducir? ¿Acaso alguno de nuestros jefes o de los fariseos ha creído en él? Lo que ocurre es que todos estos que no conocen la ley son unos malditos. Pero uno de ellos, Nicodemo, que con anterioridad había acudido a Jesús, intervino y dijo: —¿Permite nuestra ley condenar a alguien sin una audiencia previa para saber lo que ha hecho? Los otros le replicaron: —¿También tú eres de Galilea? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no ha salido jamás un profeta. [
JUAN 7:40-52 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Entre la gente se encontraban algunos que al oir estas palabras dijeron: –Seguro que este hombre es el profeta. Otros decían: –Este es el Mesías. Pero otros decían: –No, porque el Mesías no puede venir de Galilea. La Escritura dice que el Mesías ha de ser descendiente del rey David y que procederá de Belén, del mismo pueblo de David. Así que la gente se dividió por causa de Jesús. Algunos querían apresarle, pero nadie llegó a ponerle las manos encima. Los guardias del templo volvieron a donde estaban los fariseos y los jefes de los sacerdotes, que les preguntaron: –¿Por qué no lo habéis traído? Contestaron los guardias: –¡Nadie ha hablado nunca como él! Los fariseos les dijeron entonces: –¿También vosotros os habéis dejado engañar? ¿Acaso ha creído en él alguno de nuestros jefes o de los fariseos? Pero esta gente que no conoce la ley está maldita. Nicodemo, el fariseo que en una ocasión había ido a ver a Jesús, les dijo: –Según nuestra ley, no podemos condenar a un hombre sin antes haberle oído para saber lo que ha hecho. Le contestaron: –¿También tú eres galileo? Estudia las Escrituras y verás que ningún profeta ha venido de Galilea.
JUAN 7:40-52 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Al oír sus palabras, algunos de entre la multitud decían: «Verdaderamente este es el profeta». Otros afirmaban: «¡Es el Cristo!» Pero otros objetaban: «¿Cómo puede el Cristo venir de Galilea? ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?» Por causa de Jesús la gente estaba dividida. Algunos querían arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima. Los guardias del templo volvieron a los jefes de los sacerdotes y a los fariseos, quienes los interrogaron: ―¿Se puede saber por qué no lo habéis traído? ―¡Nunca nadie ha hablado como ese hombre! —declararon los guardias. ―¿Así que también vosotros os habéis dejado engañar? —replicaron los fariseos—. ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos? ¡No! Pero esta gente, que no sabe nada de la ley, está bajo maldición. Nicodemo, que era uno de ellos y que antes había ido a ver a Jesús, les interpeló: ―¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin antes escucharlo y averiguar lo que hace? ―¿No eres tú también de Galilea? —protestaron—. Investiga y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.