JOB 30:20-26
JOB 30:20-26 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Clamo a ti, pero no me escuchas! ¡Me presento, pero no me atiendes! Te has vuelto cruel conmigo; con el poder de tu mano me persigues. Me has alzado sobre el viento, me haces cabalgar en él y me zarandeas en la tormenta. Yo sé que me conduces a la muerte, y a la casa a donde va todo ser viviente. Mas él, ¿no extenderá la mano contra el sepulcro? ¿O no clamarán los sepultados cuando él los quebrante? Y yo, ¿no he llorado por el que sufre? ¿No me he entristecido a causa del necesitado? Sin embargo, cuando yo esperaba el bien, entonces vino el mal; cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
JOB 30:20-26 La Palabra (versión española) (BLP)
Te pido auxilio y no respondes; me presento ante ti y no haces caso. Te has convertido en mi verdugo y tu potente brazo se ceba en mí. Me arrebatas a lomos del viento, sacudido indefenso por el huracán. Ya sé que me devuelves a la muerte, donde todos los vivos se dan cita. ¿No tendí yo la mano al necesitado que me pedía ayuda angustiado? ¿No lloré por el que vive en apuros? ¿No mostré compasión por el indigente? Esperaba la dicha y llegó el fracaso; anhelaba la luz y vino la oscuridad.
JOB 30:20-26 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Te pido ayuda, oh Dios, y no respondes; te suplico, y no me haces caso. Te has vuelto cruel conmigo, me persigues con rigor. Haces que el viento me arrebate, que la tempestad me sacuda. Ya sé que quieres llevarme a la muerte, al destino reservado a todo ser viviente. ¿Acaso no he ayudado al pobre y lo he salvado de su miseria? ¿Acaso no he llorado por el que sufre y he tenido compasión del necesitado? Yo esperaba la felicidad, y vino la desdicha; aguardaba la luz, y llegó la oscuridad.
JOB 30:20-26 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes; me hago presente, pero tú apenas me miras. Implacable, te vuelves contra mí; con el poder de tu brazo me atacas. Me arrebatas, me lanzas al viento; me arrojas al ojo de la tormenta. Sé muy bien que me harás bajar al sepulcro, a la morada final de todos los vivientes. »Pero nadie golpea al que está derrotado, al que en su angustia reclama auxilio. ¿Acaso no he llorado por los que sufren? ¿No me he condolido por los pobres? Cuando esperaba lo bueno, vino lo malo; cuando buscaba la luz, vinieron las sombras.