JOB 30:16-31
JOB 30:16-31 Reina Valera 2020 (RV2020)
Ahora mi alma se diluye dentro de mí, pues se apoderan de mí días de aflicción. La noche taladra mis huesos y los dolores que me roen no reposan. La violencia deforma mi vestidura: me oprime como el cuello de mi túnica. Dios me ha derribado en el lodo y ahora soy semejante al polvo y a la ceniza. ¡Clamo a ti, pero no me escuchas! ¡Me presento, pero no me atiendes! Te has vuelto cruel conmigo; con el poder de tu mano me persigues. Me has alzado sobre el viento, me haces cabalgar en él y me zarandeas en la tormenta. Yo sé que me conduces a la muerte, y a la casa a donde va todo ser viviente. Mas él, ¿no extenderá la mano contra el sepulcro? ¿O no clamarán los sepultados cuando él los quebrante? Y yo, ¿no he llorado por el que sufre? ¿No me he entristecido a causa del necesitado? Sin embargo, cuando yo esperaba el bien, entonces vino el mal; cuando esperaba la luz, vino la oscuridad. Mis entrañas se agitan sin reposo, por los días de aflicción que me han sobrecogido. Ando ennegrecido, y no por el sol; me he levantado en la congregación, y he clamado. He venido a ser hermano de chacales y compañero de avestruces. Mi piel, ennegrecida, se me cae, mis huesos arden de calor. Mi arpa se ha cambiado por luto, y mi flauta por voz de lamentadores.
JOB 30:16-31 La Palabra (versión española) (BLP)
Entretanto mi vida se diluye: me tocan jornadas de aflicción, la noche perfora mis huesos, pues no duerme el dolor que me roe. [Dios] me agarra violento por la ropa, me sofoca con el cuello de la túnica, me arroja por tierra, en el fango, confundido con el barro y la ceniza. Te pido auxilio y no respondes; me presento ante ti y no haces caso. Te has convertido en mi verdugo y tu potente brazo se ceba en mí. Me arrebatas a lomos del viento, sacudido indefenso por el huracán. Ya sé que me devuelves a la muerte, donde todos los vivos se dan cita. ¿No tendí yo la mano al necesitado que me pedía ayuda angustiado? ¿No lloré por el que vive en apuros? ¿No mostré compasión por el indigente? Esperaba la dicha y llegó el fracaso; anhelaba la luz y vino la oscuridad. Me hierven las entrañas sin parar, esperando jornadas de aflicción. Mi vida discurre sombría, sin sol; pido auxilio, de pie ante la asamblea. Convertido en pariente de chacales comparto la amistad con avestruces. Mi piel ha quedado curtida, mis huesos arden por la fiebre. Mi lira está afinada para el duelo, mi flauta acompaña a plañideras.
JOB 30:16-31 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Ya no tengo ganas de vivir; la aflicción se ha apoderado de mí. El dolor me penetra hasta los huesos; sin cesar me atormenta por las noches. Dios me ha cogido por el cuello y con fuerza me sacude la ropa. Me ha arrojado al lodo cual si yo fuera polvo y ceniza. Te pido ayuda, oh Dios, y no respondes; te suplico, y no me haces caso. Te has vuelto cruel conmigo, me persigues con rigor. Haces que el viento me arrebate, que la tempestad me sacuda. Ya sé que quieres llevarme a la muerte, al destino reservado a todo ser viviente. ¿Acaso no he ayudado al pobre y lo he salvado de su miseria? ¿Acaso no he llorado por el que sufre y he tenido compasión del necesitado? Yo esperaba la felicidad, y vino la desdicha; aguardaba la luz, y llegó la oscuridad. Mi corazón se agita sin descanso; tan solo me esperan días de aflicción. Llevo una vida triste, sin luz de sol; delante de todos pido ayuda. Parezco hermano de los chacales y amigo de los avestruces. Mi piel se ha vuelto negra; mi cuerpo arde a causa de la fiebre. La música de las arpas y las flautas se convirtió para mí en llanto de dolor.
JOB 30:16-31 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»Y ahora la vida se me escapa; me oprimen los días de sufrimiento. La noche me taladra los huesos; el dolor que me corroe no tiene fin. Como con un manto, Dios me envuelve con su poder; me ahoga como el cuello de mi ropa. Me arroja con fuerza en el fango, y me reduce a polvo y ceniza. »A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes; me hago presente, pero tú apenas me miras. Implacable, te vuelves contra mí; con el poder de tu brazo me atacas. Me arrebatas, me lanzas al viento; me arrojas al ojo de la tormenta. Sé muy bien que me harás bajar al sepulcro, a la morada final de todos los vivientes. »Pero nadie golpea al que está derrotado, al que en su angustia reclama auxilio. ¿Acaso no he llorado por los que sufren? ¿No me he condolido por los pobres? Cuando esperaba lo bueno, vino lo malo; cuando buscaba la luz, vinieron las sombras. No cesa la agitación que me invade; me enfrento a días de sufrimiento. Ando denegrido, pero no a causa del sol; me presento en la asamblea, y pido ayuda. He llegado a ser hermano de los chacales, compañero de las lechuzas. La piel se me ha quemado, y se me cae; el cuerpo me arde por la fiebre. El tono de mi arpa es de lamento, el son de mi flauta es de tristeza.