JOB 31:1-23
JOB 31:1-23 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»Yo había convenido con mis ojos no mirar con lujuria a ninguna mujer. ¿Qué se recibe del Dios altísimo? ¿Qué se hereda del Todopoderoso en las alturas? ¿No es acaso la ruina para los malvados y el desastre para los malhechores? ¿Acaso no se fija Dios en mis caminos y toma en cuenta todos mis pasos? »Si he andado en malos pasos, o mis pies han corrido tras la mentira, ¡que Dios me pese en una balanza justa, y así sabrá que soy inocente! Si mis pies se han apartado del camino, o mi corazón se ha dejado llevar por mis ojos, o mis manos se han llenado de ignominia, ¡que se coman otros lo que yo he sembrado, y que sean destruidas mis cosechas! »Si por alguna mujer me he dejado seducir, si a las puertas de mi prójimo he estado al acecho, ¡que mi esposa muela el grano de otro hombre, y que otros hombres se acuesten con ella! Eso habría sido una infamia, ¡un pecado que tendría que ser juzgado! ¡Habría sido un incendio destructor! ¡Habría arrancado mi cosecha de raíz! »Si me negué a hacerles justicia a mis siervos y a mis siervas cuando tuvieron queja contra mí, ¿qué haré cuando Dios me pida cuentas? ¿qué responderé cuando me haga comparecer? El mismo Dios que me formó en el vientre fue el que los formó también a ellos; nos dio forma en el seno materno. »Jamás he desoído los ruegos de los pobres, ni he dejado que las viudas desfallezcan; jamás el pan me lo he comido solo, sin querer compartirlo con los huérfanos. Desde mi juventud he sido un padre para ellos; y siempre he cuidado de las viudas. Si he dejado que alguien muera por falta de vestido, o que un necesitado no tenga qué ponerse; si este no me ha bendecido de corazón por haberlo abrigado con lana de mis rebaños; o si he levantado contra el huérfano mi mano por contar con influencias en los tribunales, ¡que los brazos se me caigan de los hombros, que se me disloquen de sus articulaciones! Siempre he sido temeroso del castigo de Dios; ¡ante su majestad no podría resistir!
JOB 31:1-23 Reina Valera 2020 (RV2020)
Hice pacto con mis ojos de no fijarme en ninguna doncella. Porque ¿qué galardón me daría Dios desde arriba? ¿Qué heredad me daría el Omnipotente en las alturas? ¿Es que no hay desgracia para el malvado, infortunio para los que hacen iniquidad? ¿Acaso él no ve mis caminos y cuenta todos mis pasos? ¿Es que yo anduve con mentiras, o corrieron mis pies al engaño? ¡Que Dios me pese en la balanza de la justicia y reconocerá mi integridad! Si mis pasos se apartaron del camino, si mi corazón se fue tras mis ojos, si algo se pegó a mis manos, ¡siembre yo y otro coma! ¡Sea arrancada mi siembra! Si fue engañado mi corazón por alguna mujer, si estuve acechando a la puerta de mi prójimo, ¡muela para otro mi mujer y sobre ella otros se encorven! Porque eso es maldad e iniquidad que han de castigar los jueces. Porque eso es un fuego que devoraría hasta el Abadón y consumiría toda mi hacienda. Si hubiera yo menospreciado el derecho de mi siervo y de mi sierva cuando ellos pleiteaban conmigo, ¿qué haría cuando Dios se levantara? Y cuando él me preguntara, ¿qué le respondería? El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no fue uno y el mismo quien nos formó en la matriz? Si he impedido a los pobres quedar satisfechos, si he hecho decaer los ojos de la viuda, si he comido yo solo mi bocado y no comió de él el huérfano (porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda); si he visto a alguno perecer por falta de vestido, por carecer de abrigo el necesitado; si no me bendijeron sus espaldas al calentarse con el vellón de mis ovejas; si alcé contra el huérfano mi mano, aun cuando veía que en la puerta estaban de mi parte, ¡que mi espalda se caiga de mi hombro y se quiebre el hueso de mi brazo! Porque he temido el castigo de Dios, contra cuya majestad yo no tendría poder.
JOB 31:1-23 La Palabra (versión española) (BLP)
Yo hice un pacto con mis ojos de no fijarme en doncella. ¿Qué suerte nos reserva Dios allá arriba, qué herencia nos guarda el Todopoderoso en lo alto? ¿No reserva el desastre al criminal y no le espera el fracaso al malhechor? ¿No vigila mi conducta y observa mis andanzas? ¿Caminé acompañado del embuste y han corrido mis pies tras la mentira? Que me pese en balanza sin trampa y así comprobará Dios mi integridad. Si aparté mis pasos del camino, guiado por los caprichos de mis ojos; si se pegó alguna mancha a mis manos, ¡que otro devore mi sembrado, que me arranquen mis retoños! Si cedí a la atracción de otra mujer, acechando a la puerta del vecino, ¡que mi esposa muela para otro, que un extraño se acueste con ella! Pues sería un caso de infamia, una ofensa que reclama justicia: un fuego que consumiría hasta el Abismo, que devoraría mi hacienda de raíz. Si denegué su derecho al esclavo o a la esclava, que pleiteaban conmigo, ¿qué haré cuando Dios se levante, qué responderé cuando me interrogue? ¿No los hizo en el vientre como a mí y no nos formó en el seno el mismo Dios? Si me cerré al débil necesitado o a la viuda consumida por el llanto; si comí el pan en soledad sin querer compartirlo con el huérfano (yo que desde joven lo cuidé como un padre y lo guié desde el día en que nació); si vi a un transeúnte sin vestido o a un pobre sin nada que ponerse y no me lo agradecieron sus cuerpos, calientes con la lana de mis ovejas; si alcé la mano contra el huérfano contando con el apoyo del tribunal, ¡que se me salga el hombro de la espalda, que se me rompa el brazo por el codo! Me aterra el castigo de Dios, nada podría frente a su majestad.
JOB 31:1-23 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Me he impuesto por norma no codiciar ni siquiera a las solteras. ¿Cuál es la recompensa que el Todopoderoso da a cada hombre desde lo alto del cielo? ¿No es acaso al malvado y pecador a quien corresponde la desgracia? ¿O es que Dios no ve lo que hago ni observa cada uno de mis pasos? Juro que nunca he procedido con malicia ni he intentado engañar a nadie. ¡Que Dios me pese con balanza justa y se convencerá de mi inocencia! Si me he desviado del camino recto, si me he dejado llevar de la codicia, si algo ajeno se ha encontrado en mi poder, que otros se coman lo que yo he sembrado y arranquen de raíz lo que planté. Si me he dejado seducir por una mujer o me he puesto a espiar a la mujer de mi vecino, que mi esposa sea esclava de otros y extraños se acuesten con ella. Pues mis acciones serían infames; serían actos dignos de castigo. Serían como un incendio destructor que destruiría todo cuanto tengo. Si mis criados me reclamaban algo, yo siempre atendía sus peticiones. ¿De qué otra manera podría presentarme ante Dios? ¿Qué le respondería cuando él me pidiera cuentas? Un mismo Dios nos formó en el vientre, y tanto a ellos como a mí, nos dio la vida. Nunca dejé de socorrer al pobre en su necesidad ni permití que las viudas pasaran hambre. Nunca comí yo solo mi bocado, sin compartirlo con el huérfano. Siempre traté al huérfano como un padre; siempre fui protector de las viudas. Cuando veía que alguien moría por falta de ropa o que un pobre no tenía con qué cubrirse, con la lana de mis propias ovejas le daba calor, y él me quedaba agradecido. Jamás amenacé a un huérfano valiéndome de mi influencia con los jueces. Y si esto no es verdad, que los brazos se me rompan; que se me caigan de los hombros. Yo temía el castigo de Dios; ¡no habría podido resistir su majestad!